La mujer, la gran víctima

La mujer, la gran víctima

 

SOFÍA GAVIRIA CORREA

 

“Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo”, afirmaba el Nobel de la Paz Elie Wiesel. Por eso, en este mes de mayo, el de las Madres, vale la pena revisar el panorama del maltrato a la mujer en nuestro país. Colombia es signataria de las principales convenciones internacionales en cuanto a derechos de las mujeres (Convención Interamericana sobre la Concesión de los Derechos Políticos a la Mujer, 1948; Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer,1952; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,1966; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,1966; Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, “CEDAW”, 1979; Declaración y Programa de Acción de Viena, 1993; Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, “Convención Belem do Pará”, 1994; Convención de Beijing,1995, entre otras varias de la más alta importancia).

 

Sin embargo, las cifras que, a continuación, presentaremos demuestran que, aunque, cuantitativamente, la cifra de mujeres víctimas es muy similar a la de hombres, cualitativamente, la mujer ha sido mucho más victimizada y de muchísimas formas, y que, definitivamente, la mujer, especialmente la mujer víctima, no ha sido una de las prioridades de este gobierno:

 

- Con 4’311.599 mujeres víctimas inscritas en el Registro Único de Víctimas (RUV), las mujeres representan el 49.73% del total de sobrevivientes del conflicto. De ellas, hasta el 30 de octubre de 2016, sólo habían sido indemnizadas 377.400.

 

- Estadísticas conservadoras divulgadas por El Tiempo hablan de que el 92% de los menores reclutados por las Farc que sufrieron violencia sexual eran niñas. Es aberrante el caso, por ejemplo, de Héctor Albeidis Arboleda, el llamdo “Enfermero de las Farc”, acusado por desmovilizadas de haber practicado más de 500 abortos forzados.

 

- La Dijin reveló en su informe Sisma Mujer que en promedio cada 20 minutos una mujer es agredida sexualmente en nuestro país. Y Medicina Legal asegura que en el 85 % de los casos de violencia sexual contra mujeres, las víctimas son niñas entre los 10 y los 13 años.

 

- Según el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo, más de 100 municipios de 23 departamentos tienen alerta de violencia sexual contra la mujer.

 

- La directora de Oxfam, Aída Pesquera, calcula que, durante los cinco primeros años del gobierno Santos, 875.437 mujeres fueron víctimas de violencia sexual (violación, prostitución forzada, embarazo forzado, aborto forzado, esterilización forzada, acoso sexual, servicios domésticos forzados y regulación de la vida social).

 

- Aunque, en el RUV, están registradas 18.544 mujeres víctimas de delitos contra la libertad y la integridad sexual (de las cuales, hasta el 24 de mayo de 2017, la UARIV sólo había reparado a 6.903), se dice que hay un 78% de mujeres que, por vergüenza, no han denunciado las formas de violencia de las que han sido víctimas, como indica la Encuesta de Prevalencia de Violencia Sexual en Contra de las Mujeres en el Contexto del Conflicto Armado Colombiano 2010-2015, publicada en agosto de 2017, en el marco de la Campaña “Violaciones y otras Violencias: Saquen mi cuerpo de la guerra”.

 

Si bien estos son los reflejos más dolorosos del machismo y la violencia contra la mujer que este gobierno no ha sabido enfrentar, detrás de esto están la discriminación laboral, social y política, que no podemos soslayar y que merecen, cada una, varias columnas con estadísticas igualmente escandalosas. “Rompe el silencio. Cuando seas testigo de la violencia contra las mujeres, no te quedes de brazos cruzados. Actúa”: es el llamado de Ban Ki Moon, Secretario General de la ONU.

 

Estoy segura de que, con el compromiso de Iván Duque y de su coequipera Marta Lucía Ramírez, acabar con la distorsión cultural del machismo, que se refleja en tantas violaciones de los derechos de las mujeres, será una prioridad para el gobierno y que lograrán desarrollar una campaña real y efectiva de igualdad entre hombres y mujeres, seguridad, justicia y protección eficaz contra las mujeres más vulnerables. Por eso, todas las mujeres colombianas y los hombres con criterio de equidad deben apoyar esta fórmula.

 

* Senadora de la República

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Desde el Liberalismo, proponen voto obligatorio transitorio

El senador Roberto Ortiz lo formuló también como requisito para acceder a la función pública, a la contratación estatal y a la oferta de beneficios del Estado
 
Senado de la República, 14 de septiembre de 2017-  En comunicación al presidente de la Cámara de Representantes, Rodrigo Lara Restrepo, el senador liberal Roberto Ortiz Urueña radicó una proposición en aras de modificar el Artículo 9 del proyecto de Acto Legislativo de la Reforma Política. El senador vallecaucano plantea en ella la necesidad de declarar la obligatoriedad del voto en las siguientes dos elecciones parlamentarias y en todas las elecciones nacionales y territoriales que en dicho período se celebren, desde la promulgación del mencionado acto legislativo.
 
Según Ortiz: “El voto obligatorio transitorio es un recurso oportuno e indispensable para luchar contra el clientelismo y evitar la corrupción electoral. Gracias al mismo, se logra que se enriquezca la democracia con más participación ciudadana en la toma de las grandes decisiones, para procurar una democracia que funcione, que sea legítima, que represente el sentimiento del electorado y obligue al control del voto programático”. 
 
En la proposición, que deberá ser votada en la plenaria de la Cámara de Representantes, el parlamentario liberal presenta, además, el cometido de implementar el voto electrónico en Colombia y de establecer el haber votado como un requisito imperativo para acceder a la función pública, a la contratación estatal y a la oferta de beneficios del Estado, salvo fuerza mayor o caso fortuito.
 
El senador Ortiz considera que “Las falencias en estas áreas determinan que Colombia no es una ‘democracia plena’” y concluye que “Estas medidas contribuirán a consolidar nuestras instituciones con la confianza ciudadana en ellas y en el valor del voto, un voto limpio e independiente que no se vende ni se puede comprar”.
 
Mayores informes:
 
Sergio Esteban Vélez
35 639-2076

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Yolanda Pinto bajo sospecha

He notado en las víctimas de las Farc frustración frente al reciente nombramiento de Yolanda Pinto como directora de la Unidad de Víctimas.  Personalmente, me desilusiona, porque, aunque nos unió un fugaz (3 años) parentesco de afinidad (que terminó hace catorce años, cuando mi hermano Guillermo Gaviria Correa fue masacrado por las Farc), Pinto y quien suscribe estas líneas hemos tenido visiones totalmente opuestas en cuanto a las víctimas y sus derechos. Valga anotar algunos puntos:
 
- Hasta su reciente nombramiento, Pinto nunca desarrolló activismo alguno por la defensa de las víctimas, mientras yo, desde el secuestro de mi hermano Guillermo, inicié un intenso trabajo de sensibilización para la reparación y justicia a las víctimas, en eventos en distintos países. Recuerdo especialmente que, en Bogotá, acompañé a Diana Sofía Giraldo en el primer evento nacional por las víctimas (que fue insumo efectivo para la creación de la Ley de Víctimas) y que, a pesar de que este tuvo lugar en el Congreso y de que Yolanda Pinto en ese momento era senadora, no participó del mismo.  
 
- Pinto nunca ha sido promotora del reconocimiento del derecho de las víctimas a la justicia, mientras que esta columnista lo ha defendido sin descanso, durante cada día de su trabajo en la comunidad.
 
- Pinto no se ha pronunciado por la dignidad de las víctimas, ante el atropello a las mismas que constituye el grueso del punto de Víctimas de los Acuerdos con las Farc, mientras que esta senadora lo ha denunciado en el Congreso, en los medios, en casi la totalidad de los departamentos del país y en el Exterior.
 
- Pinto no ha dado señal de alarma ante las amenazas y el daño a la integridad física a importantes líderes de las víctimas y a sus familias, mientras que nosotros los hemos acompañado en todo momento.
 
- Mientras nosotros hemos repetido sin cesar que víctimas y victimarios no pueden recibir el mismo trato, Pinto ha asumido una actitud complaciente y condescendiente con los victimarios.  Recuerdo que, durante el secuestro de mi hermano Guillermo, cuando le enviábamos mensajes a través de Voces del Secuestro (dirigido por mi compañero de la lucha por las víctimas, Herbin Hoyos), me sorprendió siempre la familiaridad de Pinto con los secuestradores y posteriores asesinos de Guillermo: ella los llamaba "comandantes" y "camaradas", en una actitud casi cómplice, que indignaba a toda mi familia. 
 
- Pinto no reconoce que la atención y reparación a las víctimas debe priorizar a las más necesitadas, mientras nosotros somos firmes defensores de este principio.  Valga anotar que, al tiempo que mi familia y yo, como víctimas, renunciamos a cualquier reparación material para contribuir a una más veloz reparación de las víctimas que deben ser priorizadas, la señora Pinto demandó al Estado por 2.000 salarios mínimos mensuales (casi 1.500 millones de pesos).  La demanda, actualmente en segunda instancia, en el Consejo de Estado, entró al despacho del consejero ponente, Carlos Alberto Zambrano Barrera, pocos días antes del nombramiento de Pinto en la Unidad de Víctimas. 
 
La llegada de Pinto a la dirección de la Unidad de Víctimas preocupa no solamente por su nula trayectoria en el campo de servicio a las víctimas, sino por el panorama más que sombrío en el que se encuentra actualmente la entidad. De acuerdo con el informe que, hace unos días, presentó al Congreso la Comisión de Monitoreo a la Ley de Víctimas (integrada por la Procuraduría General, la Defensoría del Pueblo, la Contraloría General y la Mesa Nacional de Víctimas), el incumplimiento es general, no sólo en la implementación de las medidas de atención, asistencia y reparación integral, sino también en lo relacionado con el derecho a la participación y la restitución de derechos territoriales, siendo la situación todavía más dramática cuando se trata de reconocer los derechos de las minorías étnicas, de los adultos mayores y de las personas en condición de discapacidad a causa del conflicto.
 
Dice el informe que los recursos para las víctimas que no dependen del Sistema General de Participaciones, en vez de aumentar han disminuido. Y las cifras hablan por sí solas: Según la Procuraduría, ninguno de los 522 procesos de reparación colectiva incluidos en el registro ha culminado. Y, en cuanto a la reparación individual, el 93% de las víctimas registradas no han accedido a esta, mientras a sus victimarios el Gobierno sí les está cumpliendo.   
 
Durante los catorce meses que duró la anterior administración de la Unidad no se suscribió ni un solo contrato para operar los 108 planes acordados con las víctimas. Y no nos alcanza el espacio para ahondar en la negligencia de la Unidad de Víctimas ante la vulnerabilidad de los líderes de víctimas en las regiones. Según la Defensoría del Pueblo, los homicidios de defensores de los derechos humanos y de líderes sociales, entre el 2016 y el pasado mes de julio, fueron 186.
 
“Estamos entrando en la bicicleta estática. Estamos sacando el quinto informe de Seguimiento a la Ley de Víctimas y este es el mismo informe de hace un año, de hace tres años, de hace cuatro y de hace cinco años”, se lamentó, al respecto, el Contralor General de la República. Estas mismas palabras son las que en cada rincón de nuestra geografía repiten las víctimas abandonadas, especialmente las de las Farc.
 
Esperamos que, en su nuevo puesto, Yolanda Pinto no se dedique a, como hicieron con ella, utilizar la institución que tiene que reparar a las víctimas para, inconcebiblemente, comprar conciencias con la entelequia de un proceso de paz que en nada ha tenido en cuenta a las víctimas. 
 
Ojalá nuestro pronóstico falle, y la nueva directora se consagre con diligencia a mejorar la coordinación entre la Unidad y las organizaciones de víctimas; a amainar el suplicio que para estas representa la tramitología; a defender como sagrados los recursos, para que estos vayan a las víctimas y no se sigan quedando en gastos en burocracia y en publicidad; a priorizar a las víctimas más vulnerables y a exigir del Gobierno que ella representa protección pronta y adecuada para las víctimas amenazadas.
 
Mientras tanto, como la trayectoria de Pinto no nos da tranquilidad a las víctimas de las Farc, yo, que me he convertido en vocera de esas víctimas que no han sido compradas, garantizo, desde ahora, que seré la veedora más rigurosa de su gestión.
 
No podemos seguir quejándonos de los balances. Las víctimas necesitamos resultados.  
 
 
 
*Senadora de la República
 
Presidenta honoraria Federación Colombiana de Víctimas de las Farc

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Frente Parlamentario Contra el Hambre

La semana pasada, en el Congreso, realizamos la institucionalización del capítulo colombiano del Frente Parlamentario Contra el Hambre, a través del cual, de la mano de la FAO, parlamentarios, de varios partidos, comprometidos en la lucha contra la desnutrición y por la seguridad alimentaria como un asunto estratégico de la actividad legislativa, estamos promoviendo en el país el establecimiento de marcos institucionales favorables a la consecución plena del derecho a la alimentación.
 
Cuando, honrosa, acepté la coordinación de este capítulo colombiano, en abril del 2015, ya tenía como prioridad la lucha contra la desnutrición y estaba defendiendo, contra viento y marea, el Proyecto de Ley por el cual se formaliza el Sistema Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutricional y se crea la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, que presenté en la primera semana de mi senaturía. 
 
Durante mi gestión como coordinadora de este Frente Parlamentario, con la misma vehemencia con que he defendido este proyecto (ahora en curso en la Cámara, por segunda vez) he encauzado mis esfuerzos a visibilizar la gravedad del drama de la desnutrición, a través de los diversos medios que facilita la tarea parlamentaria.
 
En asocio con la Comisión de Derechos Humanos, con mi equipo de colaboradores y, por supuesto, con la FAO (el ángel guardián de este frente), hemos logrado llevar a cabo tareas como la de gestionar la realización de la Feria Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, que, esperamos, tenga lugar en Bogotá, en el próximo año. 
 
Para sensibilizar a los colegas congresistas, organizamos, en el Capitolio Nacional y en Cartagena de Indias, la exposición “Mata más el hambre que la guerra”, con 34 fotografías tomadas en diferentes regiones del país  que muestran la dimensión catastrófica de la inseguridad alimentaria de la niñez en Colombia.
 
También acudimos al control político.  Citamos a debates sobre el tema de la seguridad alimentaria y nutricional y sobre el Programa de Alimentación Escolar (PAE) y realizamos un foro en el que mostramos la espeluznante radiografía de la desnutrición que sufren nuestros menores.  Hicimos audiencias públicas en Bogotá, donde dimos a conocer el abandono del Estado a las comunidades Nukak y Jiw, altamente diezmadas por la desnutrición; y en Medellín, en Vigía del Fuerte y en Bojayá, donde nos ocupamos de los niños emberas y afros muertos por desnutrición.
 
En el campo legislativo, además de la mencionada Ley de Seguridad Alimentaria y Nutricional, que no nos cansaremos de presentar, fui ponente de la Ley de Familias Lactantes, iniciativa de mi copartidaria, la representante Clara Rojas, y de la positiva ley para elevar a la categoría de Política de Estado la Estrategia de Cero a Siempre, para promover el desarrollo integral de nuestros niños. Y, como frente parlamentario, estamos impulsando otras iniciativas de importancia, como la urgente ley del senador Jorge Eliécer Prieto, por el derecho fundamental al agua;  o los proyectos de impulso de la Economía Campesina y la Agricultura Familiar y de mejoramiento de la información nutricional de alimentos procesados y ultraprocesados, del representante Víctor Correa; o al de recolección, tratamiento y aprovechamiento de aguas lluvia, de la representante Angélica Lozano, o las necesarias medidas propuestas por la  senadora Maritza Martínez, en cuanto al Derecho Humano a la alimentación adecuada; al consumo informado de azúcar, sodio y grasas; a la lucha contra el desperdicio de alimentos, y a la necesidad de declarar de utilidad pública e interés social la producción de alimentos con destino a la alimentación humana.
 
Nos desplazamos, de nuestro propio bolsillo, a la ciudad de París, donde nos reunimos con la directora general de la UNESCO, en aras de buscar auxilio para nuestras minorías étnicas que padecen el hambre.  Contemplamos, entre otros factores, la necesidad de impulsar proyectos de seguridad alimentaria que tengan en cuenta los productos y los usos tradicionales de los pueblos indígenas colombianos. Posteriormente, hicimos el seguimiento necesario ante la dirección regional de esa entidad, en Quito.
 
También por propia cuenta, en Washington, con el senador Alexander López, denunciamos ante el Departamento de Estado de los Estados Unidos y ante congresistas estadounidenses, el incumplimiento de las medidas cautelares de la CIDH, en cuanto a alimentación y agua, para proteger la vida de nuestras comunidades indígenas, especialmente de los niños de la etnia wayuu.
Ante la omisión criminal del gobierno contra estas comunidades, emprendimos la tarea de realizar 18 brigadas en La Guajira, Chocó, Huila y Antioquia, donde brindamos atención médica a más de 14.000 niños y madres lactantes y hemos podido recoger datos confiables para mostrar la realidad de nuestras poblaciones más vulnerables. Los resultados son escalofriantes: más del 53% de las personas atendidas padecen desnutrición.
 
Esperamos que las pruebas elocuentes de la situación real de la desnutrición en Colombia, que hemos develado a través de nuestras actividades, conduzcan al ICBF y a las demás entidades responsables de este asunto a comprender la necesidad de consolidar una política pública de seguridad alimentaria coordinada y fundada en lineamientos técnicos.
  
La responsabilidad en cuanto a la desnutrición en Colombia, debe ser asumida con toda la acuciosidad que requiere la situación apremiante de miles de niños nacidos y por nacer en una situación de desnutrición grave. Por ello, el desarrollo de este Frente Parlamentario Contra el Hambre es una oportunidad histórica para Colombia, para desarrollar una política pública eficaz sobre seguridad alimentaria y nutricional.  
 
La paz no puede conseguirse, si no acabamos con el hambre.
 
*Codirectora Partido Liberal
Coordinadora nacional Frente Parlamentario Contra el Hambre

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¿Decretitis dictatorial?

SOFÍA GAVIRIA CORREA*
 
Llama la atención la escasa reacción de la opinión pública respecto a la avalancha de 34 decretos-ley emitidos por el Gobierno gracias a las inmensas facultades extraordinarias que le concedió, sin discusión alguna, un Congreso que ha perdido toda autonomía.  En esta columna quiero referirme a diez de estos decretos-ley emitidos en un fin de semana, que suponen un asalto a la democracia, a la institucionalidad y al deber ser:
 
- D. L. 871: Nombra a Juan Fernando Cristo como representante del Gobierno en la CESIVI. A través de este, Cristo sigue, a la sombra, controlando todo lo relacionado con la implementación de los billonarios recursos de los acuerdos, mientras, abiertamente, es precandidato presidencial.  Esta designación, que lo convierte en una autoridad civil, política y administrativa, a la luz de todo el ordenamiento jurídico, lo inhabilita para participar en la próxima campaña presidencial. ¿Se pretende que  Cristo no esté sujeto a las restricciones de todos los servidores públicos, incluyendo la participación en política?
 
- D. L. 883: Vulnera el equilibrio de poderes, al modificar el Estatuto Tributario, para incluir a las empresas mineras y de explotación de hidrocarburos en exenciones tributarias, cuando estas facultades son exclusivas del Congreso de la República y son indelegables. Omite, además, el mecanismo de consulta previa para comunidades afro e indígenas y de consultas populares en los municipios, muy en la línea de este gobierno, que desconoce el mecanismo básico de participación directa de las comunidades a través del voto (recordemos el plebiscito). Además, ¿qué tiene que ver esto con el posconflicto o con los acuerdos?
 
- D. L. 884: Centra los esfuerzos estatales de electrificación rural en unos pocos municipios y deja aplazada la electrificación de los demás. La inversión de todo el presupuesto del posconflicto no puede ser asignada de manera inequitativa, dejando en el abandono a tantísimos municipios que tienen derecho a inversiones mínimas, como la electrificación. Valga recordar que el 88% de los municipios del país son de categoría seis, con necesidades básicas insatisfechas la inmensa mayoría de los mismos.
 
Este decreto es una amenaza al desarrollo equitativo de las regiones, al igual que el D. L. 248, que dispone que los saldos del Fondo Nacional de Regalías sean destinados para las inversiones de los Acuerdos en los municipios priorizados en los mismos, cuando, por Ley, los recursos de las regalías son de los entes territoriales y no del Gobierno Nacional.  
 
- D. L. 889: Modifica el Reglamento de la Corte Constitucional, que, por Constitución, es de autonomía exclusiva de la Corte. Esta injerencia inaceptable del Gobierno en el funcionamiento de la Corte transgrede, nuevamente, el equilibrio de poderes, esta vez en detrimento de la autonomía de la Rama Judicial.
 
- D. L. 893: Supuestamente encaminado al desarrollo con enfoque territorial, hipoteca, por diez años, el presupuesto de los gobiernos próximos y viola, por lo tanto, la autonomía de los gobernantes elegidos. Pone en riesgo la sostenibilidad de la deuda y el crecimiento económico. El Ejecutivo abusa de sus “facultades extraordinarias”, esta vez para decidir sobre las vigencias futuras, sin haber siquiera pasado por el Congreso.
 
- D. L. 896: Crea unas instancias responsables de la ejecución del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos, pero no define quiénes las integrarán, dejando el riesgo de que sean conformadas por delegados de las Farc. A causa a este proceso con las Farc, Colombia ha llegado a una cifra récord mundial de 200.000 hectáreas de sembrados de coca. Ahora, con estas disposiciones, las Farc controlarían dichas hectáreas, ya no sólo a la sombra, sino oficialmente, legitimados por un procedimiento que exige el beneplácito de las entidades que representan a este grupo criminal, para la concesión en las comunidades de cualquier beneficio referente a la política de sustitución.
 
- D. L. 900: Viola la reserva legislativa en materia de asuntos penales que tiene el Congreso. Amplía la suspensión de las órdenes de captura de los integrantes de las Farc y suspende las medidas de aseguramiento, aún por fuera de las zonas transitorias y aun cuando ya dichas zonas hubieren dejado de existir.  
Las víctimas de las Farc nos sentimos amenazadas ante estas disposiciones, pues la libertad sin ningún control ni condición alguna, a personas que han cometido crímenes atroces y que no hayan cumplido ni siquiera los pírricos requisitos de la JEP, pone en riesgo a sus víctimas.
Por lo demás, el decreto es inconstitucional, pues viola la sentencia C-48 de 2001, que estipula que estas medidas de suspensión tienen que ser excepcionales.
 
- D. L. 902: Adopta medidas sobre la reforma rural en materia de tierras. Crea el Fondo de Tierras, pero omite, deliberadamente, especificar que los bienes que provengan de los victimarios y que lleguen a ese fondo deben ser destinados exclusivamente a las víctimas, transgrediendo lo dispuesto en la Sentencia SU-254/2013.
 
 - D. L. 903: De este decreto, que ha sido de los pocos que han recibido análisis de los columnistas, luego de las críticas del Fiscal General, solo quiero recalcar tres temas fundamentales, como representante de víctimas de las Farc y como testigo y conocedora de muchos procesos de justicia transicional en el mundo: Este decreto, que devuelve a las Farc el control de sus incalculable patrimonio, no restituye, como en cualquier ejercicio judicial básico, los derechos de aquellos que, por la fuerza, fueron despojados de sus bienes por las Farc. Tampoco estipula que el peculio de este grupo que no haya sido fruto del despojo sea confiscado definitivamente, para que nunca regrese, a través de modo ninguno, a los victimarios.  Además viola flagrantemente, el derecho fundamental a la reparación a las víctimas,  pues, según la sentencia SU-254/2013, dichos recursos deben destinarse a la reparación de las víctimas. Como si fuera poco, constituye una extralimitación, pues los temas penales que abarca son competencia exclusiva e indelegable del Congreso.
 
La Constitución ordena que toda facultad extraordinaria debe ser de materia restringida, para evitar la sustitución de las facultades legislativas del Congreso. Pero, en esta ocasión, se dio vía libre al Gobierno para “legislar de oficio” sobre todas las materias.  De este modo, se hirió con mayor sevicia el equilibrio de poderes que, durante este gobierno, ha estado agonizante.  Con el solo análisis de estos decretos-ley, se ve cómo el presidencialismo colombiano está desbordado, usurpando territorios de las ramas judicial, legislativa y electoral, hasta niveles de los que ni siquiera Chávez gozó en su momento.  Con desosiego, debemos recordar que esta suerte de facultades extraordinarias para el Jefe del Estado han sido comunes en todas las dictaduras. 
  
*Codirectora del Partido Liberal
Presidenta Honoraria Federación Colombiana de Víctimas de las Farc

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¿Antioquia federal? No: ¡Colombia federal!

La impopularidad del presidente Santos registrada en las últimas encuestas nacionales refleja el descontento general por la falta de coherencia del Gobierno en materias tales como la tributaria, la de seguridad, la del respeto a las decisiones del constituyente primario, la de la justicia, la de la propiedad privada, la del medioambiente, la de la inclusión, la de la corrupción y la de las víctimas. A estas hay que sumar la inconsistencia de un discurso de descentralización, precisamente desde el gobierno más centralista que hemos tenido desde los tiempos de Núñez, que diezma cada día más la autonomía de gobernadores y alcaldes y centraliza los recursos en los bolsillos de los ministros, con miras a un año de elecciones.

