A partir de diciembre de 2019 cuando se prendió la alarma con el primer caso de coronavirus en Wuhan, China, los contagios se fueron propagando de manera vertiginosa, comprometiendo en pocas semanas casi la totalidad de los países. A partir de ese momento asistimos a una verdadera crisis humanitaria.
Ante el desconocimiento del microscópico nuevo enemigo de la humanidad, la ausencia de vacuna, ni un tratamiento comprobado científicamente, los gobiernos optaron por una medida implementada desde la antigüedad, el confinamiento social. Podemos hablar de aislamiento, de distanciamiento social, términos similares, pero en el fondo el impacto de la medida de prohibición de salir de las viviendas, de prohibir reuniones, eventos deportivos, artísticos, cierre del comercio, de la industria, se traduce en un verdadero confinamiento, perdida de la libertad de movilización.
Países como China, corea del sur, Tailandia, Vietnam, han demostrado disciplina social, bajo gobiernos dictatoriales, donde el ejercicio del poder es total. En países donde los gobernantes optaron por relajarse y no atender las recomendaciones de la organización Mundial de la Salud- OMS, actuando de manera irresponsable, no tomaron medidas de aislamiento social y los resultados han sido catastróficos ante la magnitud de la población contagiada con Covid 19, y las altas tasas de letalidad. Ejemplo de ello, EEUU, Brasil, México, entre otros.
Ha quedado claro que el propósito fundamental del confinamiento es ganar tiempo para que los servicios de salud puedan ampliar y mejorar la oferta de camas hospitalarias, comprar respiradores, elementos de protección para los trabajadores de la salud, adquirir las pruebas diagnósticas y prepararse para atender los pacientes que se compliquen con la infección y requieran hospitalización y camas de Unidad de cuidados intensivos-UCI.
El impacto en la economía, en la industria, en los sectores que mueven la economía, es catastrófico, con resultados como el aumento del desempleo, el crecimiento negativo de la economía, la insatisfacción y manifestación de inconformidad de amplios grupos de la población, ha originado cambios en los planes de contingencia, flexibilizando el aislamiento permitiendo que gradualmente se reinicien las labores en la construcción, manufactura, comercio y otras actividades menores, brindando alternativas para superar la crisis económica. Amanecerá y veremos cómo se va desarrollando esta relación entre la salud (aislamiento, prevención) y la economía (parálisis, desempleo, movilización social).