 

Prueba de esa bipolaridad es la perorata del presidente Santos sobre la construcción del desarrollo y de la paz desde los territorios, mientras impulsa iniciativas tan centralizadoras como el nuevo proyecto de Acto Legislativo de Regalías, el cual establece adjudicar centralizadamente, desde el Ministerio de Hacienda y Planeación Nacional, ocho billones de las regalías que, por derecho, son recursos que deben ser asignados directamente por alcaldías y gobernaciones a través de los OCAD. 

 

En mis visitas a las poblaciones más vulnerables de 31 de nuestros 32 departamentos, he constatado cómo, por estas mismas causas, la inmensa brecha de desarrollo que, históricamente, ha separado a las grandes ciudades y a los sectores rurales del país se ha profundizado durante este gobierno. Y este desequilibrio ha sido decisivo, justamente ahora, en el desencadenamiento de los serios paros que está enfrentando el país.

 

Casi todas las necesidades básicas insatisfechas que padece la población en regiones mal llamadas periféricas, como el Pacífico, la Amazonía, la Orinoquía y buena parte del Caribe Colombiano, son reflejo del olvido que sufren esas zonas, por culpa del centralismo.  Ante un panorama semejante, caldo de cultivo de las distintas violencias, no resulta exagerada la aseveración del escritor y político gallego Alfonso Rodríguez Castelao de que “No hay más solución que el federalismo para llegar a la paz”.

 

Pero, contrario al derrotero de este gobierno, la descentralización debe partir de un proceso de planeación y de proyección desde los propios territorios: sólo a través de la educación para la participación responsable de las comunidades y del efectivo delineamiento de las prioridades de los territorios se puede allanar el camino.  Jalonar de manera eficiente las vocaciones económicas que cada región determine, a mediano y largo plazo, aseguraría el abastecimiento del mercado nacional e internacional en aras de garantizar una economía sólida y competitiva en cada territorio.  Al decir de De Gaulle, la descentralización es “La única vía que conduce al espíritu de empresa”.

 

El fracaso de la "descentralización" inscrita en la Constitución del 91, en la mayoría de los casos no se ha debido a mala fe o a corrupción de los gobernantes locales, sino a la falta de acompañamiento del Gobierno nacional y de capacitación para el manejo de los presupuestos que, por derecho, deben ser ejecutados por alcaldes y gobernadores.

 

Sin duda alguna, una mayor equidad en la distribución, una mayor autonomía en los presupuestos y  una mayor participación ciudadana en el manejo de los mismos generarían un desarrollo mucho más parejo en toda la geografía nacional.  Un ejemplo sobresaliente en todo el país fue el presupuesto participativo en las comunas de Medellín, que permitió la participación activa y juiciosa de cada comuna en las decisiones respecto al presupuesto de inversiones y la veeduría a su respectivo cumplimiento.

 

La descentralización ha sido esencial en el crecimiento de las mayores naciones del mundo, casi todas federalistas, como los Estados Unidos, Canadá, Australia, Rusia, Bélgica, Alemania, Austria, Suiza, Italia y España, entre otras muchas de desempeño económico ejemplar. Como liberales y discípulos de Santander, que siempre preconizó las virtudes del federalismo (en la onda de autores como Montesquieu, Kant, Madison y Víctor Hugo),  estamos convencidos de la conveniencia de la consolidación no sólo de una Antioquia federal, sino de una Colombia federal. Valga la pena recordar que, en nuestro país, este tema tan importante no ha sido promovido exclusivamente en Antioquia, sino que ha gravitado siempre en departamentos como el Valle del Cauca y en regiones como la Costa Caribe, bajo el liderazgo de otro liberal comprometido con la autonomía regional, el gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa.

 

Como decía Tocqueville, el federalismo fue creado “para unir las ventajas diversas que resultan de la grandeza y de la pequeñez de las naciones”.  Desde el Congreso, seguiremos luchando por esa Colombia federal, donde departamentos y municipios reciban, efectivamente, los recursos que, por mandato constitucional, les corresponden, pues, para alcanzar la modernización, la competitividad, la primacía del interés general y la equidad, las regiones deben potenciarse, y la democracia, repartirse mejor.

 

*Senadora de la República

Codirectora del Partido Liberal

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Congreso: es ahora o nunca (segunda parte)

“Tenemos fe en que el Senado, a la hora de debatir, tendrá en cuenta que el apoyo al proceso de paz no puede partir de obviar a las víctimas”.

 

Medellín, febrero 7 de 2017.- Como explicábamos en la columna anterior, esta semana, el Senado entra a discutir el Proyecto de acto legislativo 02 de 2016 de Cámara (acumulado con el Proyecto de acto legislativo 03 de 2016 de Cámara), “por medio del cual se crea un título de disposiciones transitorias de la Constitución para la terminación del conflicto armado y la construcción de una paz estable y duradera y se dictan otras disposiciones”.

 

La Cámara de Representantes lo ha debatido ya y el resultado es verdaderamente desolador para las víctimas. Es vergonzoso ver cómo, nuevamente, se aprobó priorizar a los victimarios, muy por encima de los derechos y de la dignidad de las víctimas. Por ello, como hemos anunciado desde hace algunos días, presentaré a la plenaria del Senado un bloque de proposiciones nacidas del sentir de las más de 68.000 víctimas congregadas en la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc, en aras de que remita el nuevo atropello que se está configurando no sólo contra las víctimas, sino contra el grueso del pueblo colombiano y contra los principios básicos de la democracia, de la justicia y de lo que debe ser la paz.  Estas son algunas de las nuevas proposiciones que sumamos ahora a las que hemos expuesto en días anteriores:

 

- Los grupos ilegales que sean juzgados por la Jurisdicción Especial para la Paz no pueden tener ninguna injerencia ni en la conformación ni en el funcionamiento del Comité de Escogencia que seleccionará a los miembros de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, y al director de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas en el Contexto y en Razón del Conflicto Armado.

 

- Los victimarios tienen que reparar a sus víctimas con sus bienes, colectivos e individuales, conforme al inventario de daños causados, sin condicionar a estas a reconciliarse.  

 

- Los victimarios deben cumplir la reparación a sus víctimas, antes de poder recibir beneficios.

 

- Los fondos aportados por los victimarios para la reparación deberán ser complementados con recursos estatales definidos en rubro del Presupuesto General de la Nación, priorizarán los municipios con mayor número de víctimas e incluirán recursos de cooperación.

 

- Los victimarios no podrán controlar los mencionados recursos.

 

- Deben prevalecer las víctimas y sus organizaciones sobre los victimarios en presupuesto, atención, garantías, ejecución, difusión, desestigmatización y protección en toda medida o decisión social, económica, política, judicial o humanitaria, incluido acceso a tierras, vivienda, educación, salud, vinculación laboral, contratación, planes nacionales o asignación de curules en corporaciones públicas.

 

- La participación de las víctimas deberá ser en proporción 6 a 1 respecto a sus victimarios o a los delegados de estos, en cuanto a la planificación, decisión, ejecución, verificación, seguimiento, evaluación, control y veeduría del desarrollo de los acuerdos y sus recursos, en toda política, programa, comisión y entidad legislativa, administrativa y ciudadana que sea creada o conformada, en razón de los mismos.

 

- Es precido prohíbir durante, al menos, cincuenta años, la divulgación y el uso de simbología, himnos e insignias alusivos a los grupos ilegales desmovilizados. Los diseños y la ubicación de los monumentos del posconflicto deberán ser elegidos por las víctimas y no podrán hacer apología a los victimarios.

 

- En el caso de los miembros de grupos ilegales que suscriban acuerdos con el Gobierno nacional, los máximos responsables no podrán ser eximidos por desconocimiento o falta de control sobre sus subordinados cuando estos hayan actuado con ocasión o en relación directa o indirecta con el grupo o por conductas donde la existencia del grupo ilegal haya sido la causa de su comisión o haya jugado un papel sustancial en la capacidad, decisión, manera o en el objetivo del perpetrador para cometer el delito.

 

- No pueden estar habilitados para ser designados como empleados públicos o trabajadores oficiales o para celebrar personalmente, o por interpuesta persona, contratos con el Estado los miembros de los grupos armados organizados al margen de la ley que hayan suscrito un acuerdo de paz con el Gobierno o se hayan desmovilizado individualmente, que sean máximos responsables de crímenes de lesa humanidad, genocidio o crímenes de guerra.

 

Con la misma cohesión, coherencia e independencia con que hemos librado otras batallas a lo largo de este proceso de paz, las víctimas defenderemos estas propuestas, cuya aprobación es la última esperanza que nos queda antes de tener que deplorar que las tres ramas del poder en Colombia, autistas, incapaces de hacer frente a los problemas más urgentes del país, hayan quedado sometidas a los autores de los crímenes más atroces que haya conocido nuestro continente, y no al contrario, como sería lógico en cualquier Estado de Derecho.  Como decía Montesquieu, el padre del equilibrio de poderes: “No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencias de justicia”. 

 

Tenemos fe en que el Senado, a la hora de debatir, tendrá en cuenta que el apoyo al proceso de paz no puede partir de obviar a las víctimas y que, si los derechos de estas no son garantizados, el éxito del proceso tampoco podrá serlo.

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Congreso: es ahora o nunca

"Guardaremos la esperanza de que esta vez los congresistas se comprometan a corregir el proceso, para que este sí conduzca a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas": senadora Sofía Gaviria Correa.

Medellín, enero 30 de 2017.- La semana entrante, el Congreso entrará a discutir el Proyecto de acto legislativo 02 de 2016 de Cámara (acumulado con el Proyecto de acto legislativo 03 de 2016 de Cámara), "por medio del cual se crea un título de disposiciones transitorias de la Constitución para la terminación del conflicto armado y la construcción de una paz estable y duradera y se dictan otras disposiciones".

En aras de que dicho proyecto contribuya efectivamente al objeto consignado en su título, en representación de las víctimas de las Farc reunido en FEVCOL, presentaré una serie de proposiciones. En caso de que fueran aprobadas, el Congreso daría un paso adelante en la defensa de su independencia y de los intereses de la gran mayoría de nuestro pueblo. Quisiera compartir con ustedes algunas de estas sugerencias:

- El Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, que se crea con este acto legislativo, deberá reconocer, además del principio de satisfacción de los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, el principio de rendición judicial de cuentas, de confesión de todos los hechos y de esclarecimiento de toda la verdad, por parte de los grupos victimarios que suscriban acuerdos con el Gobierno Nacional.

- Ningún escrito judicial o extrajudicial de confesión de hechos victimizantes podrá consignar excusas o justificaciones ni apología a actos inhumanos, degradantes o a las violaciones de derechos humanos o crímenes de guerra.

- Los desmovilizados de grupos ilegales estarán obligados a asistir a audiencias públicas transmitidas por medios audiovisuales ante las víctimas y a responder a todos sus reclamos. Deberán declarar y confesar la verdad completa, detallada y exhaustiva de manera individual, reconocer su responsabilidad sin justificarlos o negar los hechos. La omisión de la verdad completa se calificará como incumplimiento a los compromisos.

- En cuanto a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto armado, que también se establece por este acto legislativo, las acciones humanitarias que esta desarrolle deberán estar coordinadas con las organizaciones de víctimas que suscriban acuerdos con el Gobierno Nacional.

- Sólo podrán estar relacionados con la dejación de armas el delito de porte ilegal de armas y los demás delitos políticos. No estarán relacionados con la dejación de armas los delitos continuados de reclutamiento de menores; cultivo, producción o comercialización de estupefacientes; secuestro; extorsión; homicidio; explotación ilegal de minas, entre otros.

- Es preciso prohibir la negociación con grupos ilegales sin que estos previamente hayan cesado hostilidades, incluidos los delitos continuados contra la población, y sin que se hayan verificado la liberación de secuestrados y de menores de edad reclutados, y la entrega de información sobre todos los desaparecidos, fosas y minas antipersonales.

- Al momento de suscribir un acuerdo de renegociación definitivo, tanto el grupo ilegal en conjunto, como cada uno de los desmovilizados, deben como requisitos de acceso a la justicia transicional, dejar las armas, garantizar la desmovilización plena, bajo verificación por sus víctimas, y entregar información detallada de delitos continuados, de menores reclutados, de secuestrados, de fosas, de la estructura del grupo, de sus zonas de influencia, armas y modus operandi, de bienes colectivos e individuales de sus miembros y cooperantes, rutas, mapas de minas antipersonales, disidentes, proveedores, financiadores, aliados y testaferros.

- Los desmovilizados de grupos ilegales que incumplan los compromisos transicionales o reincidan deben perder todos los beneficios de la justicia transicional y se someterán a las penas y medidas de la jurisdicción ordinaria, con posibilidad de extradición, cuando apliquen los casos.

- Los desmovilizados no podrán portar armas, ni pertenecer a organismos de seguridad pública o privada, ni a organismos de inteligencia, unidades o salas técnicas de investigación delictiva, ni podrán estar en zonas donde tuvieron relación con cultivo, producción o comercialización de estupefacientes, actividades extorsivas o terroristas, hasta haber cumplido sus penas.

- Las decisiones, procedimientos y normas penales de la Jurisdicción Especial para la Paz tendrán que ser acordes a la jurisprudencia constitucional y ordinaria de la Corte Constitucional, de la Corte suprema de justicia y del Consejo de Estado. Sus magistrados no dictarán normas procedimentales ni harán interpretaciones fuera de las normas preestablecidas.

Guardaremos, como Pandora en su cofre, la esperanza de que esta vez los congresistas se comprometan a corregir el proceso, para que este sí conduzca a la verdad, a la justicia y a la reparación de las víctimas, apostándole a estas propuestas, cuya materialización reduciría el mal sabor que ha dejado la firma de un acuerdo por encima del mandato sagrado de la mayoría del país, que se pronunció en el plebiscito.

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A defender con coherencia los Derechos Humanos

 

"La protección a los Derechos Humanos siguió evolucionando en el discurso, pero, en los hechos, pareciera que hubiera retrocedido": senadora Sofía Gaviria Correa.


 

Medellín, enero 17 de 2017.- "All men are born equal", es el principio base de la fundación de los Estados Unidos, esa que consolidaron Washington, Adams, Jefferson, Jackson, Franklin y Hamilton, quienes soñaron con un país en el que todos tuvieran asegurado el ejercicio de los derechos en igualdad. Para llegar a esa meta, en esa gran nación, el proceso ha sido lento: tomó más de un siglo lograr que las mujeres, los pueblos autóctonos y los afroamericanos pudieran acceder a esa igualdad. Luego, hace muy poco, les llegó el turno a las minorías sexuales, y, apenas en el último mandato, se hicieron importantes esfuerzos por que los millones de inmigrantes ilegales pudieran gozar de los derechos de todos.



Esta revolucionaria noción de igualdad, que implica una ruptura conceptual con el antiguo régimen de privilegios legales para unos pocos, fue desarrollada durante la Ilustración, especialmente por Rousseau, y fue oficializada por primera vez en la Constitución de los Estados Unidos, en 1787, para, poco después, quedar eternizada en el lema de la Revolución Francesa, que clamaba por "Libertad, igualdad y fraternidad".



Ese es el gran recordatorio del presidente Obama, en el discurso de despedida que pronunció en Chicago, el pasado martes. Aunque este presidente , de profundo criterio social, para muchos no llenó las expectativas (sobre todo, en materia de política internacional y de defensa de los Derechos Humanos allende las fronteras de su país), claramente es un hombre que pone a pensar al mundo y es un líder comprometido con esos valores fundamentales que, en la política oportunista e individualista de hoy, están siendo soslayados. Valga la pena mencionar las reflexiones urgentes de la Unión Europea, en la lucha contra los nacionalismos de diferentes tipos, en aras de respetar la diversidad, siempre entendida con una base común en la defensa de la igualdad de todos los ciudadanos en el ejercicio de los derechos, independientemente de sexo, raza, lengua, religión, origen, ideología política o cualquier otra característica individual.



Esa es la gran reflexión con la que comenzamos el año, luego de que, en el 2016, la protección a los Derechos Humanos siguió evolucionando en el discurso, pero, en los hechos, pareciera que hubiera retrocedido. El año pasado, a causa de la amenaza terrorista, se llegó al impensable de que las dos grandes naciones fundadoras de la Teoría del Equilibio de Poderes, Francia e Inglaterra, entraran en la lista de aquellas que avanzan en esta involución. En Inglaterra, el crecimiento del antieuropeísmo tiene en vilo al país, y, en Francia, con excusa en los atroces ataques terroristas, se sospecha que se ha llegado al extremo de permitir que la principal agencia de seguridad de ese país esté violando los Derechos Humanos, fuera del territorio de Francia, justificándose en la necesidad de defender la seguridad nacional. "La democracia puede tambalear cuando se entrega al miedo", es una de las más contundentes frases del discurso de Obama, que pueden aplicarse ante este panorama.



Esta semana, vendrán a Colombia el presidente francés, François Hollande, y el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, quienes visitarán zonas de agrupamiento de las Farc. En un mundo globalizado, los hechos no pueden leerse aisladamente. Por ello, esta visita pone a estos dirigentes europeos en la mira de si, efectivamente, su política de lucha contra el terrorismo y su defensa de la igualdad es de principios o si es una política oportunista, proteccionista e imperialista. En consecuencia, desde la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (FEVCOL), hacemos un llamado a estos importantes líderes del Viejo Continente, para que no sólo se entrevisten con nuestros victimarios, sino, con mucha mayor razón, con nosotros, las víctimas de esos perpetradores de los hechos más atroces que conozca la humanidad.



Así mismo, apelamos al presidente Hollande y al ministro Steinmeier para que alcen su voz (de tanta resonancia en el mundo) para que, efectivamente, las Farc cesen la ejecución de hechos victimizantes, para que, en esas zonas de concentración que van a visitar, no haya más presencia de menores reclutados forzosamente por las Farc (que, desde hace tiempo, deberían estar con sus familias y en programas estatales de recuperación) y para que las Farc, finalmente, entreguen al mundo la verdad sobre el paradero de las 704 secuestradas por ellos, de quienes sus familias ignoran totalmente el sino.



El Código Penal de Francia garantiza la igualdad de las personas ante la aplicación de la ley, cuando dispone que: "Las personas que se encuentren en condiciones similares y que sean juzgadas por las mismas infracciones deben ser juzgadas según las mismas reglas". Por ende, durante la estadía en Colombia del presidente francés y del ministro alemán, los colombianos demócratas, los que creemos en el Estado de derecho y en que la Ley es para todos, tenemos el reto de transmitirles a las grandes potencias el mensaje de que ese discurso que defienden con vehemencia sobre la imposibilidad de aceptar los medios terroristas para luchar por las ideas no debe ser una responsabilidad exclusiva de los demócratas en su territorio sino en todos los territorios.

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En contraste...¡la verdad!

 

 

"Los pacifismos que niegan la verdad jamás construirán país, ni verdadera paz.": senadora Sofía Gaviria Correa.

 

Mientras, teatralmente, se firmaba por segunda vez el mismo acuerdo de espaldas a las víctimas de las Farc, no pude dejar de pensar en esas más de setecientas madres que, en ese mismo instante, estaban sumidas en la desesperación de no saber dónde ni en qué condiciones estaban sus hijos, sus seres más queridos, secuestrados infamemente por las Farc. Pensé que, en ese momento, en contraste, esas madres se veían sometidas a la revictimización de ver a los responsables del secuestro de sus hijos siendo tratados como jefes de Estado, mientras a ellas se les negaba su dolorosa realidad.



Pensé también en esas otras cientos de miles de madres, como mi madre, que han perdido a sus hijos, asesinados por las Farc, y que, diariamente, se ven enfrentadas al dolor de ver a sus victimarios sonreír, mientras su reparación y su reconocimiento como víctimas, en mayoría de los casos, no llegan.



Y, en contraste con la alegría cotidiana de mis hijas, de 12 y 14 años, no pude apartar de mi mente a esas miles de madres a las que las Farc les arrebataron sus hijos de escasos 9, 12 ó 13 años, mientras muy pocos exigen el retorno inmediato de estos, a su lado.



En contraste con la buena atención médica que recibo normalmente, pensé en las miles de madres que se han visto en la angustia de hacer filas en los hospitales con sus hijos desangrándose por las minas sembradas por las Farc y en aquellas que reúnen monedas para poder llevar al centro hospitalario más cercano a sus hijos que agonizan por desnutrición, pues perdieron la posibilidad de sustento para ellos, a causa de la miseria y desolación en que las Farc dejaron tantos territorios.



Tampoco pude alejar de mi mente a aquellas madres, que, desesperadas, han tenido que dejarlo todo y huir de sus pueblos para salvar a sus hijos de la mano asesina de las Farc. O a las tantas madres que no han podido serlo, porque ese grupo las obligó a abortar.



En contraste con la comedia en el Teatro Colón, estaba la tragedia de todas esas madres. Y todo ello, justamente, en la semana de la no violencia contra la mujer.



De los más de 58.000 miembros de la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc, que, a la vez, representamos a muchísimas más víctimas, más de la mitad somos mujeres: madres, abuelas, hermanas, viudas, que vemos con indignación cómo los máximos perpetradores de estos horrores niegan, en este proceso esquizofrénico, ser los responsables de ese dolor.



No nos cansaremos de señalar estos contrastes, porque los pacifismos que niegan la verdad jamás construirán país, ni verdadera paz. Nos duele ver cómo puede haber "pacifistas" que, llenos de rencor, estén desestimando el dolor de esas madres, mientras aplauden el valor de las Madres de la Candelaria, en Medellín, o de las Abuelas de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires. Vale recordar que a todas estas madres víctimas aplica la frase del cantautor español Ismael Serrano, quien canta: "Madre, tu hijo no ha desaparecido. Lo encuentro andando contigo. Lo veo en tus ojos, lo oigo en tu boca, y en cada gesto tuyo".



En esta etapa del proceso, me preocupan altamente la estigmatización que se está haciendo de quienes, ante todo, defendemos la vida, y la descalificación que sufrimos quienes luchamos por que esas madres, por que todas las mujeres víctimas, seamos escuchadas. Los que, con mala intención, frivolizan nuestras reclamaciones tienen que saber que ellas nacen del amor y no del odio, y de la solidaridad y no del resentimiento.



En contraste, la verdad.

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Víctimas en Bogotá sin vivienda, a audiencia pública

 

La Comisión Séptima del Senado aprobó una proposición de la senadora Sofía Gaviria Correa en el sentido de realizar una audiencia pública sobre la falta de viviendas para las víctimas del conflicto armado en Bogotá. La Capital Colombiana alberga alrededor de 600 mil víctimas, en su mayoría, desplazados.



Luego de la refrendación del Congreso de la República del nuevo acuerdo de paz, el país empieza a girar en torno al postconflicto y en la reparación de las víctimas del conflicto armado, que suman alrededor de 8 millones de personas diseminadas en los principales centros urbanos de Colombia.


En lo relacionado al derecho a tener una vivienda, las víctimas del conflicto armado, siguen pidiendo a gritos soluciones al gobierno nacional y a los entes territoriales. Por ejemplo, en Bogotá, donde hay cerca de 600 mil desplazados, los proyectos del Distrito han sido escasos, que aún se sigue resaltando la entrega de 361 soluciones de vivienda en el Parque la Hoja, en el centro de la ciudad, en 2015.


“En Bogotá hay 600 mil víctimas registradas, ya se podrá imaginar cuál podrá ser el déficit porque la mayoría son desplazadas; las víctimas tienen que ser prioridad y habrá que ver con rigor las cifras que siempre son encontradas”, aseguró la senadora Sofía Gaviria Correa, citante de la audiencia pública.


A esa sesión que tendrá lugar en el recinto de la Comisión séptima (por determinarse la fecha), estarán citados los representantes del ministerio de vivienda y de la alcaldía de Bogotá con el fin de que rindan cuentas sobre los proyectos encaminados a proteger a las víctimas. “De los más de ocho millones de víctimas registradas, sólo han sido reparadas 590.000 (menos del 8%)”, escribió en su blog la senadora Sofía Gaviria.


El año pasado, el Ministro de Vivienda, Ciudad y Territorio, Luis Felipe Henao Cardona, informó que 43.000 familias desplazadas habían sido beneficiadas con viviendas gratuitas. La misma entidad, a finales de 2013, estimó que “el 42,5% de los hogares en situación de desplazamiento por el conflicto interno, manifestó ser arrendatarios sin contrato escrito, y sólo un 25,1% habita viviendas con títulos de propiedad”.

 

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"No se tuvo en cuenta mi proposición": senadora Sofía Gaviria

 

 

Constancia de la Honorable Senadora Sofía Gaviria Correa, ante la plenaria del Senado de la República del miércoles 30 de noviembre de 2016.

En la plenaria de hoy, dejo constancia de que, en el debate de ayer, inscribí una proposición sustitutiva para condicionar la refrendación del acuerdo con las Farc a que ese grupo diera información sobre los 704 secuestrados por los que aún no ha respondido. El presidente de esta corporación ni siquiera consideró mi proposición.



En el mismo debate, Herbin Hoyos y yo denunciamos la indiferencia del Gobierno ante estos secuestrados y la revictimización que, para sus familias, significa la negación sistemática de las Farc acerca su responsabilidad al respecto. Durante las conversaciones posteriores al plebiscito, desde la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc presentamos una lista de esos 458 civiles y de más de 250 uniformados, por los cuales las Farc tienen que responder. En dicho documento, incluimos las especificaciones de modo, tiempo y lugar de cada uno de estos secuestros.



No se puede pensar en mayor infamia que negar esos secuestros, mucho menos cuando nuestro listado coincide con el del Comité Internacional de la Cruz Roja, autoridad pertinente en esta materia, en el país.



Vivos se los llevaron y vivos tienen que volver, tiene que seguir siendo el clamor por los secuestrados y desaparecidos en todo el mundo. Para la historia, dejo constancia de que, en el procedimiento de la refrendación de los acuerdos, no se tuvo en cuenta mi proposición.

 

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Sofia Gaviria entrega presidencia de Comisión de Derechos Humanos

 

Su gestión se enfocó en la defensa de los derechos de las minorías y de las víctimas del conflicto.

En la Secretaría General del Senado de la República, la senadora liberal Sofía Gaviria hizo entrega de la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de esa corporación, de la cual estaba a cargo desde septiembre del año pasado.



Al despedirse del cargo, la senadora Gaviria presentó un informe detallado de las actividades desarrolladas durante su gestión, el cual recibió elogiosos comentarios de congresistas de todos los partidos con presencia en la comisión.



En coherencia con el planteamiento de la presidenta Gaviria, para quien el Congreso debe descentralizarse efectivamente, bajo su presidencia, la comisión realizó 23 audiencias públicas y foros, en quince municipios del país.



La senadora Gaviria, durante su período, hizo, además, permanente veeduría al drama de las muertes por desnutrición de niños indígenas en Colombia e informó periódicamente al país de dicho seguimiento. En consecuencia, se encargó de conseguir los recursos financieros, humanos y logísticos para realizar seis brigadas de salud con niños y madres lactantes Wayuu del departamento de La Guajira, en las cuales fueron atendidas 2.890 personas, y tres brigadas, con afros e indígenas, en el departamento del Chocó, en las cuales recibieron evaluación y atención médica 873 personas.



Como seguimiento a las audiencias realizadas con comunidades indígenas, la presidenta de la Comisión asumió los gastos necesarios para desplazarse a las ciudades de París y Quito, para buscar cooperación internacional necesaria para la protección de los derechos de esos pueblos.



La senadora Gaviria quiso reforzar el papel de la comisión como mediadora, por lo cual realizó mediación en el paro de madres comunitarias, en el pasado mes de abril; en el paro campesino e indígena que tuvo que enfrentar el país, en el mes de junio, y en el paro del Sena, en octubre.



Realizó también, en conjunto con la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes, veeduría a la crisis humanitaria causada por el cierre de la frontera colombo venezolana y se la expulsión masiva de colombianos, en septiembre de 2015.



Bajo su dirección, la comisión recibió y dio trámite a más de 850 solicitudes de acompañamiento, provenientes de la ciudadanía, especialmente desde centros penitenciarios del país.



El nuevo presidente, el senador Alexander López, del Polo Democrático, se comprometió a continuar con esta pauta de trabajo humanitario y social.

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La Reforma Tributaria: una colcha de retazos

 

Por estos días, además del seguimiento al proceso de paz y a la renegociación de un nuevo acuerdo, todos los colombianos, especialmente los congresistas, nos hemos concentrado en examinar el alcance de la reforma tributaria propuesta por el Gobierno. Y, al evaluarla, nos encontramos no con la reforma estructural que todos esperábamos, sino con una colcha de retazos.

 

El ministro Cárdenas ha logrado con ella lo que parecía imposible: que a un mismo proyecto se opusieran los empresarios y los trabajadores; los estratos altos y los bajos; la derecha y la izquierda. Tal vez lo más criticado ha sido la idea de castigar a la clase media y a la baja, al aumentar el IVA al 19%, en abierta contravía al programa del Santos del 2010, que declaraba que “el aumento del IVA retiene la capacidad de compra y disminuye la dinámica comercial”.

 

Hoy, el Ministro de Hacienda presenta esta adición como una alternativa para no gravar la canasta familiar, pero omite decir que sesenta alimentos de la misma ya están gravados con el 5% y que lo cierto es que, de todos modos, la canasta familiar, que equivale al 41% del gasto de las familias en Colombia, sí se verá afectada por esta reforma, a través del incremento que habrá en los costos de la comercialización de los alimentos, a causa del alza de la gasolina (absolutamente injustificada, como ha explicado múltiples veces mi colega y copartidario el senador Luis Fernando Velasco). Además, el IVA es un impuesto que tiene un carácter plurifásico, pues se aplica en cada una de las etapas necesarias para que los productos lleguen hasta el consumidor.

 

Así, en el camino, sin necesidad de gravar más la canasta familiar, esta reforma hará que los productos de la misma se encarezcan considerablemente. Si la prioridad de un país como Colombia tiene que ser la erradicación del hambre y de la desnutrición, ¿podremos lograrlo a través de una reforma que desfavorece la producción y la comercialización de los productos básicos para la alimentación de todos?

 

Por lo demás, la propuesta del Gobierno no hace la revisión que urge de qué debe estar y qué no en la canasta familiar, en pos de lograr una mejor aproximación a lo que debe ser gravado con el IVA. ¿Cómo justificar, por ejemplo, que los aceites refinados, las margarinas y las grasas, base para cocinar el 70% de los alimentos en Colombia, queden por fuera de la canasta familiar y, por tanto, sean gravados en un 19%? ¿Y, mientras tanto, cómo es posible que la cerveza sí sea considerada como parte de la canasta familiar? Esto sin hablar de cómo la reforma afectará a la gran mayoría de los asalariados de nuestras ciudades, que, por razones de tiempo, tienen que almorzar diariamente fuera del hogar. Estos almuerzos subirán de precio por cuenta del impuesto al consumo, a las grasas y a la gasolina. Estas son solo algunas de las muchas “cascaritas” de las cuales la reforma está plagada, las cuales, sin duda, disminuirán considerablemente la capacidad adquisitiva de nuestra clase media.

 

Es cierto que la Nación necesita llenar el creciente hueco fiscal al que nos tiene enfrentados la administración de Cárdenas, el cual, como se prevé, seguirá hinchándose (los más optimistas afirman que nuestra economía no crecerá más del 1% el año entrante y que su desaceleración continuará hasta el año 2022). Pero este panorama sombrío no se resuelve desestimulando la inversión, ni mucho menos obligando a todos los hogares del país a apretarse el cinturón, sino a través de estrategias alternativas, como las 22 que propusimos al Gobierno, el año pasado, para evitar la venta de Isagén.

 

Si el Gobierno insiste en esta reforma y sigue negándose a estudiar las otras posibilidades, especialmente las relacionadas con fortalecer la lucha contra la corrupción y con generar en la ciudadanía confianza en que los impuestos irán a donde tienen que ir y que redundarán en el mejoramiento de la calidad de vida de todos, los colombianos deberemos adelantar un juicio político al Ministerio de Hacienda.

 

Es inconcebible que, en lo que va corrido del gobierno de Santos, esta sea la tercera reforma tributaria que presenta. ¿Dónde quedó el candidato presidencial que, en el 2010, afirmaba que “Las reformas tributarias generan inestabilidad jurídica?”. Mauricio Cárdenas, dentro de su visión conservadurista, debería entender que tres reformas tributarias consecutivas son la invitación clara a salir corriendo del país o a nunca llegar a Colombia a hacer inversiones importantes en proyectos de desarrollo. En próximas columnas, seguiremos compartiendo nuestras consideraciones sobre otras amenazadoras sorpresas que nos trae la reforma.

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Visteme despacio, que tengo prisa

 

 
La semana pasada, en reunión presidida por el Ministro de Defensa, la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (FEVCOL), puso en consideración de la mesa de sectores que buscan facilitar la renegociación de los acuerdos con las Farc, un bloque de las propuestas preliminares formuladas por las diferentes entidades integrantes de la Federación, en pos del buen suceso del proceso de renegociación.
 
 
Las propuestas contienen las exigencias mínimas de las víctimas del conflicto y desarrollan propuestas que, desde el 2014, las víctimas hemos venido consolidando. Están resumidas en propuestas sociales, económicas, humanitarias, políticas y judiciales. Procuramos garantizar con ellas, en forma integral, los derechos de las víctimas a la verdad, a la justicia, a la reparación integral y a la garantía de no repetición.
 
 
En dicha reunión, se definió una metodología consistente en comparar con el acuerdo sellado en La Habana las propuestas presentadas por el Centro Democrático, por los sectores conservadores de Marta Lucía Ramírez, Andrés Pastrana y Alejandro Ordóñez, por los cristianos y, por supuesto, por las víctimas, y, con base en ese comparativo, determinar cuáles son las propuestas de mayor viabilidad y de mayor importancia. Los representantes del Gobierno aseguraron que, si se sigue esa metodología, la renegociación no tendría por qué durar más de un mes y medio.
 
 
El clima de la reunión fue muy constructivo la mayor parte del tiempo. Vi en los representantes de los distintos sectores la mejor voluntad de paz. Todos buscamos desarrollar una discusión respetuosa que rescatara lo mejor de los aportes de cada uno.
 
 
El doctor Humberto de la Calle, jefe del Equipo Negociador, dio especial importancia a las solicitudes humanitarias de las víctimas, que hicimos hincapié en querer ser la amalgama entre el «Sí» y el «No», para hacer que las partes se encuentren y demostrar que no hay distancias insalvables, sino todo lo contrario.
 
 
Los resultados del plebiscito, teniendo en cuenta también el amplio abstencionismo, demuestran que lo que el pueblo soberano anhela es un nuevo acuerdo nacional. Por ello, nos parece que el nuevo aire que se le está dando al proceso es el marco ideal para la inclusión en la negociación de los demás actores armados, como las Bacrim y el ELN, para, definitivamente pasar la página de la violencia en Colombia. Si las víctimas de las Farc vamos a hacer un sacrificio, en cuanto nuestro derecho a la justicia, en aras de la paz, nos parece pertinente y necesario que ese esfuerzo sea compartido con las víctimas del ELN y con las de las Bacrim, si esos grupos se comprometen a un sometimiento jurídico. Tras dicho compromiso, el mecanismo ideal para sellar el nuevo pacto nacional por la legalidad del que hemos hablado varias veces sería a través de una constituyente.
 
 
En cuanto a las Farc, tienen que entender que el acuerdo que negociaron se cayó por voluntad del pueblo, que la sociedad colombiana les está pidiendo un compromiso mayor con la paz y que eso quiere decir que tendrán que revertir algunos de los puntos que pensaban haber logrado a su favor, si realmente quieren lograr una garantía de no repetición y, sobre todo, evitar retaliaciones contra ellos.
 
 
En medio de la reunión, recibimos la buena noticia de la prórroga del cese bilateral hasta el 31 de diciembre. Con esto, se hace innecesaria la exigencia de un «Acuerdo Ya», pues, mientras haya cese al fuego, tendremos la tranquilidad de detenernos a debatir y a estudiar las propuestas, sin la angustia de hacer una paz apresurada. La paz se puede construir de una mejor manera, pronta y segura, con mayor pluralidad y participación. Y, para esto, vale aquí apelar al dicho popular (adjudicado a monarcas, como Napoleón o Fernando VII de España) que dice: “Vísteme despacio, que tengo prisa”.
 
 
Las víctimas estamos comprometidas con la paz y buscamos que, en aras de la cristalización de la misma, nos sea concedido el espacio necesario para que se pueda afirmar que somos el “centro del proceso”.
 
 
Para que los acuerdos salgan adelante, se necesita reducir los protagonismos personales e iniciar un camino más jurídico que político, en el que se tengan en cuenta muy especialmente los derechos y las consideraciones de las víctimas.
 
 
Esperamos que la evaluación de nuestras propuestas conduzca al equilibrio que anhelamos todos los colombianos, para que nos sintamos todos vinculados a un nuevo pacto por la paz.   
 

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El Presidente se comprometió con las víctimas de las Farc

 

En el Palacio de Nariño, el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, se reunió con los representantes de la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (Fevcol) para escuchar las propuestas que las víctimas de las distintas organizaciones agrupadas en la federación han formulado como aporte para una nueva negociación con las Farc.
 

Al encuentro asistieron la senadora liberal Sofía Gaviria, presidenta honoraria de la federación; Herbin Hoyos, presidente ejecutivo, y Ximena Ochoa, Reinel Barbosa, Esneida Saavedra, Luis Orlando Lenis, Sigifredo López y Derly Pastrana, entre otros, en representación de colectivos de víctimas afro, indígenas, campesinas, LGBTI, víctimas de minas antipersonales y uniformados víctimas, congregados en la federación. Por parte del Gobierno asistieron, aparte del Primer Mandatario, el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y el director de la Unidad de Víctimas, Alan Jara.


En la reunión, las víctimas explicaron al mandatario varios de los puntos que conforman el bloque de propuestas preliminares que pusieron en consideración del Gobierno, desde la semana pasada. Tras la evaluación de varios puntos, el Presidente de la República aseguró a los delegados de las víctimas que se comprometería, inicialmente, con los siguientes:


- Exigir la liberación de los secuestrados que estén vivos en poder de las Farc, como requisito para la renegociación.

- Buscar que las Farc entreguen las coordenadas de las personas desaparecidas por ese grupo, antes de la firma definitiva.

- El Presidente de la República se reunirá con familiares de los secuestrados y desaparecidos.

- La entrega de todos los menores reclutados por las Farc, con veeduría de la Federación.

- Se programará una reunión con la directora del ICBF, para garantizar la debida entrega de los menores, de cara al país.

- Los bienes de las Farc se destinarán a reparar a sus víctimas.

- Veeduría internacional para la búsqueda de bienes de ese grupo terrorista.

- Las medidas humanitarias continuarán mientras haya cese al fuego.

- Las víctimas discapacitadas tendrán prioridad.

- No habrá abuso o perjuicio contra ningún agricultor.

- Será protegido el territorio de los indígenas Yukpas, donde se había aceptado inicialmente establecer una zona de concentración de las Farc.

- Se promoverá una Ley de Veteranos de Guerra.

- Se condecorará a los uniformados actualmente en servicio, "porque triunfaron". "El triunfo de un soldado es la paz", aseveró el mandatario.

- No será suprimido del acuerdo el contenido correspondiente al enfoque de género y a la sensibilización frente a los crímenes de odio debido a condición sexual diversa.


Las demás propuestas de las víctimas serán llevadas a La Habana, donde serán discutidas con las Farc, para que, posteriormente, algunas de ellas sean incluidas en los acuerdos.

El Presidente de la República se refirió a la importancia de la reunión, al expresar: "Necesito la ayuda de las víctimas para que este proceso concluya lo más pronto posible (...) Hay que tener en cuenta el factor tiempo, pues no podemos permitir que las Farc comiencen a desmembrarse, antes de la firma".
 

Por su parte, la senadora liberal Sofía Gaviria invitó a los líderes de la renegociación a no actuar en clave electoral, a la hora de desarrollar esta nueva etapa, ante lo cual, el Presidente de la República asintió, expresando que "El proceso se envenena si se politiza".
 

La senadora Gaviria concluyó afirmando que "Las víctimas estamos comprometidas con la paz y buscamos que, en aras de la cristalización de la misma, nos sea concedido el espacio necesario para que se pueda afirmar que somos el centro del proceso. Esperamos que la evaluación de nuestras propuestas conduzca al equilibrio que anhelamos todos los colombianos, para que nos sintamos todos vinculados a un nuevo pacto por la paz".

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Senadora Sofía Gaviria acusa a mesa de La Habana de estrategía para invisibilizar víctimas de Farc

 

 

Ante la plenaria del Senado de la República, la senadora Sofía Gaviria denunció el hecho de que “el señor Alejo Vargas, encargado de coordinar las propuestas de las víctimas en la Mesa de La Habana, reconoció la existencia de una política de invisibilización de las víctimas de las Farc críticas del proceso”.
 

La senadora Gaviria, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado y codirectora del Partido Liberal, aseguró que esto se dio a pesar de la voluntad explícita de las víctimas de las Farc por participar en el proceso “de forma independiente y empoderada”.
 

Reiteró la denuncia de que, en el 2014, la Federación Nacional de Víctimas de las Farc redactó un bloque de 33 propuestas para aportar al proceso, las cuales nunca recibieron respuesta, formal o informal, de los negociadores, para concluir protestando por el hecho de que, tras el triunfo del “No” en el plebiscito, el Presidente de la República ha aplazado dos veces una reunión prevista con líderes de las víctimas de las Farc.  Este encuentro es clave, según la congresista, para presentar una nueva serie de propuestas que las víctimas de las Farc tienen, en aras de una renegociación de los acuerdos.
 

La parlamentaria manifestó su inquietud de que se pretenda acallar a las víctimas y expresó que, en múltiples audiencias que ha presidido, se ha encontrado con víctimas que le han expresado su temor de no ser reparadas si no apoyaban el “sí” en el plebiscito.

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¿Y quien dijo que voté por el «No»?

 

 

¿Y quién dijo que yo voté por el «No»? ¿Y quién dijo que yo voté por el «Sí»? Sólo yo sé cuál fue mi voto. Por algo, durante los días de la campaña del plebiscito, defendí reiteradamente el carácter sagrado del derecho constitucional al voto secreto. Pero, además, hoy,  ¿qué relevancia puede tener cómo voté?
 
 
Mi hermano Aníbal se comprometió abiertamente con el «Sí», a pesar de no estar conforme con muchas de las prerrogativas a las Farc incluidas en las 297 páginas del acuerdo. Mientras tanto, mi hermana Irene, como directora del periódico El Mundo, concluyó que, a pesar de estar de acuerdo con muchas cosas positivas del acuerdo, votaría por el «No», con la esperanza de que hubiera renegociación.  A pesar de la diferencia de opiniones en cuanto al plebiscito, el domingo  pasado, mis hermanos y yo reafirmamos nuestro afecto y nuestro compromiso por construir en Colombia un camino de paz mucho más plural, donde tengamos la civilidad de oír a nuestros contradictores y donde, a la vez, nuestros contradictores, con respeto, nos oigan.
 
 
Este es el camino que tiene que tomar Colombia, tras el empate técnico de este plebiscito: pasar la página de los comités y de los partidos por el «Sí» o por el «No», unirnos todos y actuar con grandeza.  Es necesario que cesen los discursos, en clave política, con miras a las elecciones del 2018 y que los dirigentes nacionales obren más allá de los intereses particulares. Afortunadamente, veo, tanto al Gobierno, como a la oposición, en una actitud constructiva y propositiva, esa que necesitamos para superar la radicalización.
 
 
Tras estas votaciones, los colombianos tenemos una oportunidad única para sellar un acuerdo histórico que no deje un sabor amargo en los ciudadanos. Como decía Einstein: «La paz no puede mantenerse por la fuerza: solamente puede alcanzarse por medio del entendimiento». Así, debemos aprovechar este momento para buscar ese pacto por la legalidad al que nos hemos referido en columnas anteriores, para entender que la participación de todos los sectores, incluyendo a los independientes, especialmente a las víctimas de las Farc, es la amalgama precisa para lograr un consenso sobre lo fundamental, hacia la concreción de un empoderamiento colectivo que asegure el camino hacia la paz. Y, para que ese consenso lleve a una «paz estable y duradera» tiene que incluir no sólo al secretariado de las Farc, sino también al ELN, a las Bacrim, a los reductos del EPL y a las facciones de las Farc que se han negado a desmovilizarse.
 
 
Esto es indispensable, así implique que las negociaciones tomen unos meses más.  Confiamos en que esto no se traduzca en incremento de la violencia, pues, mientras el Gobierno y las Farc mantengan el cese bilateral, estoy segura de que conservaremos ese clima de calma que tan buenos resultados ha producido en términos de seguridad y protección a la vida. Este puede ser el momento catalizador que nos hacía falta para alcanzar ese compromiso general, completamente necesario si queremos que el Estado se enfoque en garantizar la reducción de la brecha social.
 
 
Por el contrario, este no es momento para señalar a quienes defendieron el «No», ni mucho menos para responsabilizarlos de situaciones violentas que, de ningún modo, tienen por qué presentarse.  Todos debemos decirnos defensores de la paz y aportar a la consolidación de la senda de la noviolencia, que, ya hace más de trece años señalara a mi hermano Guillermo Gaviria Correa y que sellara con su propia sangre.
 
 
Mucho he oído en esta campaña la frase de Gandhi, de que «no hay caminos para la paz: la paz es el camino». Invito, entonces, a los colombianos a construir ese camino de paz, no con improperios, ni con acusaciones, ni con retaliaciones, sino con la generosidad y grandeza que este momento histórico nos pide. 

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¿Es hora de las víctimas o la de los victimarios?

 
La semana pasada, la Comisión de Derechos Humanos del Senado realizó tres audiencias públicas con víctimas de las Farc, en los municipios antioqueños de Remedios, Dabeiba e Ituango, emblemáticos por el fragor con el que han sido golpeados, durante más de medio siglo, por la violencia guerrillera y paramilitar (valga la pena tener en cuenta que, en Dabeiba, las víctimas reconocidas representan más del 60% de la población, y, en Ituango, casi el 80%, sin contar a los muchos que no se han registrado en el Registro Único de Víctimas, por miedo a hacer sus denuncias en zonas donde todavía operan actores armados, como las Farc). 
 
 
A pesar del “compromiso de las partes de poner a la víctimas en el centro del proceso de paz”, del que habla el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, corroboramos, una vez más, que no se está reparando debidamente a las víctimas.  Además de la inasistencia del Estado (casi generalizada en la ruralidad), las víctimas de estos municipios deben afrontar las graves falencias del sistema de ayudas humanitarias, con absurdos como que, para poder encajar en la “caracterización” para recibirlas, se tienen en cuenta parámetros como cuántas veces las personas comen huevo o carne a la semana. 
 
 
Y, en cuanto a la reparación, esta, cuando llega, llega muy tarde y, para completar, muchas veces, para recibirla, les toca, a campesinos, indígenas y afros, trasladarse a otros municipios (pues la Unidad de Víctimas no tiene presencia en los suyos), en viajes que implican gastos que, muchas veces, no pueden costear. ¿Cómo es posible que, en pleno siglo XXI, el Estado no haya logrado la bancarización en el 100% de las cabeceras municipales, para entregar pensiones y ayudas a adultos mayores, a la población en condición de discapacidad y, por supuesto, a las víctimas?
 
 
La situación, además, está llegando a grados de tramitología escandalosos, como pudimos constatar cuando conocimos, por ejemplo, en Dabeiba, el caso de la señora Rosa Lina Guisao, de 81 años de edad, a la cual, para ser reparada,  le exigen presentar el registro de defunción de su abuela, fallecida en los años 20.
 
 
De los más de ocho millones de víctimas registradas, sólo han sido reparadas 590.000 (menos del 8%). La revictimización que representa la humillación a las víctimas, para recibir lo que, por derecho, les corresponde, las tiene en estado de postración, mientras que a sus victimarios no sólo les serán concedidos los más amplios beneficios judiciales, sino que les será entregada una cuota de poder en los niveles nacional, regional y local. Las Farc serán juez y parte, en todas partes, pues tendrán injerencia no solo en las decisiones del poder Ejecutivo y el Legislativo, sino también en las del Judicial y el de Control (dada la omnipotencia del tribunal que vendrá con la Jurisdicción Especial para la Paz).
 
 
Este plebiscito debe ser el espacio para que las víctimas nos pronunciemos respecto de nuestro nivel de satisfacción frente a la reparación. A pesar de la bipolaridad que hemos mencionado, en cuanto a beneficios para víctimas y victimarios, en la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (FEVCOL), nos mantenemos en la posición de no presionar a las víctimas a votar por el «sí» o por el «no» y seguimos defendiendo que no se puede continuar vulnerando el derecho al voto secreto, libre y sin miedo.
 
 
Insistimos también en que tampoco podrá hablarse de reparación si los victimarios no hacen acto de contrición ni dejan de afirmar que sus cientos de miles de hechos victimizantes fueron simples «errores de guerra», cuando, en realidad, fueron, en su mayoría, políticas sistemáticas de destrucción, como el secuestro y el reclutamiento de menores.
 
 
No nos cansaremos de decir que es inmensa la desigualdad entre lo que las víctimas están recibiendo y recibirán, en relación con las prerrogativas de las que gozarán los victimarios.   
 
 
Como dice el mensaje del Papa Francisco: “Hay que arriesgarse a cimentar la paz desde las víctimas, con un compromiso permanente para que se restaure su dignidad, se reconozca su dolor y se repare el daño sufrido”.  Por ello, a todas las personalidades internacionales presentes en la puesta en escena de la firma de los acuerdos, las víctimas les pedimos que sean veedores para que, en el panorama que comienza, las víctimas sí sean tomadas en cuenta y reciban restitución.
 
 
Esperamos que esa veeduría internacional que hemos solicitado sea garantía de reparación para las víctimas y de prevención, para que, en un país en el que, dolorosamente, se suelen resolver los problemas de forma violenta, la frustración de tantas víctimas no se traduzca en hechos que eternicen el círculo vicioso de la violencia.

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Por una paz estable y duradera

 

Un congresista responsable no puede votar como firmando un cheque en blanco. Por ello, la semana pasada, rechacé que el Gobierno presentara ante el Congreso el plebiscito sin incluir la pregunta a votar. Sin embargo, como era previsible, la plenaria dio vía libre al mismo. A primera hora del día siguiente, el país conoció cual sería la pregunta. No sin sorpresa, constaté que es inductiva y equívoca, pues afirma que el acuerdo firmado es el paso necesario para “la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”.

 

No puede ser cierto que el conflicto se acabe con este acuerdo, porque en éste no están incluidos todos los actores violentos que hacen parte del conflicto. A pesar de que se puede pronosticar que, gracias a este pacto, la mayor parte de las Farc se desmovilicen y, por tanto, efectivamente, la violencia remita sustancialmente (efectos que hemos sentido desde que inició el cese bilateral de hecho), seguirán en actividad el ELN, las Bacrim, los remanentes del EPL y de las Farc y la delincuencia común. Sin vincularlos a este proceso, será imposible romper el ciclo de resolver los problemas mediante la violencia o la ilegalidad y nuestro país no podrá alcanzar las condiciones para que no florezca ningún otro conflicto violento en su seno.

 

No podemos olvidar, además, que la justicia tiene que ser gobernada por el principio de igualdad. Esto implica que toda persona ha de ser juzgada según las mismas reglas, sin ninguna discriminación o trato preferencial, por condición o ideología. En palabras simples: “Una Justicia que no es la misma para todos es igual que una mesa con patas, cada una, de distinta longitud: ni se puede ni se debe sostener”, como afirmara Dedi.

 

En consecuencia, si tienen derecho a amplias prerrogativas los máximos perpetradores de delitos de lesa humanidad en Colombia, que son los guerrilleros de las Farc, también tienen que tenerlo todos los demás que han caído en los círculos de la ilegalidad. Por ello, si las Farc son favorecidas con merced, necesitamos un perdón para todos, para que el sedimento que quede no sea la ironía de “El fuero para el gran ladrón, la cárcel para el que roba un pan”, contra la que protestaba Neruda.

 

Al considerar todo lo anterior, debemos asumir este momento de tanta ilusión por la paz, como una entropía que es la oportunidad que tenemos que aprovechar para llevar a nuestra nación a un orden nuevo, en el cual el Estado sea capaz de garantizar a los ciudadanos el cumplimiento de sus derechos y la resolución de los conflictos, a través de la administración de la justicia y no de la violencia. Entonces, es necesario hacer “borrón y cuenta nueva” y sellar un nuevo pacto social por la legalidad de todos los actores. Este pacto tiene que ser sin exclusión alguna, pues lo que necesitamos para que haya paz en Colombia es el íntimo convencimiento de todos los ciudadanos de que vivir en la legalidad nos hará desarrollar como nación y permitirá al Estado enfocar sus esfuerzos en aquello que tiene que ser lo esencial: garantizar los derechos fundamentales de sus nacionales.

 

Ese pacto, en aras de reiniciar el camino, no podría exigir, sin embargo, el perdón, ni mucho menos la reconciliación entre víctimas y victimarios, que se ha convertido en el caballito de batalla de los irredentos del proceso (hasta llegar al punto de que, en el acuerdo, se lee reiteradamente que la reparación de las víctimas está subordinada a una reconciliación anterior). Tras perfeccionar este nuevo pacto nacional, la ley deberá imperar con todo su rigor, no podrá haber perdón por parte del Estado y todos los organismos de Justicia deberán desarrollar su tarea con máxima eficiencia.

 

Por el momento, todos los dirigentes y las fuerzas del país, de la mano del Estado, tenemos que impulsar una cultura de la no violencia, un cambio general de mentalidad, un verdadero compromiso del ciudadano con la ética, un nuevo contrato social. De lo contrario, no habrá en Colombia un cambio real, ni mucho menos paz.

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La razón de mi voto

El 16 de julio de 1848, en el periódico “El Aviso”, el ideólogo y político José Ezequiel Rojas publicó el artículo “La razón de mi voto”, a través del cual manifestaba su apoyo a la candidatura presidencial de José Hilario López. Tal texto, en el cual Rojas proclamó una serie de aquellos que serían los principales principios liberales, es considerado como el acta de fundación del Partido Liberal. 
 
Hoy, cuando, numerosas veces, a lo largo del día, soy interrogada, a veces de manera tendenciosa, acerca de la dirección de mi decisión en el próximo plebiscito, quiero explicar a ustedes cómo será mi voto.  
 
- Mi voto será libre. He visto en despachos públicos resoluciones que anuncian que los funcionarios públicos sí pueden trabajar por el plebiscito. En un país en donde el mayor empleador es el Estado, cuya nómina, en los tres niveles, suma aproximadamente un millón de personas, el hecho de que se esté utilizando el fallo de la Corte para presionar a los funcionarios para que se comprometan con la campaña del sí, le repugna a  mi esencia de demócrata y de liberal.
 
Si no se permite que la gente vote libremente, este plebiscito no será un verdadero mecanismo de refrendación, sino un mero acto de vanidad del Gobierno.
 
Exijo, tanto a las partes sentadas en La Habana, como a la oposición, que respeten totalmente el derecho de los ciudadanos a decidir libremente.  
 
- Mi voto será secreto. El hecho de obligar a alcaldes, gobernadores y a demás funcionarios públicos a casarse públicamente con una posición, es una clara vulneración a la democracia. El voto secreto es un derecho constitucional y tanto los medios, como el Gobierno, las Farc y la oposición, tienen que respetarlo.
 
La presión por hacer público lo que, por Constitución, es secreto, es la violación de un derecho fundamental que garantiza la democracia, máxime cuando hay millones de colombianos, especialmente en la ruralidad, que están mucho más expuestos a esta, al habitar en zonas donde operan no solamente las Farc (que, ya, descaradamente, anunciaron que no entregarán las armas antes del plebiscio), sino también el Eln, las bacrim y otros grupos criminales, que constriñen la decisión del electorado, en un sentido o en el otro.  
 
- Votaré sin miedo. Desde hace muchos años, he estado amenazada, como la mayoría de los colombianos, no solamente por las Farc, que secuestraron y asesinaron vilmente a mi hermano Guillermo, sino por otros actores armados, como el Epl, el Eln, los paramilitares y el narcotráfico, y por el cartel de los falsos testigos, que han atentado contra la integridad de mi familia. Sin embargo, de ningún modo aceptaría votar en contra de mis principios. 
 
Por otro lado, el Gobierno y, por supuesto, las Farc están acudiendo al terror para impulsar la aprobación del plebiscito. El presidente dijo, la semana pasada, que, si este se perdía, el Gobierno se levantaría de la mesa, para continuar la guerra. Repitió, así, el chantaje, de hace un mes escaso, cuando anunció que la guerra vendría a las ciudades, si no se sella el proceso de paz.  ¿Con qué autoridad, con esa amenaza de guerra permanente, llaman a la oposición guerrerista?  La utilización del miedo por parte de los negociadores en La Habana y de sus colaboradores no puede ser calificada de nada distinto a guerrerista.  
 
La gran mayoría de los colombianos alguna vez han votado con miedo.  No se puede defender un voto por la paz basado en amenazas. Esta tiene que ser la votación de la esperanza y no de la extorsión y el miedo. 
 
- El mío será un voto informado.  El voto de este plebiscito no puede ser emocional, sino racional y ponderado, como debe ser una decisión que afectará el futuro de cada uno de los colombianos. Por eso, es fundamental que, antes de votar, contemos con toda la información necesaria para hacerlo a conciencia. Me preocupa grandemente que no se exija la firma del acuerdo antes del plebiscito.  La idea es que los colombianos votemos cuando el fallo de la corte se publique en su totalidad y cuando los acuerdos con las Farc estén debidamente protocolizados. Cuando así sea, me tomaré mi tiempo para decidir.
 
Como víctima, como liberal, como congresista, como mujer, como ciudadana, exijo que mi partido, el Gobierno, los negociadores y la oposición respeten esos cuatro postulados, fundamentales para que los colombianos podamos depositar un voto realmente democrático que refleje el querer de esos ciudadanos empoderados, informados, libres, sin miedos ni presiones.

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51 niños indígenas muertos por desnutrición, en Bojayá, en 2016, denuncia la presidenta de la Comisión de Derecho Humanos del Senado

 

Ante la plenaria del Senado de la República, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de esa corporación, la senadora liberal Sofía Gaviria, dejó constancia de las denuncias presentadas por 32 gobernadores indígenas del municipio de Bojayá, Chocó, en audiencia pública realizada por la Comisión de Derechos Humanos, en la ciudad de Medellín.  En dicha audiencia, los gobernadores, con actas de defunción como pruebas, hicieron pública la muerte, en lo que va corrido del año, de 51 niños y 11 adultos, por enfermedades prevenibles, como malaria, diarrea, vómito y tos ferina, entre otras dolencias, en su mayoría sobrevenidas por desnutrición grave.

Según los gobernadores, los casos más dolorosos se están presentando en los resguardos de Opogadó, Uva Ipogue, Pichicora y Alto Rìo Quía. “No hay puestos de salud en los resguardos, y, en la cabecera municipal, donde sí los hay, no se atiende con diligencia a los indígenas ni hay personal que hable su lengua. Para recibir atención médica, los habitantes de los resguardos tienen que hacer recorridos en canoa o en lancha, que pueden tardar entre ocho y diez horas, lo cual se dificulta notablemente cuando hay que trasladar enfermos y cuando no se cuenta con los recursos para esos complicados desplazamientos”, resumió la senadora Gaviria.

Gaviria aseveró que, tras las denuncias, la Comisión de Derechos Humanos buscará servir de puente con el Ministerio de Salud y con el del Interior, responsable de la situación de los indígenas, para encontrar las soluciones más prontas para esta crisis y anunció que “Con la misma insistencia con la que la Comisión se ha encargado de denunciar los indignantes casos de desnutrición y de fallecimientos por causas asociadas a la misma, en el departamento de La Guajira, y con la misma energía con que, esta semana, haremos nuestra sexta gran brigada de salud en ese departamento, nos desplazaremos a Bojayá y llevaremos hasta allá al Gobierno, para que, por fin, se entere de esta crisis y cumpla con las funciones constitucionales que está eludiendo”.

La congresista concluyó que “Casos como el que acabamos de exponer, donde hablamos de 51 niños fallecidos, en pocos meses, en un solo municipio, nos reafirman en la convicción de que es necesario que el Congreso ejerza, con todo vigor, control político sobre el tema de la desnutrición, no sólo en La Guajira, sino en todo el país”.

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Es mentira que haya paz con hambre

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

A pesar de que llevamos ya más de dos años manifestando nuestra indignación por la muerte de miles de niños en La Guajira a causa de la desnutrición (casi 4.800, desde el 2007, según la CIDH), y a pesar de que la prensa ha hecho eco de estas denuncias y ha instado a la indispensable reacción gubernamental y social en este caso, nos hemos enterado, con dolor, del fallecimiento por estas mismas causas, de otros tres niños Wayuu: dos de catorce meses y otro de ocho, en los últimos  días. Con el deceso de Fabiola Epinayú Uriana, serían 34 los registros oficiales de niños muertos en La Guajira, en lo que va corrido del año, por desnutrición y enfermedades asociadas a la misma. Y, en el caso específico de Fabiola, se hace, de nuevo, evidente la culpa de las autoridades, teniendo en cuenta que se produjo al día siguiente de que fuera admitida una acción de tutela contra el ICBF, para que fueran amparados sus derechos fundamentales a la vida y a la salud. 

Es urgente que los entes investigativos pertinentes adelanten con prontitud las pesquisas necesarias para aclarar los hechos y para identificar y ubicar a sus responsables, en pos de que estos casos, parte del sistemático crimen por omisión que han venido padeciendo nuestros niños Wayuu, no queden sin castigo, ni queden sin hacerse efectivas las medidas cautelares al respecto dictadas por la CIDH. 

Estos nuevos ejemplos de muerte de nuestros niños, a causa de la indolencia del Estado, me afectan personalmente, porque pude haber conocido a alguno de esos niños en las cinco grandes brigadas que la Comisión de Derechos Humanos del Senado, que presido, ha realizado, en La Guajira, en las cuales hemos encontrado un alto porcentaje de niños con desnutrición crónica o grave, muchos de los cuales remitimos con urgencia a entidades de salud. 

En estos momentos de duelo, además de manifestar mi solidaridad a la familia de los menores fallecidos, quiero hacer un llamado a la sociedad colombiana a movilizarse para rechazar hechos como estos, que a todos deben ofender. La muerte de estos niños es responsabilidad de todos. 

Mientras todavía muera un solo niño por culpa de desidia estatal, ninguno de nosotros puede descansar. Por ello, anticipo que, a pesar del tráfico de influencias que el Gobierno, a través del DPS y el Ministerio de Educación, hizo para hundir el proyecto de Ley de Seguridad Alimentaria, presentado por la totalidad de la bancada liberal en el Senado, insistiremos en esta iniciativa, hasta que el Gobierno entienda que el hambre es el problema más grave de este país. Lamento que la conducta inmoral e ilícita de algunas dependencias del Estado haya convencido a algunos congresistas de abandonar el recinto de la Cámara para hundir el proyecto de ley, por formalidades de tiempo. No puede menos que afrentar a todos los colombianos constatar la existencia de congresistas comprados con recursos que pertenecen a todos los ciudadanos y que este gobierno redujo al ofensivo nombre de “mermelada”, para conquistar apoyos o, como en este caso, para bloquear el libre ejercicio parlamentario.

La oposición de algunos sectores del Gobierno al proyecto de Seguridad Alimentaria se traduce en un cobro por mi independencia en el tema de la paz, por mi resistencia a la venta inexcusable de Isagén, por mi motivación justificada a la moción de censura al Ministro de Hacienda, por los señalamientos que he hecho en el tema de la Ley de Licores y por mi denuncia probada del plagio que el Ministerio de Educación hizo del proyecto de Seguridad Alimentaria.

Es inconcebible que, mientras nuestros niños están muriendo por desnutrición, el Gobierno no sólo no apoye un proyecto que busca solución a este drama, sino que lo plagie flagrantemente y termine por hacerlo hundir.

Nunca he tenido más determinación en continuar con esta lucha, y seguiré con ella, hasta que todos comprendan que es mentira que en este país vaya a haber paz mientras el 42% de los colombianos se acuesten con hambre; que es mentira que vaya a haber paz mientras el 80% de los indígenas de Colombia padezcan desnutrición crónica; que es mentira que pueda haber paz mientras, como en lo que va corrido de este año, las estadísticas oficiales, claramente rezagadas, registren la muerte de más de cien niños colombianos por causas asociadas a la desnutrición.

 

*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado 

Coordinadora Nacional Frente Parlamentario Contra el Hambre

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Culpan a autoridades por muerte de otra niña wayuu

Coordinadora nacional del Frente Parlamentario Contra el Hambre, senadora Sofía Gaviria, pide investigar a los responsables.

Bogotá D.C., junio 23 de 2016. Al conocer la noticia del fallecimiento, en el municipio de Manaure, de la niña wayuu Fabiola Epinayú Uriana, por causas asociadas a la desnutrición, la coordinadora nacional del Frente Parlamentario Contra el Hambre, la senadora liberal Sofía Gaviria, manifestó que este deceso era una nueva muestra clara de “negligencia de las autoridades”, teniendo en cuenta que se produjo al día siguiente de que fuera admitida una acción de tutela contra el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, para que fueran amparados los derechos fundamentales a la vida y la salud de esta menor.  Con el fallecimiento de Epinayú Uriana, de catorce meses de edad, serían 34 los registros oficiales de niños muertos en La Guajira, en lo que va corrido del año, por causas asociadas a la desnutrición.

“Me afecta personalmente esta noticia, porque pude haber conocido a Fabiola, en una de las cuatro grandes brigadas que hemos hecho este año en La Guajira, en las cuales encontramos un alto porcentaje de niños con desnutrición crónica o grave, muchos de los cuales remitimos con urgencia a entidades de salud”, declaró la senadora Gaviria.  

 La parlamentaria instó a los entes investigativos pertinentes a adelantar con prontitud las pesquisas necesarias para aclarar los hechos relacionados con este deceso y para identificar y ubicar a sus responsables “en pos de que estos hechos, parte del sistemático crimen por omisión que han venido padeciendo nuestros niños wayuu, no quede sin castigo”. “Responsabilizo al Congreso, para hacer el seguimiento necesario para que el abandono del Estado a estos niños y la indolencia de ciertos funcionarios no queden en la impunidad”, concluyó al respecto la congresista.

La senadora aprovechó para lamentar, nuevamente, que, la semana pasada el proyecto de Ley de Seguridad Alimentaria, de su autoría, fuera hundido, según ella, debido a presiones del Gobierno.  “La oposición de algunos sectores del gobierno al proyecto de Seguridad Alimentaria se traduce en un cobro por mi independencia en el tema de la paz, por mi resistencia a la venta injustificable de Isagén, por mi motivación justificada a la moción de censura al Ministro de Hacienda, por mi señalamiento en el tema de la Ley de Licores y por mi denuncia probada del plagio que el Ministerio de Educación hizo de este mismo proyecto”, declaró la senadora Sofía Gaviria. Según ella, “este proyecto de Ley buscaba evitar muertes tan absurdas y dolorosas como la de Fabiola o la de los otros tres menores fallecidos en una semana en La Guajira por causas similares”.

En nombre del Frente Parlamentario Contra el Hambre, Gaviria expresó su solidaridad con la familia de la niña Fabiola Epinayú Uriana y con las de los más de cien niños que, en este 2016, han fallecido en Colombia a causa de la desnutrición.

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Aunque no sea lo más popular, a legislar con rigor

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

Desde que la Comisión VII del Senado, de la cual formo parte, decidiera aplazar la decisión sobre un proyecto de ley que buscaba la prohibición del asbesto en Colombia, quienes tomamos esa determinación hemos sido objeto de comentarios ofensivos y poco ponderados. Quiero, entonces, compartir con ustedes las consideraciones que nos llevaron a esa deliberar en esa dirección.

Aunque, según estudios científicos internacionales, todos los tipos de asbesto son cancerígenos, el más nocivo para la salud, ese que ha causado la inmensa mayoría de los casos de enfermedades ocasionadas por este material, es el de los asbestos anfíboles. En nuestro país, estos no se utilizan desde hace tres decenios y han sido regulados por normas, como la Resolución 2400 de 1979 y Ley 436 de 1998. Desde entonces, la única variedad de asbesto manipulada en Colombia es la del crisotilo, reconocida por ser la menos nociva para la salud. 

La OMS, entre otros, señala que los trabajadores del asbesto son quienes tendrían mayores riesgos de salud relacionados con este, por manipularlo en su condición volátil y que es mínimo el impacto del asbesto en las personas que viven en edificaciones con tejas, tanques o tuberías de esta materia. 

Por ello, a la hora de emitir un concepto, es importante revisar casos como el del municipio antioqueño de Campamento, donde funciona la cantera de asbesto Bricolsa, generadora del 99.5% del recaudo municipal por concepto de Industria y Comercio. En el más de medio siglo que lleva esta cantera en funcionamiento, en ese municipio no se ha registrado ningún caso de enfermedad asociada al asbesto. Así lo han confirmado el alcalde municipal, Jorge Iván Durán, y la Dirección Local de Salud de Campamento.

En otros municipios, como Manizales, Yumbo y Sibaté, en los que operan fábricas que transforman el asbesto bajo estrictos protocolos de seguridad y salud ocupacional, la prevalencia de enfermedades ocasionadas por este también es mínima. 

Esta información hace necesario un estudio riguroso sobre el impacto del asbesto en la salud de todos los trabajadores relacionados con el mismo, no sólo para que los senadores podamos votar con base en datos claros y confiables, con los cuales no contamos, sino para asegurar que la salud de esos trabajadores no esté actualmente en riesgo.

En consecuencia, los senadores acordamos con el Ministerio de Salud adelantar, en el plazo de seis meses, dicha investigación, además de la sistematización de los estudios nacionales pertinentes que existan hasta el momento. 

Si esa investigación confirma que la prevalencia en Colombia de enfermedades causadas por el asbesto es tan baja, podría dar luces sobre las particularidades del asbesto nuestro o sobre las del modo en el que lo tratamos. Pero, si demuestra que están en peligro los trabajadores o quienes habitan alrededor de fábricas y minas, no habría que esperar cinco años para prohibir el asbesto, como propone la promotora del proyecto, sino que sería necesario hacerlo de inmediato. En tal caso, habría, además, que obligar al Gobierno, a pesar de su actual negativa, a través del Ministro de Hacienda, a destinar, con toda prontitud, la partida de sustitución de los empleos que se perderían por esta causa.

Paralelamente a esto, debemos también evaluar los sustitutos del asbesto, la mayoría de los cuales también han se encuentran en el país y han sido señalados como posibles cancerígenos.

Por otro lado, el Ministerio del Trabajo ha reconocido la eficiencia en la protección de la salud de los trabajadores, gracias a la juiciosa obediencia que ha tenido la industria del asbesto de las reglamentaciones de seguridad y prevención existentes en el país, bajo la rigurosa supervisión de la Comisión Nacional de Salud del Asbesto Crisotilo y Otras Fibras. Similares regulaciones ha impuesto la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA), en los Estados Unidos, logrando el control y la seguridad suficientes para que no se haya considerado necesario prohibir el asbesto en ese país, de los llamados “desarrollados”.

Es apenas justo conceder el beneficio de la seguridad científica, al país, y el de la seguridad jurídica, a los empresarios que han invertido sus recursos en este sector y a las 65.000 familias cuyo sustento depende del mismo. Pero la disyuntiva no es entre el derecho a la vida y el derecho al trabajo, sino la de tomar decisiones basadas en datos científicos o decisiones emotivas y políticamente correctas.

Expreso mi total solidaridad con aquellos que, como Ana Cecilia Niño, han enfermado a causa del asbesto. Este es un drama que no se puede negar, y, por ello, necesitamos claridad, para lograr solucionarlo.

Quiero hacer caso omiso de las ofensas y de la estigmatización que se ha querido hacer de mi posición y creo que esta es una oportunidad para, en un ejercicio de fortalecimiento de la democracia, vigorizar los canales de comunicación con quienes disienten de mi postura. Espero que esta coyuntura permita que el Congreso y sus más duros críticos comencemos una etapa constructiva, siempre con miras a la Colombia nueva que todos anhelamos, una nación que, con el paso del tiempo y el desarrollo, logre estar libre de asbestos y de todas las sustancias que puedan ser nocivas, como lo buscara mi hermano Aníbal, quien, como alcalde de Medellín, fue el primer mandatario del país en materializar el compromiso de construir edificaciones libres de asbesto y de otros materiales tóxicos.

Espero que esa Colombia nueva que proyectamos sea un país donde las discusiones fundamentales se hagan con aplomo y con serenidad y no con insultos y con bullying a través de las redes sociales.

En una expectativa de paz, ciertamente, los colombianos tenemos que desarmar los espíritus y fortalecer nuestra capacidad de argumentación.

 

*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado

Codirectora Partido Liberal Colombiano

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¿Ley de Licores? Mayor racionalidad

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

La semana pasada, los senadores Jorge Robledo, Antonio Navarro, Iván Duque y quien escribe estas líneas convocamos a una audiencia pública sobre el proyecto de la Ley de Licores, actualmente en trámite en el parlamento.

En dicha audiencia, expertos hicieron claridad sobre la inconveniencia de ese proyecto de ley, desde el punto de vista económico, social, cultural y regional  y señalaron que, en vez de reducir el contrabando, lo promueve. En palabras del senador Jorge Robledo, este proyecto fomenta el llamado “contrabando técnico”, ese que se hace con visos de legalidad.

Uno de los temas analizados, el cual queremos resaltar, fue el de la incidencia del alcohol en la salud y el bienestar de los colombianos, el cual rara vez se aborda en el debate público, a pesar de ser una problemática que requiere atención urgente. 

Baste ver estadísticas como las siguientes: 

 

-      El 12,15% de las personas entre 12 y 65 años presenta un consumo riesgoso o perjudicial de alcohol.  

-      El 29,7% de los colombianos ingiere diez o más tragos de alcohol en un solo evento.

-      El 57% de las víctimas fatales en accidentes laborales estaba bajo efectos del alcohol.

-      La edad promedio de inicio de consumo de alcohol está en los 12 años.

-       El 70 % de los menores ha probado bebidas alcohólicas; el 55,7 % lo consume con cierta regularidad; al menos el 46 % lo hace en presencia de sus padres y el 51% ha comprado bebidas alcohólicas.

En este punto, quiero detenerme, pues parece que no estamos comprendiendo lo que implica ser el país más precoz de la región en alcoholismo juvenil.  Los problemas del consumo temprano de bebidas alcohólicas en Colombia afectan desde la salud, hasta la estabilidad escolar, laboral y familiar, terminando por irradiar las distintas esferas de la vida social.

El efecto más inmediato es el de la pérdida de talentos para el desarrollo del país, a causa de problemas de aprendizaje y memoria, bajo rendimiento y deserción escolar.

Sin hablar de una mayor probabilidad para los menores consumidores de licor de ser víctimas de violación, robo y agresión o de convertirse ellos mismos en agresores.

No menos graves son las dificultades sociales que pueden sobrevenir, como pérdida de productividad, problemas familiares, desempleo y conductas sexuales de riesgo.

Para, finalmente, considerar las afectaciones a la salud de los menores que puede traer el consumo de alcohol, que incluyen trastornos del sistema endocrino, gástricos y cardiovasculares, cáncer de mama, boca, garganta, esófago e hígado, presión arterial alta, enfermedad cardíaca, accidentes cerebrovasculares, enfermedad del hígado y vulnerabilidad frente a enfermedades respiratorias e infecciones.  Además de problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y hasta demencia.

Ante este panorama preocupante, se hace necesaria una gran alianza entre productores, distribuidores, reguladores y educadores, con la comunidad en general, para desarrollar planes que lleven a un consumo responsable del alcohol. Resulta paradójico que el Estado, quien detenta el monopolio de los licores en nuestro país, sea, precisamente, quien tenga que adelantar estas campañas. 

Teniendo en cuenta esto, durante la gobernación de mi hermano Aníbal Gaviria, fui partidaria de la idea de que el Departamento de Antioquia vendiera la Fábrica de Licores e invirtiera esos recursos en algún sector estratégico y altamente competitivo, como el hidroeléctrico, donde sí es moralmente aceptable y necesaria la participación del Estado.  

Diez años más tarde, el argumento ético de que no podemos tener un Estado cantinero y tahúr, para mantener la salud y la educación, sigue siendo válido, pero, mientras no se establezca una fuente alternativa para la financiación de estos servicios fundamentales, es absurdo que, de buenas a primeras, mediante normas como las que trae la Ley de Licores, se desmonte el monopolio de los licores, cuyas rentas representan cerca del 35% de los recursos propios de los departamentos.

Tenemos que lograr la racionalidad en la definición de las leyes, para alcanzar un acceso a los mercados justo, que no vulnere las finanzas de nuestros departamentos ni las de los comerciantes que le han apostado a la legalidad.  Por ello, en la próxima legislatura queremos no sólo continuar con la revisión del proyecto de Ley al que nos hemos referido hoy, sino también con la de la ley que impide a los conductores unos mínimos de consumo de licor, permitidos en naciones tan estrictas en sus regulaciones, como las europeas o en los Estados Unidos. Esa ley, presentada y aprobada en un contexto doloroso, es otro ejemplo que se sale de los parámetros racionales de los que estamos hablando. 

 

*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado

Codirectora Partido Liberal Colombiano

Nuestras historias

Escalamiento de sapos

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

A la hora de hablar de la ratificación de los acuerdos de La Habana, parece que los irredentos de estas negociaciones están utilizando una estrategia de “escalamiento”, hacia una generosidad ilimitada de los colombianos:  periódicamente, lanzan una idea-proyectil a la opinión pública y, cuando, por cansancio en la discusión, pareciera que el público ya está resignado a tragarse ese “sapo”, lanzan un “sapo mayor”. Y así sucesivamente, hasta alcanzar lo que han buscado desde el principio, que es lograr que los grandísimos triunfos en la negociación que han conseguido las Farc sean blindados indefinidamente. 

Veamos:

-      Al haber prometido que los acuerdos serían refrendados por los colombianos y al saber que había alto riesgo de que los mismos los desaprobaran en un referendo, el Gobierno propuso un plebiscito. Y, temiendo que el elector primario no lo acompañara en los porcentajes en que lo haría durante un gobierno de alta popularidad, dispuso que en tal plebiscito se recortara la exigencia de participación mínima, propia de toda herramienta de este tipo.

-      Considerando que, al someter la refrendación a un plebiscito acomodado, este fácilmente puede ser hundido en la Corte o en las urnas (dado el descontento de los colombianos, en cuanto al contenido de los acuerdos sobre víctimas y sobre justicia), los irredentos del proceso le apostaron a un acto legislativo que, en un país ya presidencialista, concedería poderes extraordinarios al Presidente de la República.  Ahora, la participación que quiso mutilarse no fue la del electorado, sino la de sus representantes: los parlamentarios, porque pretendía impedir que todos los congresistas que fuimos elegidos participáramos en la discusión.  Con el agravante de que formulaba para la aprobación de este acto legislativo un procedimiento expedito que se saltaba cualquier procedimiento legal utilizado en los procesos de paz anteriores.

-      Últimamente, nos hemos encontrado con el galimatías de que, además de que tengamos que tragarnos el engendro jurídico del Acto Legislativo para la Paz, algunos digan que lo pactado en La Habana debe ser un acuerdo especial que, por su propia dimensión, tenga peso de tratado internacional y sea elevado a carácter constitucional.

Desde noviembre del año pasado, escuché a algunos expertos vaticinar el lanzamiento de ese esperpento de “acuerdo especial”. Pero todos esos conocedores tenían desde entonces claridad en que, al ser el nuestro un conflicto interno, los acuerdos de La Habana en ningún momento pueden ser considerados como un tratado entre dos Estados, que es lo que pretenden rebuscadamente los negociadores.  Ninguna relación puede tener con el artículo 3 de los Convenios de Ginebra, pues estos sólo buscan humanizar la guerra y no aplican para la finalización de conflictos internos.

Sin duda alguna, la idea de que, por esta vía, se conceda rango constitucional a unos acuerdos inadecuados es un ataque directo a la institucionalidad.

Si constitucionalizar todos los asuntos del país es un abuso de la constitución, mucho más lo es si se pretende integrar a la Carta, por mecanismos apócrifos, disposiciones que claramente sustituyen a la Constitución. Y peor aún, cuando estas la contradicen claramente, como en lo relacionado con la no aplicación de condenas ejemplares y su cumplimiento real y efectivo, así como la elegibilidad política de los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad.  

De toda esta ebullición de ideas disparatadas, lo que el grueso de los colombianos podría leer es que las Farc, se están saliendo de nuevo con la suya.  Pero esta sarta de improvisaciones, de abusos de poder y de embates contra la democracia y la institucionalidad no conducirán a darles a los acuerdos ningún viso de legalidad, sino que, por el contrario, están socavando el objetivo de todas esas equivocaciones, que es el  de garantizar la legitimidad del acuerdo y de blindar lo pactado para que, en últimas, las Farc queden tranquilas.

Si continúa así el panorama, este flojo acuerdo de tinieblas, no sólo no traerá justicia, ni verdad, ni reparación, sino que, sobre todo, no podrá representar el fin del conflicto.

 

*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado

Presidenta Honoraria Federación Colombiana de Víctimas de las Farc

Nuestras historias

Don Mateo Rey

Ramón Elejalde Arbeláez es uno de los máximos perfiles antioqueños del humanista comprometido con los principios del Partido Liberal.  Surgió de las bases del Liberalismo en el municipio de Frontino y ha obrado, a lo largo de su vida, a nombre de nuestra colectividad, como diputado, parlamentario, profesor y decano universitario, ensayista y columnista de opinión, labores a través de las cuales se ha convertido en un pensador que hace parte de lo mejor de la inteligencia viva del Partido Liberal, modelo de la tenacidad, de la honestidad, de la dedicación, de la potencia, de la sensatez y de la capacidad directiva en favor del bien común necesarias para contribuir justamente al avance intelectual y social del país.

En su desempeño cívico, social y académico, este caballero, adalid en numerosos campos del funcionamiento de la patria, ha sabido utilizar sus aptitudes especiales para aplicarlas, además de lo teórico, a lo práctico, en el manejo de importantes procesos conducentes al desarrollo del país.

 

En la pasada Feria Internacional del Libro de Bogotá, este eterno propagador de los principios liberales presentó su nuevo libro, “Don Mateo Rey”, un compendio de “crónicas de barbarie en el Occidente Antioqueño”. En él, se narran hechos reales sufridos por la población de Frontino, en los últimos tres decenios, constituyéndose en un “zoom” al drama de un municipio que se repitió, con dolor, en muchos otros municipios de Colombia, como Trujillo, Valle; El Salado, Bolívar, o Aguachica, Cesar, por sólo mencionar algunos, donde,  a causa de la ausencia de la Ley, campearon primero las diferentes guerrillas y después el paramilitarismo, mostrando todas sus aristas de horror y de sevicia.

 

Los habitantes del Occidente Antioqueño, a fuerza de lágrima, tuvieron que acostumbrarse a la atrocidad de estos actores armados, luego de que fuera cruento el balance que dejara la violencia partidista de los años cuarenta y cincuenta, en esa región. 

 

Ramón Elejalde nos cuenta detalles tenebrosos:  “El Camino al Cielo” le llamaban al carro de los paramilitares que recorrían la zona, pues quien se subía a él, nunca volvía.  Nos recuerda también al concejal valiente, que, en una presentación de los paramilitares, se levantó para protestar por la violencia, sabiendo que eso le iba a costar la vida. O la historia del loquito del pueblo, a quién, con frialdad calculada, convocaron a una cita con la muerte. 

 

Personalmente, fui testigo del horror que retrata Elejalde, en los 29 subcapítulos del texto. El municipio de Frontino fue el lugar donde pasé los días más felices de mis años de infancia.  Pero, como recordaba mi hermano Guillermo, en una de las cartas escritas durante su cautiverio, la guerrilla y los paramilitares nos robaron la sonrisa de esos recuerdos maravillosos: el EPL secuestró a nuestra madre y las Farc quemaron nuestra casa.

 

La lectura de estas páginas me ha puesto a pensar en que, a pesar de todo, mis hermanos y yo fuimos afortunados, porque podíamos evadirnos de ese horror, cuando regresábamos a la ciudad; mientras que los campesinos tenían que quedarse, sufriendo, día a día, la atrocidad del Frente 34 de las Farc, o del Bloque Quinto de las autodefensas.

Uno de los mandos guerrilleros del EPL, los que secuestraron a mi madre, terminó por convertirse en el inclemente jefe del paramilitarismo en la zona.  “Don Mateo Rey” hace la crónica de cómo distintas personas, hijas de una cultura violenta y destructiva, fueron pasando de un bando a otro y presenta la saga de cómo los hijos de los muertos de esa violencia se repartieron entre grupos armados de izquierda o de derecha, para seguir en la espiral de sangre…  De igual modo, muestra cómo los que han ejercido la violencia terminan paranoicos porque no pueden confiar en nadie: nadie los quiere, sólo les temen.   Así, terminamos constatando cómo ellos mismos se dan cuenta de que tomaron la decisión equivocada de dejarse envolver por la hélice sanguinaria que ha devastado a Colombia, en la cual, como aquella sentencia bíblica que recordara el Papa León I “El Magno” al implacable Atila: “Quien a hierro mata a hierro muere”.

 

Ramón Elejalde enfoca, en un momento y en un lugar determinados, una violencia producto de una violencia anterior y nos abre los ojos ante la falta del Estado para prevenir y erradicar esa brutalidad.  “Don Mateo Rey” es un libro sobrecogedor que dice muchas verdades nunca antes publicadas.  Y es, a la vez, una reflexión absolutamente necesaria, porque, al describir los hechos siniestros que hemos padecido los colombianos, a través de los decenios, en nuestros campos verdes, nutridos por la sangre de miles de inocentes, nos reafirma en la convicción de que si seguimos en ese círculo vicioso, nunca podremos lograr el equilibrio indispensable para que no tengamos que llorar a más de los nuestros caídos por el fragor de la barbarie irracional.

 

 

  

*Codirectora del Partido Liberal

Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado

Nuestras historias

Juristas del Senado conceptúan sobre plagio de Mineducación a proyecto de senadora Sofía Gaviria

Según la Sección de Leyes de la Cámara Alta, existen coincidencias formales y de fondo entre los dos proyectos.

Bogotá D.C., 5 de mayo de 2016. En comunicación oficial, la Sección Leyes del Senado de la República dio a conocer los resultados del análisis de contraste realizado entre el proyecto de Ley 244 de 2016, presentado el pasado miércoles por el Ministerio de Educación Nacional y el 054 de 2014, presentado hace dos años por la senadora Sofía Gaviria y la bancada en pleno del Partido Liberal, el cual cursa, actualmente, tercer debate, en la Cámara de Representantes.

Según los peritos de la Cámara Alta, en el proyecto del Ministerio, por el cual se crea la Agencia Nacional para la Alimentación Escolar, se encontraron "transcripciones literales" del proyecto de la senadora Gaviria, por el cual se crea la Agencia Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutricional.

Luego de revisar cada uno de los puntos sujeto de debate por presunto plagio, se conceptúa que "No solamente existen coincidencias de redacción, sino que existe identidad de causa" y se especifica que "los dos proyectos pretenden garantizar la Seguridad Alimentaria, cuestión que podría realizar la Agencia Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutricional (que propone la senadora Gaviria), sin requerir la creación de la Agencia Nacional para la Alimentación Escolar (del Ministerio de Educación)".

Algunos ejemplos de transcripción literal

Estos son algunos de los más de sesenta casos de transcripción literal o paráfrasis entre los dos proyectos que ha denunciado la senadora Sofía Gaviria:

- En el numeral 3 del artículo 8 del proyecto del Ministerio dice:
"Emitir los lineamientos técnicos-administrativos, los estándares y las condiciones mínimas para la prestación del servicio, el esquema de operación y de ejecución del Programa de Alimentación Escolar - PAE, que deberán ser aplicados por las entidades territoriales, los actores y operadores".

En el numeral 15 del artículo 13 del proyecto de la senadora Gaviria, dice:
"Emitir los lineamientos técnicos-administrativos, los estándares y las condiciones mínimas para la prestación del servicio, el esquema de operación y de ejecución del Programa de Alimentación Escolar (PAE), que serán aplicados por las entidades territoriales, los actores y operadores".

- En el numeral 6 del artículo 8 del proyecto del Ministerio dice:
"Coordinar con el Instituto de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos - INVIMA, y demás autoridades competentes, la vigilancia y control de los alimentos industrializados de consumo masivo".

En el numeral 21 del artículo 13 del proyecto de la senadora Gaviria, dice:
"Coordinar con el Instituto de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, Invima, y demás autoridades, la vigilancia y control de las fortificaciones requeridas en los alimentos de consumo masivo"

- En el numeral 2 del artículo 4 del proyecto del Ministerio de Educación se dispone:
"Equidad y protección especial a los grupos vulnerables: Se debe promover la alimentación escolar en establecimientos oficiales, priorizando la atención a los grupos poblacionales que por sus condiciones de edad, bajos ingresos, factores étnicos, ubicación en zonas de riesgo, desplazamiento e inseguridad alimentaria, presentan los mayores niveles de vulnerabilidad".

En el numeral 6 del artículo 4 del proyecto de la senadora Gaviria se dispone:
"Equidad, diferenciación, acceso y protección especial a los grupos vulnerables en inseguridad alimentaría: Se debe promover la realización del derecho a la seguridad alimentaria y nutricional en todo el territorio nacional y en todas las comunidades étnicas, entre otras, priorizando la atención a los grupos poblacionales que por sus condiciones de edad, bajos ingresos, factores étnicos, ubicación en zonas de riesgo, desplazamiento e inseguridad alimentaria, presentan los mayores niveles de vulnerabilidad".

Nuestras historias

Por Ley, cooperativismo será impulsado en instituciones educativas

La disposición fue sancionada por el Presidente de la República.

Bogotá D.C., mayo 3 de 2016. Tras la aprobación, en cuatro debates en el Congreso, de la Ley 135, “Por medio de la cual se promueven el empleo y el emprendimiento juvenil”, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, le ha dado, esta semana, la sanción presidencial.  Entre las medidas que genera esta ley para superar las barreras de acceso de los jóvenes al mercado laboral, se ha dispuesto la masificación de la educación cooperativa y solidaria, en las instituciones educativas públicas y privadas del país.

Según la senadora Sofía Gaviria, codirectora del Partido Liberal, quien propuso este enfoque en las cláusulas de la Ley, a través de esta nueva disposición “Se adelanta en el propósito nacional de que la niñez y la juventud reciban la educación económica y financiera necesaria para generar ingresos y valorar la economía, de modo justo y solidario, en la etapa adulta”.

Para la senadora Gaviria, esta nueva ley, que dispone, además, el apoyo oficial a los proyectos de cooperativas escolares, es un avance hacia el estímulo que necesita el sector solidario en el país.

En meses anteriores, la congresista, en el debate de varias reformas legislativas, había propuestopolíticas de fomento, protección y desarrollo al sector cooperativo y a la economía solidaria “para promoción de la equidad, la transformación del campo y la movilidad social”.  

A través de estas iniciativas, la senadora Gaviria dice rendir homenaje a su padre, Guillermo Gaviria Echeverri, quien, a la cabeza de Colanta, consagró más de treinta años al fomento del modelo empresarial cooperativo.

Nuestras historias

Cristianos víctimas del conflicto escuchados en el Congreso

La Comisión de Derechos Humanos del Senado dio voz a los miembros de minorías religiosas victimizados en razón de sus creencias.

Bogotá D.C., abril 29 de 2016. La Comisión de Derechos Humanos del Senado de la República realizó en la mañana de este viernes una audiencia pública, donde participaron representantes de diversas comunidades cristianas que han sido víctimas del conflicto en Colombia.

La organizadora de este acto público fue la senadora liberal Sofía Gaviria, quien, como víctima, ha enarbolado la defensa de las víctimas en el Congreso: “Desde la Comisión y desde la Federación de Víctimas, hemos venido adelantando actividades para denunciar el drama de los distintos grupos sociales victimizados por los actores armados: los afros, los indígenas, las mujeres, las minorías LGBTI, los empresarios del campo y los miembros de las Fuerzas Armadas, entre otros sectores. En esta ocasión, escuchamos, tal vez por primera vez en el Congreso, a aquellos que han sido víctimas a causa sus convicciones religiosas”.

La senadora Gaviria, como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, cree, además, que uno de los derechos a los que no se ha prestado suficiente atención es al de la libertad de cultos.  Al respecto, la congresista recuerda que “La carta magna establece, textualmente, en su  artículo 19 que se garantiza la libertad de cultos, que toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva”.

En el acto, se mostraron, a través de ponencias y testimonios, los distintos escenarios de victimización a diversas comunidades religiosas en Colombia y  se analizó la evolución  que, en materia jurídica, ha tenido la libertad de cultos en Colombia, destacando el aporte que la Constitución Política de 1991 realizó.

Una continua y sistemática violación de la libertad de cultos  ha sido el común denominador  en la historia de Colombia, desde la Conquista, fue la conclusión a este respecto. Sin embargo, la parlamentaria Gaviria considera que la protección de esta libertad merece ser reforzada tanto como los demás derechos fundamentales, ya que existe el respaldo constitucional y la obligación de las entidades del Estado para garantizar su aplicabilidad en el ordenamiento jurídico colombiano: “Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley”.

En el evento, además, la Comisión Nacional de Mujeres condecoró a la senadora Gaviria, como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos y como fundadora de la Federación Nacional de Víctimas de las Farc, “por su trabajo para visibilizar a los cristianos que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia”.

Nuestras historias

Razones para pedir una renuncia

La directora del ICBF, Cristina Plazas, declaró en la radio que el motivo por el cual pedí su renuncia, la semana pasada, es que el instituto por ella dirigido no ha firmado contratos en los últimos meses con la Fundación Lucerito, de la que soy cofundadora.

Es cierto que hace once años fui una de las 120 personas agrupadas para crear esta entidad sin ánimo de lucro, con el objetivo de auxiliar a niños y jóvenes víctimas de violencia sexual, pero desde hace más de diez años no hago parte de su junta directiva, ni tengo vínculo alguno con la entidad. Sin embargo, he seguido los pasos de Lucerito y, con complacencia, he sido testigo de cómo durante todos estos años, la fundación ha cumplido a cabalidad con su finalidad, apoyando la recuperación de 5.890 menores. En ese tiempo, ha sido la única entidad de su género en atender a víctimas menores de cinco años de edad y en operar  en zonas rurales. Por ello, me indignó enterarme de que, en diciembre pasado, 150 menores, que estaban siendo atendidos por la institución, en el Quindío, quedaron sin ninguna protección o apoyo por parte del ICBF.  La desatención a estos niños vulnerables, y no la adjudicación alguna de contratos a la Fundación Lucerito, es lo que he reprochado públicamente a Cristina Plazas.

Plazas olvidó mencionar que esta muestra de negligencia no es la razón principal por la que he pedido su renuncia.  Valga la pena hacer un veloz repaso de los motivos que he expuesto, desde hace meses, en columnas de opinión y en audiencias y debates de control político en la Comisión Séptima del Senado y en la Comisión de Derechos Humanos, que presido:

1. Cristina Plazas ha faltado a su función de rendir cuentas ante el Congreso. De las más de 19 ocasiones en las que ha sido citada a comisiones y plenaria de la Cámara de Representantes y del Senado, solo ha comparecido ante el legislativo seis veces; es decir, a menos de una tercera parte de las citaciones.

2. Bajo la dirección de Plazas, se han incumplido los acuerdos gubernamentales pactados con las madres comunitarias, relacionados con contratos, salarios y prestaciones sociales. Esto ha generado una crisis que derivó en el gran paro que acaba de terminar y para el fin del cual varios congresistas tuvimos que mediar.

3. Han sido múltiples las investigaciones existentes contra el ICBF de Plazas y contra los adjudicatarios del mismo, por reiteraciones en prevaricato, peculado, interés indebido en la celebración de contratos y celebración de contratos sin formalidades.

4. A pesar de que Colombia es el segundo país del mundo con mayor incidencia de embarazo adolescente, Cristina Plazas no ha establecido una política pública eficaz, de alertas tempranas o de prevención, en cuanto a salud sexual y reproductiva de menores: cada año, hay más de 165.000 niños nacidos de adolescentes.

5. Plazas no ha puesto en operación los mecanismos necesarios para evitar el maltrato infantil y el abuso sexual a menores, cuya estadística ha aumentado preocupantemente durante su administración. Mucho más grave esto, cuando este abuso ocurre en los mismos hogares del ICBF.

6. Cristina Plazas ha faltado a su obligación de brindar atención integral a los menores víctimas del conflicto.  

7. A causa de una mala implementación de procedimientos por parte del ICBF, las adopciones, en los últimos cinco años, se han reducido en un 62%, lo que vulnera el derecho fundamental de los niños a tener una familia.

8. El ICBF de Cristina Plazas no está brindando a nuestros niños condiciones que garanticen su derecho a la alimentación. La grave situación de inseguridad alimentaria está causando frecuentes escándalos de muertes por desnutrición en La Guajira. Esta situación se repite en Chocó, Guainía, Vaupés, Vichada, Santander y Huila, entre otros departamentos.  En 2015, se notificaron 260 muertes de menores de cinco años, por desnutrición y 808 por causas asociadas a la misma, y en las 12 primeras semanas de 2016, se registraron 53. 

9. Cristina Plazas no ha hecho lo necesario para que el país cuente con estadísticas serias y fiables acerca de la situación de la niñez en Colombia, indispensables para la racionalización e inversión adecuada de los recursos públicos.  Plazas incumplió con su deber de tener lista, para el 2014, la encuesta quinquenal de Situación Nutricional, la ENSIN, insumo básico para verificar avances y proponer acciones en seguridad alimentaria en el país.

Cristina Plazas no puede desviar la atención de la opinión pública, ni buscar crear escándalos o mantos de dudas donde no puede haberlos. Lo único cierto es que la dirección del ICBF le quedó grande y que esto ha afectado a los cientos de miles de menores y familias que deberían recibir atención integral de esa entidad.

Reto a Cristina Plazas a que declare, bajo la gravedad del juramento, si he pedido contratos o puestos en el ICBF.

Que respete y que responda con logros y con argumentos, no con mentiras.

 

*Codirectora del Partido Liberal

Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado

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¿Moción? No: sólo censura

Columna de opinión de la senadora Sofía Alejandra Gaviria.

Medellín, abril 8 de 2016. Durante tres años, senadores de casi todas las bancadas hemos acudido a todos los recursos posibles para impedir la venta de Isagén: proyectos de Ley, proposiciones, debates de control político, demandas ante tribunales, constancias de rechazo a esa enajenación, exposición de alternativas para obtener los  recursos necesarios sin tener que vender la empresa, cartas a las empresas oferentes en la venta, entre otras numerosas acciones.

El Gobierno ignoró este clamor del Legislativo y enajenó las acciones que todos los colombianos poseíamos en Isagén, una empresa estratégica para el país en términos energéticos, ambientales, sociales, de competitividad y de seguridad nacional. En consecuencia, ante el Congreso, que tiene entre sus funciones no solamente la de hacer las leyes, sino también la de controlar el buen desempeño del Ejecutivo, se propuso una moción de censura contra el responsable de la decisión de la venta de Isagén, el Ministro de Hacienda.

Aunque la moción todavía no ha sido votada, el pasado lunes, en debate en plenaria, se hizo pública la posición de la mayoría de los senadores. El resultado previsto es que será hundida esta muestra de indignación y de protesta del Legislativo, ante la falta de atención a sus recomendaciones por parte del Ejecutivo.

Desde el comienzo, fui una de las impulsoras de esta iniciativa, pero, sorpresivamente, el lunes mismo, mi partido, el Liberal, tomó la decisión de votar en bloque en contra de la moción, lo cual, conforme a la Ley de Bancadas, me imposibilita para apoyar la misma, con mi voto o con alguna intervención en el debate, so pena de perder mi investidura.

De este modo, se concluye que, en el Liberalismo, la censura no terminó siendo al ministro, sino a los congresistas que defendíamos la moción. 

Triste y sorprendente ver cómo, en contravía de la función original del senado, que es, justamente, la de ser santuario de la democracia y del sano debate de los argumentos, a causa de decisiones como la tomada por mi partido, no pudo desarrollarse el ejercicio amplio y libre que era de esperarse, para que todos los senadores pudiéramos enriquecer el debate con nuestra diversidad de pensamientos.

Paradójicamente, tras el debate, quien más perdió fue el Liberalismo, un partido que había defendido, mayoritariamente, la no venta de Isagén y que, basado en su principio histórico de proteger el patrimonio público, había liderado la mayoría de las acciones anteriormente mencionadas, que emprendimos para impedir esa nociva transacción.

Al imponer a todos sus senadores una postura en contra del ideario mismo del partido, con el pretexto de que estamos comprometidos con la paz, el partido, de nuevo, se arrodilla, ciego, ante el Ejecutivo, y continúa perdiendo la bandera de la defensa legítima de la primacía del bien común sobre el bien particular.

El Partido Liberal debió haber sido consecuente, respetar la coherencia de quienes seguimos en la línea de la defensa del patrimonio público y no amordazarnos, ni impedir mantener nuestra postura en un debate abierto y plural.

Tras su enorme trabajo desarrollado para evitar la venta de Isagén, que habría debido amainar su preocupante desprestigio, el senado, al no reafirmar en este debate su independencia, ha retrocedido hacia convertirse en un congreso que, en vez de preservar el principio de representación del pueblo que lo eligió, prefiere hacer prevalecer los intereses de un Ejecutivo que toma decisiones en contra del interés general.   Según Henri Saint Jean de Bolingbroke, si el parlamento apoya al gobierno ilimitadamente, hay un retorno del Estado hacia el absolutismo: el legislativo existe, pero no tiene ningún poder real.

El senado perdió una gran oportunidad para recobrar su dignidad, hacia la representación real de los colombianos; un urgente paso hacia la recuperación de su credibilidad,  para que esta sagrada institución volviera a ser, como su nombre lo indica, un senatus, máximo ente consultivo, integrado por los más sabios.

Qué falta nos hacen en los debates actuales verdaderos liberales, como Alberto Lleras Camargo, que insistía en que “La esencia misma de la democracia es una transacción, y por eso ella se refleja fielmente en las asambleas, donde la voz de las minorías no se ahoga estérilmente ante la tiranía del poder. Los regímenes absolutos clausuran los Parlamentos porque tienen una concepción también absoluta del bien público”.

Triste día para el senado y para el Partido Liberal.

Sofía Gaviria Correa
Senadora de la República
*Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado

Codirectora del Partido Liberal

Nuestras historias

¿Moción? No: sólo censura

Durante tres años, senadores de casi todas las bancadas hemos acudido a todos los recursos posibles para impedir la venta de Isagén: proyectos de Ley, proposiciones, debates de control político, demandas ante tribunales, constancias de rechazo a esa enajenación, exposición de alternativas para obtener los  recursos necesarios sin tener que vender la empresa, cartas a las empresas oferentes en la venta, entre otras numerosas acciones.

 El Gobierno ignoró este clamor del Legislativo y enajenó las acciones que todos los colombianos poseíamos en Isagén, una empresa estratégica para el país en términos energéticos, ambientales, sociales, de competitividad y de seguridad nacional. En consecuencia, ante el Congreso, que tiene entre sus funciones no solamente la de hacer las leyes, sino también la de controlar el buen desempeño del Ejecutivo, se propuso una moción de censura contra el responsable de la decisión de la venta de Isagén, el Ministro de Hacienda.

Aunque la moción todavía no ha sido votada, el pasado lunes, en debate en plenaria, se hizo pública la posición de la mayoría de los senadores. El resultado previsto es que será hundida esta muestra de indignación y de protesta del Legislativo, ante la falta de atención a sus recomendaciones por parte del Ejecutivo.

Desde el comienzo, fui una de las impulsoras de esta iniciativa, pero, sorpresivamente, el lunes mismo, mi partido, el Liberal, tomó la decisión de votar en bloque en contra de la moción, lo cual, conforme a la Ley de Bancadas, me imposibilita para apoyar la misma, con mi voto o con alguna intervención en el debate, so pena de perder mi investidura.

De este modo, se concluye que, en el Liberalismo, la censura no terminó siendo al ministro, sino a los congresistas que defendíamos la moción. 

Triste y sorprendente ver cómo, en contravía de la función original del senado, que es, justamente, la de ser santuario de la democracia y del sano debate de los argumentos, a causa de decisiones como la tomada por mi partido, no pudo desarrollarse el ejercicio amplio y libre que era de esperarse, para que todos los senadores pudiéramos enriquecer el debate con nuestra diversidad de pensamientos.

 Paradójicamente, tras el debate, quien más perdió fue el Liberalismo, un partido que había defendido, mayoritariamente, la no venta de Isagén y que, basado en su principio histórico de proteger el patrimonio público, había liderado la mayoría de las acciones anteriormente mencionadas, que emprendimos para impedir esa nociva transacción.

Al imponer a todos sus senadores una postura en contra del ideario mismo del partido, con el pretexto de que estamos comprometidos con la paz, el partido, de nuevo, se arrodilla, ciego, ante el Ejecutivo, y continúa perdiendo la bandera de la defensa legítima de la primacía del bien común sobre el bien particular.

 El Partido Liberal debió haber sido consecuente, respetar la coherencia de quienes seguimos en la línea de la defensa del patrimonio público y no amordazarnos, ni impedir mantener nuestra postura en un debate abierto y plural.

 Tras su enorme trabajo desarrollado para evitar la venta de Isagén, que habría debido amainar su preocupante desprestigio, el senado, al no reafirmar en este debate su independencia, ha retrocedido hacia convertirse en un congreso que, en vez de preservar el principio de representación del pueblo que lo eligió, prefiere hacer prevalecer los intereses de un Ejecutivo que toma decisiones en contra del interés general.   Según Henri Saint Jean de Bolingbroke, si el parlamento apoya al gobierno ilimitadamente, hay un retorno del Estado hacia el absolutismo: el legislativo existe, pero no tiene ningún poder real.

 El senado perdió una gran oportunidad para recobrar su dignidad, hacia la representación real de los colombianos; un urgente paso hacia la recuperación de su credibilidad,  para que esta sagrada institución volviera a ser, como su nombre lo indica, un senatus, máximo ente consultivo, integrado por los más sabios.

Qué falta nos hacen en los debates actuales verdaderos liberales, como Alberto Lleras Camargo, que insistía en que “La esencia misma de la democracia es una transacción, y por eso ella se refleja fielmente en las asambleas, donde la voz de las minorías no se ahoga estérilmente ante la tiranía del poder. Los regímenes absolutos clausuran los Parlamentos porque tienen una concepción también absoluta del bien público”.

Triste día para el senado y para el Partido Liberal.

 

*Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado

Codirectora del Partido Liberal

Nuestras historias

Isagén: aún no se ha dicho la última palabra

"Esperamos que el fallo definitivo anule la transacción y sea a favor de todos los colombianos: los de hoy, y, sobre todo, los del futuro" Senadora Sofía Gaviria

Bogotá D.C. marzo 23 de 2016 (Columna senadora Sofía Gaviria Correa).- En junio del año pasado, doce senadores, representantes de seis partidos, presentamos ante el Consejo de Estado una demanda contra el decreto 1609 de 2013, que iniciaba la enajenación de las acciones de la Nación en Isagén.

Vislumbramos, entonces, un ejercicio de equilibrio de poderes, donde, ante una actuación sin ponderación del Presidente y sus ministros, el legislativo, después de múltiples iniciativas para impedir esa venta, apela al tercer poder, el judicial, con la esperanza de una sentencia a favor de todos los colombianos.

El miércoles pasado, los senadores demandantes comparecimos ante el Consejo de Estado, para la primera audiencia de este proceso de nulidad.  Los principales argumentos que expusimos fueron los siguientes:

La motivación del decreto es falsa.  Absurdamente, el proceso de enajenación comienza formalmente en el 2013, cuando todavía gozábamos de bonanza petrolera y cuando la economía colombiana estaba en su máximo pico. El Gobierno defendió, en un principio, la venta, argumentando ser el dueño de las acciones, con todo el derecho a venderlas.  Posteriormente, el Ministro de Hacienda aseguró que los recursos provenientes de la misma se destinarían para las vías 4G y presentó al país la disyuntiva de que, si no se vendía Isagén, no podríamos tener mejores vías (aunque, cuando se emitió ese decreto no existía todavía el Conpes de las 4G, lo cual evidencia una falsa motivación de fondo, que, por supuesto, anula el decreto). Tiempo después, el mismo ministro indicó que los recursos serían invertidos en una gran financiera y en una fiduciaria y, recientemente, hemos oído que con estos fondos se comprarán unos TES, para amainar el roto fiscal que tiene que enfrentar nuestra economía hoy, tres años después de la firma del decreto.

Pero lo cierto es que el Gobierno no era el dueño de las acciones, sino el administrador de un patrimonio que pertenece a todos los colombianos y que, como administrador, tiene discrecionalidad, pero ésta siempre tiene que estar basada en el postulado de "a mayor discrecionalidad, mayor responsabilidad".

Esta proposición, que no es más que el principio de legalidad, basado en la planeación, eficacia, eficiencia y transparencia, tiene que guiar las decisiones de los funcionarios públicos de alto nivel, especialmente al decidirse la enajenación de la segunda generadora de energía del país, que afecta no solamente la soberanía energética nacional, sino también la protección de bienes tan sustanciales para el Estado como son el agua y el medio ambiente.

Con ninguno de los mencionados principios se cumplió.  Como explicamos, el Ejecutivo se ha contradicho múltiples veces intentando explicar la motivación de esta transacción y los datos que ha citado como justificación de su decisión son inexactos, no aportan pruebas técnicas ciertas y tergiversan hechos ampliamente conocidos que, de hacerse públicos, habrían generado la decisión contraria: la de no vender Isagén, una empresa que financiera y económicamente ha crecido sin parar durante el último decenio y cuyas finanzas, en los próximos diez años, van a producir lo mismo que la suma por la cual fue vendida.

Pero, además se incurre en un desvío de atribuciones discrecionales de enajenación, es decir, en un desvío de poder, porque, como todo recurso del Estado debe tener una destinación clara, contemplada en el Plan de Desarrollo o en la Ley de Presupuesto, y como en este caso eso no se cumple, los fondos provenientes de la venta de Isagén se convertirán en "plata de bolsillo", de manejo discrecional del Gobierno, lo cual invalida el decreto, porque ningún funcionario público, mucho menos los que tienen mayor responsabilidad, tiene discrecionalidad en cuanto al manejo de recursos, cuando este está regulado por la Ley.

Antes de terminar la audiencia, los demandantes pedimos medidas cautelares orientadas a suspender cualquier gasto de recursos provenientes de las acciones vendidas por la Nación y a paralizar la negociabilidad de las acciones que tienen EPM, ETB y hasta el propio fondo Brookfield en Isagén, para que, hasta que no se pronuncie la justicia en las tres acciones legales que todavía hay vigentes a este respecto, no pueda hacerse ningún tipo de adelanto en esa enajenación.

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Otro Día de la Mujer sin novedad

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria. 

"Son necesarias reformas que favorezcan participación política de la mujer": senadora Sofía Gaviria.

Bogotá D.C. "Espero que, el 8 de marzo del año entrante, tras unas elecciones regionales donde triunfen la igualdad y el mérito, estemos celebrando que realmente haya un cambio sustancial en la representación política de la mujer para poder tener el orgullo de decir que vivimos en una verdadera democracia". Fue así como terminé mi mensaje de felicitación a las colombianas en el Día de la Mujer, el año pasado.

Hoy, un año después, tenemos que decir que nuestras condiciones de representatividad en el poder público no han mejorado y que, si en algunos espacios vamos mejor, el progreso es muy leve:

- La situación parecería ser alentadora en el caso de las gobernaciones: de tener dos gobernadoras (de 32 departamentos), pasamos a contar con cinco (todas en departamentos que, por primera vez, eligen a una mujer para gobernarlos).

- Pero, si hablamos de alcaldías de ciudades capitales, el panorama es desolador: de tener cuatro alcaldesas, pasamos a no haber elegido a ninguna (de 32 ciudades capitales del país).

- En cuanto al total de alcaldesas, la cifra se elevó un poco: de 108 a 132 (de 1.123). Vale la pena anotar que en siete departamentos no hay ninguna mujer alcaldesa.

- De 75 diputadas, bajamos a 68 (de 418), cifra similar a la que teníamos hace doce años.

- Y peor todavía fue el resultado en los concejos de ciudades capitales, en los cuales pasó de haber 95 mujeres a sólo 80 (de 580).

En cuanto al Ejecutivo, seguimos con cinco mujeres ministras (de 16), con lo cual el Gobierno se limita a cumplir a ras la Ley de Cuotas, que dispone que mínimo un 30% de los cargos de la administración pública deben ser ocupados por mujeres. Sin embargo, esto es mejor que lo que ocurre en el poder judicial, donde se incumple sistemáticamente esta norma, según informe que recibimos recientemente del Ministerio del Interior.

Precisamente, contra esa inequidad que padecemos las colombianas, propusimos, desde el Senado de la República, una reforma política que asegurara que en las listas electorales de todos los partidos hubiera al menos un 50% de participación femenina. Esto, en aras de superar "la primera barrera que enfrentan las mujeres en los partidos para llegar a los espacios de decisión, que es el proceso de selección interna, en la nominación de las candidaturas", como recalca la teórica costarricense Isabel Torres García.

Pero, como ya el país entero sabe, tras dos debates exitosos en el Senado, el proyecto fue hundido, a pupitrazos, en la Cámara de Representantes. La aparente apertura que logramos por parte de los colegas hombres, se desvaneció al momento de votar.

Hundida la lista cremallera, pudimos, con las congresistas verdes, incluir los conceptos de paridad, universalidad y progresividad para la representación de la mujer, en la Reforma de Equilibrio de Poderes. Ahora, estamos buscando reglamentar dichos principios para hacerlos efectivos. Esperamos que en esta legislatura este proyecto sea aprobado, para que logremos, al menos, ese avance.

Es necesario implementar reformas que favorezcan la participación política de la mujer, que ayuden a superar sus déficits de representación y vigoricen, así, la democracia. Y no podremos conseguir que para todos los colombianos sea innegable el sagrado derecho a tener acceso, en condiciones de igualdad, a la administración pública, sin mejorar los indicadores de seguridad familiar y laboral de las mujeres, sin acortar la brecha salarial entre los sexos y sin disminuir los casos de violencia, maltrato y abusos contra nosotras.

En un país en el que día a día, millones de nuestras compatriotas sufren la discriminación y la violencia (sólo en el RUV, hay registradas 3.791.651 mujeres víctimas), tenemos que promover el respeto a la mujer e invitar a todos a recordar lo que las mujeres, por derecho, merecemos: la igualdad.
Un país que se dice democrático no puede ser tal si el 51% de la sociedad, por distorsiones culturales, no puede acceder al lugar que le corresponde.

Nuestras historias

Que rueden cabezas

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

En días pasados, escándalos sexuales han eclipsado el drama más doloroso que está sufriendo Colombia, que es la falta de atención a aquellos que deberían el objetivo máximo del cuidado del Estado: nuestros niños. La comisión de Derechos Humanos del senado viene trabajando activamente para hacer los controles necesarios en aras de visibilizar esta situación y de proteger debidamente a nuestros menores. En consecuencia, la semana pasada, por iniciativa del senador Alexander López, realizamos una audiencia de casi siete horas de duración, en el Capitolio Nacional, en la cual se buscó hacer control político al ICBF sobre la crisis de desnutrición de los niños wayuu, en La Guajira (a la cual hemos venido desarrollando veeduría, con informes médicos y sociales más que alarmantes) y sobre otra crisis, menos conocida: la de las madres comunitarias en todo el país.

Escuchamos, entonces, las inquietudes y denuncias que, respecto del modo en que la actual administración del ICBF ha sorteado estas crisis, tenían para exponer representantes de diversos estamentos de control, como la Defensoría del Pueblo, la Contraloría General de la República y la Procuraduría General de la Nación, cuya delegada para la Familia, Ilva Miryam Hoyos, anunció que la gravedad de la hambruna en La Guajira tiene méritos suficientes para adelantar formalmente una investigación disciplinaria a la directora del ICBF y al Gobierno Nacional. Por su parte el viceministro de Trabajo reconoció múltiples fallas en la gestión y en la contratación por parte de Bienestar Familiar.

Paradójicamente, quien no se hizo presente en la audiencia fue la directora del ICBF, Cristina Plazas, quien, de este modo, además de no cumplir con sus funciones de proteger a los niños colombianos, falta nuevamente a su obligación de rendir cuentas ante el Congreso.

La mayor parte del tiempo consagrado a la audiencia fue invertida en oír con atención las quejas de madres comunitarias venidas de todo el país. Sus acusaciones más frecuentes eran por causas tan graves como la desatención e improvisación en la atención a los niños, así como en la entrega de alimentos y servicios por parte del ICBF o sus operadores; irregularidades en la contratación de asociaciones y operadores para el año 2016 y en el proceso de calificación de estándares del año 2015, y, muy especialmente, la vulneración de los derechos de madres y trabajadores en la contratación laboral para el año 2016. De estas revelaciones, lo más delicado fue escuchar reiteradamente que, por la no contratación de madres comunitarias para el cuidado de los niños, más de 300.000 de ellos quedarán desprotegidos.

Este gobierno se comprometió a tener como pilares la paz, la protección a la niñez y la equidad, pero lo único cierto es que, viendo los resultados del ICBF, la niñez sigue siendo la población más desamparada del país. El hecho de que, en lo que va corrido del 2016, según el Instituto Nacional de Salud, hayan fallecido seis niños solo en La Guajira, por desnutrición y por abandono del Estado, es la sumatoria de las equivocaciones y de la falta de compromiso, de responsabilidad y de capacidad de Cristina Plazas, al frente del ICBF.

En la plenaria del Senado, las diversas fuerzas unidas por salvar a nuestros niños citaremos al ICBF a un debate urgente para que responda, esta vez sí, por las crisis que hemos venido denunciando. Si las cabezas de la Defensoría del Pueblo y de la Policía han caído recientemente por escándalos relacionados con asuntos de intimidad, el hecho de que estén muriendo niños de hambre en toda la geografía nacional merece, indudablemente, que rueden las cabezas de los responsables, en pos de contratar a personas ejemplares, con capacidad técnica y compromiso moral.

No queremos discursos de funcionarios tomándose fotos con niños enfermos ni queremos más shows publicitarios, sino acciones efectivas del Estado. ¡No más dilaciones! ¡No más excusas! Queremos que el ICBF nos muestre una política seria en la que se erija como principal lo que siempre debió haber sido prioritario: la seguridad alimentaria y el cuidado integral de la niñez.

 

*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado Coordinadora Frente Parlamentario Contra el Hambre

Nuestras historias

Ni plebiscito ni constituyente: referente

Columna de la senadora Sofía Gaviria.

El asunto de la refrendación ciudadana de los acuerdos entre el Gobierno y las Farc es materia que compete a todos los colombianos, pues de esta derivará la legitimidad de lo pactado. El Gobierno ha propuesto un plebiscito con umbral reducido, que, al ser de una sola pregunta, no dejaría que los votantes decidieran a fondo sobre el contenido de cada uno de los puntos. Y, por el otro lado, las Farc insisten en que debe convocarse una nueva asamblea nacional constituyente, en la cual habría que concederles a ellos un determinado número de curules, sin necesidad de ser elegidos por el pueblo.   

Según confirman reputados constitucionalistas, lo más probable es que la Corte Constitucional tumbe el proyecto del plebiscito, con lo cual, en vez de afianzar su independencia, terminaría haciéndole un gran favor al Gobierno, pues este quedaría investido de amplios poderes para firmar un acuerdo con las Farc, sin tener que acudir a las urnas.  Pero, en caso de que la Corte diera vía libre al plebiscito, la situación no devendría más sencilla: este, de todos modos, estaría condenado al fracaso, pues, al aprobar un acuerdo totalmente desequilibrado a favor de los victimarios, sin ninguna proporcionalidad en las penas, conduciría a que el pueblo se inclinara por el No.  Esto puede pronosticarse fácilmente, ya que, según encuestas y sondeos, el grueso de los colombianos está inconforme con el contenido de los acuerdos. El pueblo siente que este compromiso sella la paradoja de que, mientras que la mayoría de los colombianos de bien que se levantan todos los días a trabajar honradamente, siguen carentes de educación, de salud, de vivienda, de empleo y de tantos otros factores de bienestar; las Farc, que llevan más de medio siglo cometiendo sistemáticamente delitos de lesa humanidad, van a terminar en la impunidad, sin reparar a sus víctimas y, sobre todo, convertidos en los dueños de la verdad.

 

En la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc, siempre constructivos, estamos comprometidos con la salida negociada al conflicto armado en Colombia; pero no con una salida que ataña sólo a unos cuantos sectores de la sociedad, sino una en la cual todos los colombianos nos sintamos vinculados.  Por esto, al ver el galimatías actual de la refrendación de los acuerdos y, para evitarle a la sociedad el dolor de tener que votar negativamente la refrendación de una paz que todos anhelamos, queremos aportar una nueva alternativa, un recurso intermedio entre el plebiscito y la constituyente: lo pactado en materia de reforma agraria, de narcotráfico y cultivos ilícitos y de implementación y verificación de los acuerdos podría refrendarse a través del plebiscito que propone el Gobierno; pero lo negociado en cuanto a Justicia y Víctimas, los dos temas fundamentales del acuerdo, debe ser consultado mediante un referendo de seis preguntas precisas. Estas deberán tener en cuenta no sólo las concesiones que se harían a las Farc, sino también las inquietudes y propuestas de las víctimas, esas que venimos reiterando desde que nos organizamos como Federación, y a las cuales nunca hemos recibido respuesta por parte de la Mesa de La Habana, a pesar de que hicimos entrega oficial de las mismas al jefe del equipo negociador, Humberto de la Calle, en noviembre del 2014. Entre los temas que abarcarían las preguntas, se encontrarían los relativos a las penas que tendrían que pagar los guerrilleros, la participación de los mismos en política, la verdad y la reparación. 

La realización de este referendo es un asunto de respeto del Estado hacia todos los ciudadanos, en su capacidad de decidir. Sin duda, la sociedad colombiana está preparada y madura para pronunciarse sobre estos asuntos, que competen a todos. Por ello, sería necesario que implicara voto obligatorio, para que, efectivamente, haya una refrendación nacional de fondo mediante la cual todos los colombianos nos sintamos enlazados a la decisión general y estemos comprometidos con los acuerdos. Si se logra aprobar este mecanismo, ya nadie podrá decir que no fue tenido en cuenta a la hora de decidir y será mucho más probable que lo que se pacte conduzca a una verdadera paz y no a la perpetuación del conflicto.

Por el momento, la idea ya está lanzada.  Hace pocos días, en Cartagena, se la presentamos personalmente a Humberto de la Calle.  Estamos comprometidos con sacarla adelante y esperamos que esta vez el Gobierno sí nos oiga, que las víctimas sí seamos tenidas en cuenta, para que, por fin, pueda ser cierto eso de que estamos en un proceso plural que tiene como centro a las víctimas y no a las Farc.

 *  Presidenta Comisión de derechos Humanos del Senado

Presidenta honoraria Federación Colombiana de Víctimas de las Farc

Nuestras historias

El ICBF, de brazos cruzados

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

“Los niños se siguen muriendo de desnutrición “

Esta semana, me desplacé hasta el departamento de La Guajira para adelantar una brigada de salud organizada por la Comisión de Derechos Humanos del senado, que presido. El objetivo de esta actividad era el de hacer veeduría a los avances en cuanto a las medidas cautelares que dictó, hace un mes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,  “para preservar la vida y la integridad personal” de los niños y adolescentes wayuus, ante la muerte por desnutrición de 4.770 niños de esa etnia, desde el 2007, contando la situación de sólo 900 de las 4.000 rancherías que hay en toda La Guajira. 

Gracias a la ayuda de empresas y personas comprometidas, como la EPS Coosalud, la Fundación por la Vida y la Equidad y  de médicos especialistas de Antioquia y de Atlántico, se pudo realizar una brigada para evaluar las condiciones de salud de casi 500 niños wayúu (300 en Manaure y 200 en la Alta Guajira) y de unos 100 adultos (en su mayoría, madres gestantes).

Este evento no contó con el apoyo del ICBF, pues, a la directora de esa entidad nos hemos cansado de invitarla a las actividades sobre la niñez que ha realizado la Comisión, pero nunca ha asistido. Invitamos al Ministerio de Salud a vincularse a esta iniciativa, pero, por problemas de tramitología, no nos pudo apoyar. ¡Este país!

Aprovechamos, entonces, para verificar con independencia y sobre el terreno, el cumplimiento de las medidas cautelares.

Durante tres días, confirmamos las denuncias de líderes wayuus independientes, de que el abandono por parte del Estado es sistemático: más del 80% de los niños que atendimos sufren de desnutrición crónica. A medida que se asciende a la Alta Guajira, la desnutrición es más severa y más generalizada.  La lactancia materna se extiende hasta el próximo embarazo, porque los niños no tienen nada más para alimentarse. Esto estaría bien, pero son madres desnutridas que no están pasando los nutrientes necesarios a sus hijos.

Constatamos abundancia de problemas por parásitos, conjuntivitis, infecciones intestinales, respiratorias y de la piel causadas por un sistema inmunológico debilitado a causa de la desnutrición y de la falta de agua. La simple evaluación de la coloración, cantidad y calidad del pelo de estos niños sirve fácilmente para diagnosticar el déficit nutricional en que se encuentran.  Hay, además, infestaciones de piojos, que producen enfermedad en los niños. Y, por la falta de agua, las condiciones de aseo son sumamente precarias y los servicios sanitarios, pésimos, lo cual provoca que las enfermedades contagiosas se propaguen con mayor facilidad. El riesgo de tuberculosis es muy alto.

Los niños se siguen muriendo de desnutrición, sin poder ser atendidos en centros hospitalarios, pues los que hay en el perímetro están destruidos y abandonados.   Muchos niños no están registrados y muchos otros, que sí lo están, no tienen ninguna cobertura por parte de alguna EPS ni del Sisbén.

El gobierno les prometió pozos a estas comunidades y no cumplió, y los pocos que hay no funcionan. Aunque siempre han padecido la carencia de agua, ahora, esta es más fuerte que nunca. Y, como donde no hay agua, no hay vida, los cactus se murieron, los chivos no tienen qué comer y son escasas las crías de pollos o gallinas.  

Fue difícil acceder a estos sitios, a causa de la precariedad de las rutas. Pero, cuando llegamos, nos dimos cuenta de que la crisis no es solamente de desnutrición y salubridad, sino también de educación, de vivienda y de formas de sustento.

Para resumir, lo que hallamos fue poblaciones totalmente desamparadas por el Estado. Los niños que logran sobrevivir al hambre quedan marcados para siempre con una cicatriz biológica causada por su desnutrición crónica. Faltan programas, infraestructura y especialistas en atención a salud primaria y promoción de la salud. Hasta el momento, no se nota ningún avance del ICBF hacia el cumplimiento de las medidas cautelares dictadas por la CIDH. La negligencia por parte de las instituciones responsables del cuidado de estas comunidades es indignante.

Al constatar, una vez más, la gravedad de la crisis de desnutrición en La Guajira (sin hablar de la que padecen los niños del Vaupés, de Vichada o del Chocó) y la falta de acuciosidad y de aplomo del ICBF para asumir la responsabilidad y enfrentar esta tragedia, debo reiterar que a Cristina Plazas le quedó grande el ICBF.

El Gobierno no puede mantener en sus cargos a funcionarios de libre nombramiento y remoción que han fracasado estrepitosamente en el ejercicio de sus funciones, que incluyen responder por la vida de personas, particularmente de niños.

Como comisión de Derechos Humanos del senado, haremos los controles pertinentes y acudiremos a la Procuraduría General de la Nación para que inicie una necesaria investigación sobre este drama, porque no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la obstinada ineficiencia y la corrupción probada en el ICBF.

Nuestras historias

El abandono a los Wayuu indigna

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

Esta semana, me desplacé hasta el departamento de La Guajira para adelantar una brigada de salud organizada por la Comisión de Derechos Humanos del senado, que presido. El objetivo de esta actividad era el de hacer veeduría a los avances en cuanto a las medidas cautelares que dictó, hace un mes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “para preservar la vida y la integridad personal” de los niños y adolescentes wayuus, ante la muerte por desnutrición de 4.770 niños de esa etnia, desde el 2007, contando la situación de sólo 900 de las 4.000 rancherías que hay en toda La Guajira.

Gracias a la ayuda de empresas y personas comprometidas, como la EPS Coosalud, la Fundación por la Vida y la Equidad y de médicos especialistas de Antioquia y de Atlántico, se pudo realizar una brigada para evaluar las condiciones de salud de casi 500 niños wayúu (300 en Manaure y 200 en la Alta Guajira) y de unos 100 adultos (en su mayoría, madres gestantes).

Este evento no contó con el apoyo del ICBF, pues, a la directora de esa entidad nos hemos cansado de invitarla a las actividades sobre la niñez que ha realizado la Comisión, pero nunca ha asistido. Invitamos al Ministerio de Salud a vincularse a esta iniciativa, pero, por problemas de tramitología, no nos pudo apoyar. ¡Este país! Aprovechamos, entonces, para verificar con independencia y sobre el terreno, el cumplimiento de las medidas cautelares.

Durante tres días, confirmamos las denuncias de líderes wayuus independientes, de que el abandono por parte del Estado es sistemático: más del 80% de los niños que atendimos sufren de desnutrición crónica. A medida que se asciende a la Alta Guajira, la desnutrición es más severa y más generalizada. La lactancia materna se extiende hasta el próximo embarazo, porque los niños no tienen nada más para alimentarse. Esto estaría bien, pero son madres desnutridas que no están pasando los nutrientes necesarios a sus hijos. Constatamos abundancia de problemas por parásitos, conjuntivitis, infecciones intestinales, respiratorias y de la piel causadas por un sistema inmunológico debilitado a causa de la desnutrición y de la falta de agua. La simple evaluación de la coloración, cantidad y calidad del pelo de estos niños sirve fácilmente para diagnosticar el déficit nutricional en que se encuentran. Hay, además, infestaciones de piojos, que producen enfermedad en los niños. Y, por la falta de agua, las condiciones de aseo son sumamente precarias y los servicios sanitarios, pésimos, lo cual provoca que las enfermedades contagiosas se propaguen con mayor facilidad. El riesgo de tuberculosis es muy alto. Los niños se siguen muriendo de desnutrición, sin poder ser atendidos en centros hospitalarios, pues los que hay en el perímetro están destruidos y abandonados. Muchos niños no están registrados y muchos otros, que sí lo están, no tienen ninguna cobertura por parte de alguna EPS ni del Sisbén.

El gobierno les prometió pozos a estas comunidades y no cumplió, y los pocos que hay no funcionan. Aunque siempre han padecido la carencia de agua, ahora, esta es más fuerte que nunca. Y, como donde no hay agua, no hay vida, los cactus se murieron, los chivos no tienen qué comer y son escasas las crías de pollos o gallinas. Fue difícil acceder a estos sitios, a causa de la precariedad de las rutas. Pero, cuando llegamos, nos dimos cuenta de que la crisis no es solamente de desnutrición y salubridad, sino también de educación, de vivienda y de formas de sustento. Para resumir, lo que hallamos fue poblaciones totalmente desamparadas por el Estado. Los niños que logran sobrevivir al hambre quedan marcados para siempre con una cicatriz biológica causada por su desnutrición crónica. Faltan programas, infraestructura y especialistas en atención a salud primaria y promoción de la salud. Hasta el momento, no se nota ningún avance del ICBF hacia el cumplimiento de las medidas cautelares dictadas por la CIDH. La negligencia por parte de las instituciones responsables del cuidado de estas comunidades es indignante. Al constatar, una vez más, la gravedad de la crisis de desnutrición en La Guajira (sin hablar de la que padecen los niños del Vaupés, de Vichada o del Chocó) y la falta de acuciosidad y de aplomo del ICBF para asumir la responsabilidad y enfrentar esta tragedia, debo reiterar que a Cristina Plazas le quedó grande el ICBF. El Gobierno no puede mantener en sus cargos a funcionarios de libre nombramiento y remoción que han fracasado estrepitosamente en el ejercicio de sus funciones, que incluyen responder por la vida de personas, particularmente de niños. Como comisión de Derechos Humanos del senado, haremos los controles pertinentes y acudiremos a la Procuraduría General de la Nación para que inicie una necesaria investigación sobre este drama, porque no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la obstinada ineficiencia y la corrupción probada en el ICBF. * Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado Coordinadora Nacional Frente Parlamentario Contra el Hambre Esta semana, me desplacé hasta el departamento de La Guajira para adelantar una brigada de salud organizada por la Comisión de Derechos Humanos del senado, que presido. El objetivo de esta actividad era el de hacer veeduría a los avances en cuanto a las medidas cautelares que dictó, hace un mes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “para preservar la vida y la integridad personal” de los niños y adolescentes wayuus, ante la muerte por desnutrición de 4.770 niños de esa etnia, desde el 2007, contando la situación de sólo 900 de las 4.000 rancherías que hay en toda La Guajira. Gracias a la ayuda de empresas y personas comprometidas, como la EPS Coosalud, la Fundación por la Vida y la Equidad y de médicos especialistas de Antioquia y de Atlántico, se pudo realizar una brigada para evaluar las condiciones de salud de casi 500 niños wayúu (300 en Manaure y 200 en la Alta Guajira) y de unos 100 adultos (en su mayoría, madres gestantes). Este evento no contó con el apoyo del ICBF, pues, a la directora de esa entidad nos hemos cansado de invitarla a las actividades sobre la niñez que ha realizado la Comisión, pero nunca ha asistido. Invitamos al Ministerio de Salud a vincularse a esta iniciativa, pero, por problemas de tramitología, no nos pudo apoyar. ¡Este país! Aprovechamos, entonces, para verificar con independencia y sobre el terreno, el cumplimiento de las medidas cautelares. Durante tres días, confirmamos las denuncias de líderes wayuus independientes, de que el abandono por parte del Estado es sistemático: más del 80% de los niños que atendimos sufren de desnutrición crónica. A medida que se asciende a la Alta Guajira, la desnutrición es más severa y más generalizada. La lactancia materna se extiende hasta el próximo embarazo, porque los niños no tienen nada más para alimentarse. Esto estaría bien, pero son madres desnutridas que no están pasando los nutrientes necesarios a sus hijos.

Constatamos abundancia de problemas por parásitos, conjuntivitis, infecciones intestinales, respiratorias y de la piel causadas por un sistema inmunológico debilitado a causa de la desnutrición y de la falta de agua. La simple evaluación de la coloración, cantidad y calidad del pelo de estos niños sirve fácilmente para diagnosticar el déficit nutricional en que se encuentran. Hay, además, infestaciones de piojos, que producen enfermedad en los niños. Y, por la falta de agua, las condiciones de aseo son sumamente precarias y los servicios sanitarios, pésimos, lo cual provoca que las enfermedades contagiosas se propaguen con mayor facilidad. El riesgo de tuberculosis es muy alto.

Los niños se siguen muriendo de desnutrición, sin poder ser atendidos en centros hospitalarios, pues los que hay en el perímetro están destruidos y abandonados. Muchos niños no están registrados y muchos otros, que sí lo están, no tienen ninguna cobertura por parte de alguna EPS ni del Sisbén. El gobierno les prometió pozos a estas comunidades y no cumplió, y los pocos que hay no funcionan. Aunque siempre han padecido la carencia de agua, ahora, esta es más fuerte que nunca. Y, como donde no hay agua, no hay vida, los cactus se murieron, los chivos no tienen qué comer y son escasas las crías de pollos o gallinas.

Fue difícil acceder a estos sitios, a causa de la precariedad de las rutas. Pero, cuando llegamos, nos dimos cuenta de que la crisis no es solamente de desnutrición y salubridad, sino también de educación, de vivienda y de formas de sustento.

Para resumir, lo que hallamos fue poblaciones totalmente desamparadas por el Estado. Los niños que logran sobrevivir al hambre quedan marcados para siempre con una cicatriz biológica causada por su desnutrición crónica. Faltan programas, infraestructura y especialistas en atención a salud primaria y promoción de la salud. Hasta el momento, no se nota ningún avance del ICBF hacia el cumplimiento de las medidas cautelares dictadas por la CIDH. La negligencia por parte de las instituciones responsables del cuidado de estas comunidades es indignante.

Al constatar, una vez más, la gravedad de la crisis de desnutrición en La Guajira (sin hablar de la que padecen los niños del Vaupés, de Vichada o del Chocó) y la falta de acuciosidad y de aplomo del ICBF para asumir la responsabilidad y enfrentar esta tragedia, debo reiterar que a Cristina Plazas le quedó grande el ICBF.

El Gobierno no puede mantener en sus cargos a funcionarios de libre nombramiento y remoción que han fracasado estrepitosamente en el ejercicio de sus funciones, que incluyen responder por la vida de personas, particularmente de niños.

Como comisión de Derechos Humanos del senado, haremos los controles pertinentes y acudiremos a la Procuraduría General de la Nación para que inicie una necesaria investigación sobre este drama, porque no podemos quedarnos de brazos cruzados ante la obstinada ineficiencia y la corrupción probada en el ICBF.

* Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado                                                                             Coordinadora Nacional Frente Parlamentario Contra el Hambre

Nuestras historias

El abandono a los Wayuu indigna

Declaraciones de la senadora Sofía Gaviria.

Desde el pasado lunes, la Comisión de Derechos Humanos del senado realizó en el departamento de La Guajira una brigada de salud y una visita de tres días de veeduría a los avances en cuanto a las medidas cautelares que, gracias a las denuncias de líderes wayuus independientes, dictó, hace un mes, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, "para preservar la vida y la integridad personal" de los niños, y adolescentes wayuus, ante la muerte por desnutrición de 4.770 niños de esa etnia, desde el 2007.

Con el respaldo de entidades privadas y de médicos especialistas de Antioquia y de Atlántico, la comisión evaluó las condiciones de salud de casi 500 niños wayúu (300 en Manaure y 200 en la Alta Guajira) y de unos 100 adultos (en su mayoría, madres gestantes).

Al finalizar la visita, la presidenta de la comisión, la senadora liberal Sofía Gaviria dio a conocer las conclusiones de la veeduría. La congresista afirmó: "Confirmamos las denuncias de que el abandono por parte del Estado es sistemático: más del 80% de los niños que atendimos sufren de desnutrición crónica.

Constatamos abundancia de problemas por parásitos, conjuntivitis, infecciones intestinales, respiratorias y de la piel causadas por un sistema inmunológico debilitado a causa de la desnutrición y de la falta de agua. La simple evaluación de la coloración, cantidad y calidad del pelo de estos niños sirve fácilmente para diagnosticar el déficit nutricional en que se encuentran".

La parlamentaria añadió que "Por la falta de agua, las condiciones de aseo son sumamente precarias y los servicios sanitarios, pésimos, lo cual provoca que las enfermedades contagiosas se propaguen con mayor facilidad" y alertó que el riesgo de tuberculosis es muy alto en estas comunidades.

Durante la visita, la comisión se encontró también con que los niños se siguen muriendo de desnutrición, sin poder ser atendidos en centros hospitalarios, pues los que hay en el perímetro están destruidos y abandonados. "Muchos niños no están registrados y muchos otros, que sí lo están, no tienen ninguna cobertura por parte de alguna EPS ni del Sisbén", agregó la senadora Gaviria.

Respecto del cumplimiento de las medidas cautelares dictadas por la CIDH, la conclusión fue que "Hasta el momento, no se nota ningún avance".

"Al constatar, una vez más, la gravedad de la crisis de desnutrición en La Guajira (sin hablar de la que padecen los niños del Vaupés, de Vichada o del Chocó) y la falta de acuciosidad y de aplomo del ICBF para asumir la responsabilidad y enfrentar esta tragedia, debo reiterar que a Cristina Plazas le quedó grande el ICBF", concluyó la parlamentaria.
 

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Isagén: una triste constancia histórica

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria.

El hecho de que Isagén fuera mayoritariamente de propiedad del Estado era prenda de la salvaguardia del inmenso tesoro de agua, fauna y flora que esta empresa custodiaba; aseguraba la competitividad del país en materia de energía, y garantizaba la soberanía energética nacional. Por esto, los colombianos, de todas las procedencias sociales e ideológicas, nos sorprendimos negativamente ante el anuncio del Gobierno Nacional de privatizar un bien esencial para el bienestar de nuestros nacionales, justamente cuando la mayoría de las grandes potencias del mundo se precian de tener el control accionario de sus mayores hidroeléctricas.

La privatización de Isagén es un asunto que compete directamente al Partido Liberal, no sólo porque la Constitución de 1991, engendrada e impulsada por el Liberalismo, indica, en su artículo 365, la finalidad social de los servicios públicos y la importancia de que estos dependan del Estado, sino, sobre todo, porque nuestro partido, una colectividad socialdemócrata que defiende el bien común por encima del bien particular, tiene como uno de sus principios fundamentales la defensa del patrimonio público.

Actuando en consecuencia con este sagrado principio liberal, apelamos a todos los medios posibles para lograr que el Gobierno Nacional reconsiderara la decisión de privatizar a Isagén, confiando en que el Gobierno escucharía el clamor unánime de una colectividad que, además de haber conseguido las mayores victorias sociales de los colombianos y de representar a millones de ciudadanos que la han elegido en las urnas, ha sido indispensable para la aprobación en el Congreso de los principales proyectos de este gobierno. Así pues:

- Redactamos una constancia pidiendo que no se vendiera Isagén. Fue firmada por 80 senadores, de todos los partidos con presencia en el Senado, generando un consenso rara vez visto en toda la historia del Congreso.

- Propusimos que, en el Plan Nacional de Desarrollo, se incluyera un artículo que impedía que se vendiera Isagén en las condiciones actuales. Logramos que fuera aprobado por el grueso de los senadores, pero, por influencia del Gobierno, el artículo desapareció del Plan, en la conciliación.

- Citamos al Ministro de Hacienda a un debate de control político, en la plenaria del Senado, en el cual quedó demostrada la inconveniencia de la venta de Isagén por motivos económicos, fiscales, ambientales, culturales, sociales, estratégicos, de competitividad y de seguridad nacional.

- Recogimos 22 propuestas de opciones para construir las vías 4G sin tener que acudir a la venta de Isagén (formuladas por congresistas de cuatro partidos) y las enviamos al Ministro de Hacienda.

- Redactamos una demanda para anular el decreto que autoriza la venta de las acciones del Estado en Isagén, porque atenta contra los principios de Planeación, Economía, Responsabilidad y Transparencia que debe observar toda transacción estatal.

- Presentamos el proyecto de Ley “Isagén”, que busca impedir la privatización de las empresas energéticas públicas, sin previa autorización del Congreso.

- Nos unimos a la propuesta de escribir cartas para intentar disuadir de participar en la subasta de Isagén a las empresas que se estaban postulando para la misma.

A pesar de las acciones múltiples encabezadas por el Partido Liberal para impedir la venta de Isagén y de lo adverso que resulta este momento para una decisión tan perjudicial como esa transacción, precisamente cuando el país está siendo testigo de los dramas producidos por la ineficacia de las electrificadoras privadas (especialmente, en la Costa Caribe), el Gobierno Nacional no cesó en su empecinamiento por privatizar la segunda productora de energía del país. La mayoría accionaria de Isagén fue adquirida por el fondo canadiense de inversión Brookfield, cuestionado seriamente por corrupción.

Teniendo en cuenta esto, no podemos estar ni satisfechos ni tranquilos.

A través de sondeos con los ciudadanos y con los representantes electos por los mismos, los congresistas, ha sido demostrado que el querer de la inmensa mayoría de los colombianos es el de conservar el patrimonio público. Y la prioridad del Partido Liberal, conforme a su ideario, es la de acompañar y defender los intereses de todos los colombianos.

El Gobierno ha ignorado este clamor. Por eso, hoy, al ver que el Gobierno Nacional no desistió de la nefasta idea de la privatización la empresa y que, en consecuencia, Colombia ha perdido una entidad clave para su estabilidad energética, los liberales debemos ser más coherentes y consecuentes que nunca. Por ende, como muestra de indignación y de protesta, debemos insistir en la propuesta de apartarnos de la coalición de la Unidad Nacional y buscar que, desde el Congreso, se adelante un juicio político al Gobierno nacional. Esperamos que la Ley “Isagén” sea aprobada, para que lo poco que nos queda a los colombianos en materia energética no termine también en manos de negociantes extranjeros.

* Codirectora nacional del Partido Liberal 

Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado

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Juicio político al Gobierno por venta de Isagén

La codirectora del Partido Liberal anunció que enfocará su trabajo legislativo a lograr la aprobación de la llamada Ley "Isagén"

Bogotá D.C., enero 14 de 2016. Ante la venta de las acciones de la Nación en Isagén, la codirectora del Partido Liberal senadora Sofía Gaviria dijo que la colectividad "no puede estar ni satisfecha ni tranquila, mucho menos cuando la empresa que adquirió la mayoría accionaria de Isagén, la canadiense Brookfield, está, cuestionada seriamente por corrupción".

"La prioridad del Partido Liberal, conforme a su ideario, es la de acompañar y defender los intereses de todos los colombianos", declaró la congresista. En consecuencia, en este momento, en el que ha sido privatizada la segunda mayor generadora de energía del país "los liberales debemos ser más coherentes y consecuentes que nunca y debemos insistir en la propuesta de apartarnos de la coalición de la Unidad Nacional", señaló

La legisladora, -presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado- hizo un llamado al Congreso a "hacer, un juicio político e histórico al Gobierno presidente Juan Manuel Santos", una vez se reanuden el trabajo de la Corporación.

La senadora Gaviria recordó que, de la mano de los senadores Viviane Morales y Horacio Serpa, ha emprendido, desde el 2014, en nombre del Partido Liberal, para impedir la venta de Isagén, numerosas acciones, entre las que se cuentan un proyecto de Ley, una demanda ante el Consejo de Estado, un debate de control político en la plenaria del Senado, una constancia firmada por 80 senadores, la redacción de un inciso en el Plan Nacional de Desarrollo y el envío de cartas a las empresas proponentes de la compra.

La legisladora lamentó que el "Gobierno hubiera escuchado las objeciones del Partido Liberal a la venta de la empresa, a pesar de que se trata de "una colectividad que, además de haber conseguido las mayores victorias sociales de los colombianos y de representar a millones de ciudadanos que la han elegido en las urnas, ha sido indispensable para la aprobación en el Congreso de los principales proyectos de la administración Santos".

La senadora anunció que enfocará sus esfuerzos en lograr la aprobación del proyecto de Ley Isagén, que presentó, con otros senadores, a finales del año pasado. Tal proyecto busca impedir la privatización de las empresas energéticas públicas, sin previa autorización del Congreso. "Esperamos que la Ley "Isagén" sea aprobada, para que lo poco que nos queda a los colombianos en materia energética no termine también en manos de negociantes extranjeros", concluyó.

 

Publicado primero en www.senado.gov.co/

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Las críticas apenas comienzan

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria 

 

"Las victimas de la Farc fuimos los primeros en pronunciarnos, sobre el texto de los acuerdos".

Bogotá. D.C. Enero 4 de 2016. -En estos días de fin de año, en los que tantas personas tenemos la esperanza de que el 2016 sea un año en el que Colombia, por fin, pueda gozar de la paz, vale la pena reflexionar acerca de los acuerdos convenidos entre el gobierno y las Farc, en aras de depurarlos y optimizarlos, para que las negociaciones sí conduzcan a una paz duradera, al soñado fin del conflicto, y no a una simple firma registrada por la prensa mundial y bendecida en Oslo con el Nobel.


El mismo día en que se dio a conocer el texto de lo acordado, las víctimas de las Farc fuimos los primeros en pronunciarnos y presentamos al gobierno una lista de dudas e inquietudes sobre lo pactado. Poco después, fue Human Rights Watch quien manifestó su preocupación ante la impunidad que entraña el acuerdo en los términos en los que ha sido publicado.

Un acuerdo de paz es, ante todo, un acto político, y, como tal, en el caso de un país como Colombia, debe respetar ese núcleo esencial de nuestro Estado que es la democracia. Y, teniendo en cuenta esto, no puede soslayar que una de las bases cardinales del Estado democrático, para el buen cumplimiento de su deber de salvaguardar la vida, la honra y los bienes de los nacionales, producto del contrato social, es la justicia. Esta herramienta, sin la cual no puede haber Estado, no se puede sacrificar sin poner en riesgo la democracia misma.

Y cuando un Estado democrático se ha acogido a una justicia internacional, es a las reglas de esta, las convenidas por el grueso de las naciones democráticas, a las que debe someterse, si no quiere hacer tambalear su carácter como democracia.

Según el Artículo 77 (parte VII) del Estatuto de Roma, suscrito por Colombia, los requerimientos pertinentes para un proceso como el que nos ocupa sea legítimo serían los siguientes:

Reconocimiento de la responsabilidad penal.
Desmovilización y desarme efectivos.
Garantías de verdad y no repetición.
Penas proporcionales a la gravedad de los hechos.
Condenas efectivas a los máximos responsables que satisfagan los objetivos de la pena (que son la condena pública de la conducta criminal, el reconocimiento del daño causado a las víctimas y la disuasión de conductas criminales ulteriores).

Además del Estatuto de Roma, el proceso debe ceñirse a principios universales consagrados en tratados como la Convención sobre la Esclavitud (1927), la Convención para la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Lesa Humanidad y de Guerra (1970), el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1976), la Convención Contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (1987) y, muy especialmente, la Convención sobre los Derechos del Niño (1990).

A la luz de los tratados internacionales, no es posible relativizar ni restringir el alcance de la obligación estatal de investigar, juzgar y condenar por delitos de lesa humanidad a los máximos responsables, cuyas penas tendrán que consistir en la privación de la libertad, proporcionales a la gravedad de los hechos imputados, con cumplimiento efectivo, real e inmediato.

Si este pacto incumple los compromisos internacionales suscritos por Colombia, no habrá seguridad jurídica y sus signatarios no podrán gozar con certeza del beneficio de la "cosa juzgada". Vivirán en zozobra permanente, lo cual impedirá el afianzamiento de la paz.

Al leer el texto integral del acuerdo, tememos que el incumplimiento múltiple de las reglas internacionales mencionadas, al establecer, entre otras cosas, penas inadecuadas a los máximos responsables y al instituir un nuevo tribunal para el juzgamiento de los máximos responsables en este proceso (lo cual es prohibido por la el Artículo 8 de la Convención Americana de Derechos Humanos), hará que los efectos del acuerdo no puedan sean reconocidos jurídicamente en el ámbito nacional ni en el internacional.

Dejo aquí porque no puedo dejar de referirme a la obstinación del Gobierno por subastar Isagén, que lo ha llevado, como todo un ladino oportunista, a programarla para el 13 de enero, cuando el país sólo empieza a despertar de la resaca de sus vacaciones.

He pedido al Partido Liberal, como codirectora, que salgamos de la Unidad Nacional y que todos los ministros liberales renuncien en bloque si el Gobierno continúa con la subasta.

El Partido Liberal debe erguirse y defender el patrimonio de todos los colombianos.

Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado
Presidenta Honoraria Federación Colombiana de Víctimas de las Farc.

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Justicia, impunidad y sistema penitenciario

Columna de opinión Sofía Gaviria Correa.
 
 

El pasado viernes, la Comisión de Derechos Humanos del Senado, que presido, realizó, en el Capitolio Nacional, el Foro “Justicia, Sistema Penitenciario, Impunidad y Derechos Humanos”. El objetivo de ese encuentro fue el de hacer, desde el Congreso, evaluación profunda de la crisis que atraviesa actualmente la justicia en nuestro país.

 

El evento contó con la participación, como panelistas y moderadores, de altos representantes de las principales instituciones interesadas en el tema, como el CICR, la ONU, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General de la Nación, la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo, el INPEC, la Federación Nacional de Municipios, la de Departamentos, la Alcaldía de Medellín, la academia y, por supuesto, el Congreso, cuyo presidente, Luis Fernando Velasco, narró su propia experiencia como víctima de los absurdos de la justicia, y el Ministerio de Justicia, en cabeza del doctor Yesid Reyes, quien, durante la clausura del evento, hizo claridades trascendentales sobre las necesarias reformas que su cartera ha estado impulsando para compensar el drama del sistema penitenciario en Colombia. De las cuatro temáticas fundamentales que se desarrollaron en el evento, quisiera centrarme, justamente, en la del panorama de nuestro sistema penitenciario. 

 

La única forma eficaz de castigar que ha encontrado la humanidad para disuadir a las personas de cometer delitos es el aislamiento, el encarcelamiento. Sin embargo, en este ejercicio de buscar la justicia solo pretendiendo castigar y aislar a quien ha hecho daño a la sociedad, hemos perdido elementos fundamentales, como la búsqueda de que la condena venga acompañada de arrepentimiento profundo por el reo y de que este entienda el daño hecho a la sociedad y a él mismo en términos morales de su actuar. La justicia no puede olvidar el objetivo de que, consecuencias de este arrepentimiento sentido, deben ser la solicitud de perdón y un compromiso real de no repetición de los hechos victimizantes. 

 

Las condiciones de hacinamiento y de violación sistemática a los derechos humanos en nuestras cárceles están conduciendo a que estas penas se aparten de su objetivo de resocialización. En la mayoría de los casos de los reos reincidentes, se hace efectiva esa máxima terrible de que “Aquí el bueno se hace malo, y el malo se hace peor”. 

 

Nuestro sistema carcelario no puede olvidarse de la necesidad de reeducación y reconstrucción moral y de vida, que es su fin mismo. Muy pocas de nuestras cárceles cumplen con los requisitos humanitarios internacionales. Por ello, necesitamos que el proceso de justicia transicional que comenzaremos sirva para que Colombia mejore sus condiciones carcelarias, no solamente para que los guerrilleros puedan pagar sus penas en condiciones dignas, sino también para que las decenas de miles de colombianos que, están en situación de privación de la libertad, puedan resocializarse en condiciones "humanas".

 

De ningún modo, las cárceles deben conducir a corromper al individuo, sino a mejorarlo como persona. Como escribió Foucault, es “necesario reformar las prisiones, hacer de ellas un instrumento de transformación de los individuos”.

 

Es necesario también mencionar que uno de los pecados más grandes de esta democracia es que, en Colombia, una tercera parte de los reclusos del país sean sindicados que llevan años en las cárceles a la espera de juicio. De los más de 120.000 encarcelados, casi 40.000 no han sido condenados. Qué infamia. Con esperanza, vemos cómo el gobierno nacional ha venido impulsando iniciativas para agilizar estos procesos a través de proyectos de ley hechos con legisladores acuciosos. Uno de estos proyectos, aprobado hace pocos días, establece que ningún sindicado puede estar privado de la libertad, a la espera de juicio, durante más de un año (dos años, en los casos de delitos de difícil investigación). Pero el reto y la solución del problema no está en cambiar la ley sino en su imperio. 

 

No habrá paz sin justicia, ni justicia sin paz. Por ello, tenemos que  torcer la idea de Borges de que “cuando se entra a una cárcel, no se sale de ella nunca. Lo de menos son las rejas”. Debemos hacer de las cárceles centros productivos que los seres humanos, al salir, no olviden nunca, pero porque fue una experiencia constructiva que les servirá para dar frutos en una nueva vida.

 

*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado 

Codirectora del Partido Liberal

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VI Foro del Frente Parlamentario contra el Hambre

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria

 

"Colombia tiene que actuar ": senadora Sofía Gaviria Correa.

Lima, noviembre 18 de 2015.- Escribo esta columna desde Lima, donde me encuentro representando a Colombia en el VI Foro del Frente Parlamentario contra el Hambre de América Latina y el Caribe. Organizado por la FAO, este evento congrega a delegaciones no solamente de los Frentes Parlamentarios Contra el Hambre en América Latina y el Caribe, sino también de países de África, Asia y Europa.

En el evento, nos hemos centrado en temas tan importantes como el cumplimiento de las metas internacionales contra el hambre, la alimentación escolar, las políticas que se necesitan para fortalecer la aplicación del derecho a la alimentación adecuada y el papel de la mujer en estos tópicos. Para los parlamentarios de América Latina, ha sido una oportunidad invaluable poder intercambiar experiencias con colegas de países de Asia, como Nepal y Bangladesh, y de África, como Níger, Kenia, Sao Tomé y Príncipe, Mozambique, Togo, Angola, Camerún, Malí y Sierra Leona, que están desarrollando políticas innovadoras para garantizar presupuestos adecuados que coadyuven a garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.

La conclusión que me ha quedado, tras estas retroalimentaciones, es que Colombia tiene que actuar para no ser el único país latinoamericano en no cumplir con los Objetivos del Milenio. Aunque en Colombia existe un importante articulado y una nutrida jurisprudencia que propenden por promover y garantizar el derecho fundamental a la alimentación y a pesar de que el presupuesto anual destinado a Seguridad Alimentaria es de más de 10,2 billones de pesos, la dispersión normativa, la falta de claridad conceptual y la ausencia de acciones coordinadas han impedido la aplicación planificada y segmentada de políticas, planes, proyectos, acciones y seguimientos tendientes a desaparecer el mal de la desnutrición. Acerca de esto, el año pasado, el Programa Mundial de Alimentos dictaminó que la grave situación de Colombia en materia de Seguridad Alimentaria y Nutricional se debe, además, a la ausencia de coherencia y armonía al ejecutar recursos y a la carencia de una institucionalidad fuerte, rectora y líder para la erradicación del hambre.

Teniendo en cuenta lo anterior, hemos considerado que la gran cantidad de fuentes de recursos y de ejecutores respecto de la Seguridad Alimentaria y Nutricional, inconexos, descoordinados y sin estadísticas claras, exige que la función de diseñar, articular, ejecutar y administrar la política pública que garantice la Seguridad Alimentaria en Colombia se le atribuya a una entidad especializada.

En estos días, mis colegas de cuatro continentes han sido unánimes en que el éxito en esta materia de las naciones en vía de desarrollo ha dependido de adecuaciones normativas y del establecimiento de entidades de seguridad alimentaria técnicas, especializadas, que fijen metas, exijan resultados, con capacidad de medición y de sanción, para lograr mayor eficacia y eficiencia.

Conocer las experiencias exitosas de países que estaban más rezagados que nosotros en este campo, nos refuerza en la idea de crear el Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional y la Agencia Nacional del mismo tema, que logren la concentración de esfuerzos gubernamentales y sociales en materia de seguridad alimentaria y nutricional, para evitar duplicidad de tareas, aumentar los indicadores de control y mejorar los índices de seguridad alimentaria, salud, nutrición con inclusión, efectividad y eficiencia.

El proyecto, del que soy autora y el cual he impulsado desde mi llegada al Senado, ya ha recibido concepto favorable de los ministerios de Hacienda, de Salud y de Educación y del Departamento Administrativo de la Función Pública.

Esperemos que, en este mes de noviembre, sea aprobado en tercer debate. Aquí, en Lima, todos los parlamentarios asistentes al evento nos han felicitado por el proyecto y han tomado atentos nota en temas como las definiciones que hace la ley, la forma de institucionalización del gasto público y la visión amplia de ver la Seguridad Alimentaria como una oportunidad de desarrollo y no como simplemente la solución de un problema de desnutrición.

Ojalá Colombia siga el ejemplo de naciones hermanas que, a pesar de no contar con tantos recursos como la nuestra, han logrado superar con mucha mayor eficacia el hambre y la desnutrición. Por el momento, gracias a eventos como este, contamos con oportunidades de colaboración en el futuro con aquellos dirigentes que han conseguido esos sorprendentes resultados.

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El Niño nos va a salvar a Isagén

Columna de opinión de la senadora Alejandra Gaviria
 
En los últimos decenios, se han establecido en Colombia diversas empresas privadas dedicadas a generar electricidad. Pero estas no han emprendido la construcción de las grandes centrales y de las demás obras de infraestructura que se requieren para garantizar el abastecimiento energético nacional.  Hoy, cuando el país siente el estrago del Fenómeno del Niño, cuando ha disminuido sustancialmente la producción de gas, cuando está aumentado el precio de los combustibles líquidos y cuando Venezuela nos ha cerrado la frontera, nuestras regiones están padeciendo las consecuencias de esa falta de planeación, de previsión, de innovación y de inversión por parte de la empresa privada.
 
Y no sólo preocupan los apagones, que aumentan en número día a día y que obstaculizan el desarrollo económico de tantas comunidades, sino también el alza de las tarifas de energía. Esta ya ha sido anunciada por el Gobierno, para cubrir uno de los tres billones de pesos a los que asciende el hueco financiero que ha dejado la crisis y se prevé se extenderá hasta el 2019.  Queda la incertidumbre de si, a causa de la magnitud de los problemas, esta llegue a ser mayor que la inflación.
 
La historia ha demostrado este riesgo, no solamente en Colombia, sino en otros países, como en los Estados Unidos. Valga la pena recordar la crisis de energía que hubo de afrontar California del 2000 al 2001, tras una desregulación estatal en cuanto a energía, que llevó a que se privatizara la industria y se abriera el mercado energético en ese Estado. Aunque California vio aumentar su población en un 13% en el decenio de 1990 y conoció un fuerte crecimiento económico durante tal período, ni el Estado (ya no involucrado en la producción de energía), ni la empresa privada construyeron ninguna nueva gran central eléctrica durante dicho lapso. Ello, sumado a prácticas ilegales de la compañía Enron, llevó al colapso y a una penuria energética que provocó largos apagones que, además de afectar a la comunidad, generaron pérdidas por más de 40.000 millones de dólares. Luego de los innumerables apagones, el Estado tuvo que entrar al rescate de las compañías y financiar la compra de electricidad.
 
Colombia no puede esperar a vivir una crisis semejante para convencerse de la inconveniencia de no asegurar la soberanía energética.  Afortunadamente, las energéticas estatales, como EPM e Isagén, han adelantado los más grandes proyectos de infraestructura energética nacional, que han permitido que Colombia haya podido sortear sin tribulación otros casos de “El Niño” y que impedirán que la crisis llegue a las proporciones que alcanzaría si el monopolio de la energía hubiera estado en manos de privados. Ello indica que Isagén es fundamental para la soberanía energética nacional, pues, como segundo proveedor de energía del país, le permite a la Nación colmar las necesidades de crecimiento de un servicio vital para el país cuando los privados no las satisfagan. Pero, ahora, cuando el gobierno busca privatizar a Isagén, surge la duda de si los negociantes extranjeros que la adquieran continuarán con la ejecución de proyectos que, en la actualidad, son prioritarios para la empresa, como son los hidroeléctricos Cañafisto, Piedra del Sol, Río Patia, Andaquí; los geotérmicos Macizo Volcánico del Ruiz y Tufiño-Chiles- Cerro Negro, y el gran Parque Eólico La Guajira. La diversificación del riesgo reduce ese mismo riesgo, y eso se hace, en este caso, invirtiendo en proyectos de energías alternativas.
 
El gobierno ha anunciado que uno de los paliativos de la crisis será la importación, a partir del año entrante, de cerca de 40 millones de pies cúbicos de gas de Venezuela. Así pues, la mencionada falta de planeación nos pone en una situación tan precaria como la de tener que depender de Nicolás Maduro.
 
La realidad que hoy viven regiones de Colombia debe servir para disuadir definitivamente al Gobierno de no vender a Isagén, o, en su defecto, llevar al Consejo de Estado a pronunciarse en derecho por la protección de la soberanía energética del país.
 
Esperemos que esto no se convierta en una revuelta social de marca mayor, que me aventuro a pronosticar que iniciaría por la Costa Caribe, donde el deficiente servicio de Electricaribe tiene ya los ánimos muy exaltados.
 
*Presidenta Comisión de Derechos Humanos del Senado
Codirectora del Partido Liberal

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La prioridad es el campo

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria
 
Hace 35 años, el campo era visto como el espacio clave para el crecimiento económico y social de nuestro país. Había entonces emprendedores comprometidos con crear empresa y llevar nuevas tecnologías al campo, para generar progreso y riqueza en la ruralidad. Pero ellos fueron el objeto del actuar contumaz  y delictivo de las guerrillas de izquierda, ciegas y obcecadas contra una clase dirigente que podía ser la jalonadora del desarrollo del campo. Su objetivo logró igualar en pobreza a la mayoría de las poblaciones bajo su injerencia y marchitar en las mismas las posibilidades de crecimiento de una clase media.
 
Durante más de tres decenios, el actuar del EPL, del ELN, de las Farc y, posteriormente, el de los paramilitares, cercenó en muchos de nuestros municipios el desarrollo de las iniciativas empresariales, a través de la extorsión, el terrorismo, el  secuestro y el asesinato. Ello, unido al mal de la corrupción y a la falta de herramientas técnicas de los alcaldes y de los concejales, produjo que se estancara mucho del progreso que la acción gubernamental habría podido llevar al campo.
 
Ahora, cuando allí se respira un clima de optimismo, pues el EPL se desmovilizó, los paramilitares se desmontaron, el ELN vio reducido su poder y las  Farc, por fin, están cumpliendo el compromiso de una tregua unilateral (que se espera sea definitiva), parece que es el momento de recuperar todos esos años perdidos y de salvar a nuestros municipios del atraso al que los violentos lo habían condenado.
 
Llevar progreso al campo siempre ha hecho parte del ideario de nuestro Partido Liberal. Baste citar ejemplos como el de Rafael Uribe Uribe, quien creó el Ministerio de Agricultura y fue uno de los máximos impulsores de la caficultura en nuestro país; de Otto Morales Benítez, el gran ministro de Agricultura y sabio en el Derecho Agrario del continente, y de presidentes como Alfonso López Pumarejo, Alberto Lleras Camargo y Carlos Lleras Restrepo, impulsores de las más necesarias reformas para beneficiar al campo.
 
Los liberales tenemos que volver a esa política, y hoy, en Antioquia, tenemos la oportunidad de seguir en esa línea, a través de un candidato de lujo a la Asamblea Departamental: Sergio Trujillo Turizo. Su meta: impulsar el desarrollo del campo, con la mejor tecnología, pero respetando su esencia. Y Sergio sabe de lo que habla, ya que conoce los asuntos del campo como pocos. Tiene toda la experiencia técnica necesaria y un conocimiento profundo del tema, que lo han llevado a desempeñar con pulcritud y con absoluta capacidad cargos como el de secretario de Agricultura de Antioquia, gerente de la RIA (Reforestadora Industrial de Antioquia) y subgerente del Incoder. Desde tales posiciones, Sergio dio resultados extraordinarios que contribuyeron significativamente a que las gobernaciones de mis hermanos Guillermo y Aníbal hubieran quedado registradas entre las mejores de la historia de nuestro departamento.
 
Hijo de esa pareja emblemática del liberalismo antioqueño conformada por los doctores Bernardo Trujillo Calle, ex rector de la Universidad de Antioquia, y Rosita Turizo de Trujillo, pionera de la lucha por el sufragio femenino en nuestro país, este profesional moralmente intachable acompañó a mis hermanos en el nacimiento del programa Maná, ejemplo nacional e internacional en la lucha contra el hambre. De ahí su interés por apoyar el proyecto de Ley de seguridad alimentaria que estamos promoviendo en el Congreso. Su objetivo es el de implementar lo más pronto posible una política pública eficaz de seguridad alimentaria y de promoción de la inversión en el campo, sin esperar a que venga el posconflicto. Entre esas prioridades, se encuentra intervenir el costo de los fertilizantes, reforzar la política respecto de las carreteras terciarias, dar la necesaria capacitación técnica a los jóvenes en las regiones, desarrollar cadenas productivas de economía solidaria que impacten a la mayor cantidad posible de campesinos, fortalecer la comercialización directa de los productores para que sean los campesinos y no los intermediarios quienes perciban la ganancia final de las ventas y definir las vocaciones productivas de las regiones. Para esto último, Sergio dirigió ya la realización de un completo atlas de las vocaciones agroindustriales de Antioquia.
 
Ojalá apoyemos todos a Sergio Trujillo Turizo, L 76 en el tarjetón, para que el campo y la ciudad se beneficien de un desarrollo más sostenible y equitativo. 
 
  
*Presidenta Comisión de Derechos del Senado
Codirectora del Partido Liberal

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Con disciplina y sin volteretas

"Solo espero que el próximo alcalde logre construir país": senadora Sofía Gaviria Correa.

Bogotá D.C., octubre 7 de 2015.- Como senadora nacional, me siento responsable no solamente de la situación de Medellín sino de la de todo el país. Como ahora estoy domiciliada con mi familia en Bogotá y dada la trascendencia de estas elecciones para que Bogotá elija un alcalde que, efectivamente, logre sacarla de la situación dramática en la que está, considero que, en esta ocasión debo votar en la Capital. Y, como quiero que esta ciudad viva una transformación como la que ha gozado Medellín en los últimos años, votaré por Rafael Pardo, quien, al hablar de desarrollo y seguridad, afirma que Bogotá no tiene que remitirse a referentes lejanos, como Berlín, sino a nuestra Medellín.

Para la contienda en Medellín, acompañé activa y firmemente al candidato Eugenio Prieto. Defendí su candidatura durante meses, frente a la indisciplina de la mayoría de los corporados liberales antioqueños. Ahora estoy decepcionada de que se haya retirado. Absurdamente, he recibido información de que hay críticas porque el Alcalde no utilizó contratos, ni eventos, ni publicidad alguna para beneficiar al candidato liberal. Quien conozca a Aníbal Gaviria sabe que es incapaz de sobrepasar los límites de la legalidad, aun tratándose de su hermana o de un amigo tan querido como ha sido Eugenio.

Aníbal, como funcionario público, la única forma en que sabe apoyar a los candidatos de sus afectos es a través de las mejores ejecutorias, que siempre agradece la comunidad. Y el Alcalde lo hizo sobradamente, desarrollando el mejor gobierno, pero Eugenio no lo supo aprovechar. Le faltó firmeza en mostrarse como el candidato de la continuidad. El "bullying" de los corporados liberales antioqueños (como dice Ramón Elejalde) sumado a esta actitud vergonzante de ser el continuador de la mejor alcaldía del país, una administración reconocida en todo el mundo, causaron el hundimiento de la campaña de Eugenio.

Por ello, me sorprende tristemente su decisión de adherir a Federico Gutiérrez. Nadie que haya hecho parte de esta administración y crea en el desarrollo de la ciudad puede aceptar hacer equipo con Gutiérrez, no sólo porque ha sido un crítico contumaz de los mejores proyectos para el progreso y el bienestar de la ciudad, sino, muy especialmente, porque su vanidad y su falta de responsabilidad con la ciudad han puesto en riesgo la elección de una buena alcaldía dos veces.

Y como no puedo aceptar esta voltereta absurda, tampoco podría inclinarme por Alonso Salazar, quien, cuando escribo esta columna, parece que se retira. A pesar de que le tengo gran afecto y de que admiro su inteligencia, su capacidad de gestión y su transparencia, últimamente se ha convertido en un crítico sin ningún fundamento de la administración municipal, ya que Aníbal Gaviria no solamente culminó los proyectos positivos que Alonso no alcanzó a desarrollar ni a terminar, sino que los entregó mejorados.

Al doctor Gabriel Jaime Rico lo aprecio, le reconozco su entereza, su dedicación y su conocimiento de la ciudad. Pero, siendo un hombre excelente, está acompañado de personas con las cuales yo nunca haría política, lo cual se suma al hecho de que, entre quienes lo apoyan, están los responsables del fracaso de la única legítima candidatura liberal a la alcaldía, aquellos que impidieron que ésta se mantuviera en las toldas de nuestro partido.

Queda, entonces, la opción del candidato Juan Carlos Vélez, un hombre íntegro, preparado, que tiene toda la trayectoria necesaria para ser un excelente alcalde y que, a pesar de ello, ha sido injustamente satanizado y atacado, como lo es permanentemente su partido, el Centro Democrático. Como rechazo toda estigmatización y todo juicio de valor generalista que impida un análisis riguroso de los hechos y las ejecutorias de personas y grupos políticos, quiero decir desde esta columna que creo que Juan Carlos Vélez puede ser un gran alcalde y que sé que se acompañará de gente que nunca le robará al erario. Ha reconocido el excelente trabajo de esta alcaldía y ha dicho públicamente que se comprometerá con la continuidad de la gran mayoría de los proyectos de Aníbal Gaviria. Parece que es inminente su triunfo y espero que las valiosísimas personas que lo asesorarán y que asegurarán el éxito de su administración sepan defender la transformación trascendental que tendría esta ciudad de continuar con la totalidad de los proyectos de esta administración.

Sin embargo, como liberal y como miembro de un equipo que en candidaturas a la gobernación, a la alcaldía y al congreso ha sido, desde hace más de un decenio, exitoso contrincante del uribismo en Antioquia, me mantendré al margen de esta contienda a la alcaldía de Medellín. No haré una adhesión oficial a una campaña, mucho menos oficializaré un respaldo con objetivos burocráticos.

Yo no doy volteretas ni soy oportunista. Solo espero que el próximo alcalde logre construir país. Para ello, puede contar conmigo.

Nuestras historias

Nosotros, las víctimas, frente a los acuerdos

Columna de opinión de la senadora Sofía Gaviria

"Las víctimas encarnamos el recuerdo de los hechos de la barbarie": senadora Sofía Gaviria Correa.

Medellín, septiembre 25 de 2015.- Ayer recibimos un parte de tranquilidad de que el proyecto de consolidar la paz va avanzando a buen ritmo. Nos complace enterarnos de este paso decisivo hacia la terminación del conflicto con las Farc, en el sentido de que pareciera que se van a acallar las armas, pero todavía debemos esperar algunos meses, para poder celebrar la culminación de las negociaciones, la cual esperamos se logre en los plazos que, por fin, se establecieron ayer para este objetivo.

Y para hacer balance del fruto de estos acuerdos, la espera habrá de ser un poco más larga. Nuestra Constitución es talvez la más garantista del mundo y, sin embargo, día a día, los colombianos, en especial los congresistas miembros de esta comisión de Derechos Humanos, constatamos que son violados todos los derechos fundamentales de los ciudadanos, universalmente reconocidos. A pesar de nuestra capacidad legislativa muchas veces infinita, y de estar en un contexto en el cual se ha idealizado al máximo eL escenario de protección de los derechos humanos, contrastando con una realidad, muchas veces muy pobre en la efectiva garantía de esos derechos fundamentales. Y, como hemos sido testigos de esa tendencia de nuestros legisladores a compensar con leyes, con acuerdos, con cartas y con afirmaciones, lo que no logramos en los hechos reales y efectivos para la mayoría de la población,
consideramos pertinente continuar con prudencia, con firmeza y con esperanza, en nuestra lucha por que todos los acuerdos, tan importantes, a los que se llegó ayer se materialicen hasta alcanzar la reparación moral del país en su conjunto.

Por ello, tendremos que esperar no hasta el 23 de marzo del 2016, cuando se prevé la anhelada firma, sino cinco o seis años hasta que podamos mirar para atrás y hacer una revisión seria que nos lleve a poder decir si, efectivamente, ayer, 23 de septiembre de 2015, se inició un verdadero camino hacia la paz, a través de una senda que allane al rechazo de nuestros victimarios de sus métodos, sus herramientas y sus fines, y que nos lleve a conocer la verdad sobre sus crímenes; a la justicia, derecho indispensable de las víctimas; a la reparación y, por supuesto, a la entrega de armas con el compromiso de jamás volver a justificar la lucha armada, que nos ha dejado en la tragedia que queremos hoy, dejar atrás.

Nos entristece sin embargo constatar que, a pesar del empeño de miles de víctimas de las Farc por ser tenidas en cuenta a la hora de definir los parámetros del acuerdo en cuanto a justicia y víctimas, y a pesar de que el resumen del acuerdo que hemos conocido parece hacer énfasis en la importancia de las víctimas de todos los actores armados, el punto que nos compete fue pactado sin considerar las válidas reclamaciones de las víctimas empoderadas de las Farc.

Esperamos que eso se corrija en esta nueva etapa del proceso, donde se van a definir los mecanismos que llevarán a la aplicación de los acuerdos. Esto es fundamental para la legitimación de lo que se firme en La Habana, pues el resarcimiento a las víctimas es el que define el nivel de moralidad del acuerdo.

Y esa reparación, que sólo puede ser responsabilidad de los victimarios, no puede desligarse de la sanción moral, que siempre debe permanecer.

Las víctimas encarnamos el recuerdo de los hechos de la barbarie a la que han llegado los victimarios en Colombia, y por eso, en este esfuerzo por la paz, que es loable y que acompañamos, no se nos debe olvidar que las víctimas no podemos dejar de representar la censura moral permanente de una tragedia que nunca debió ocurrir y que nunca se debe repetir.

Por el momento, sólo hemos conocido un breve comunicado que resume los lineamientos del punto acordado. Mientras no sea publicado el documento final del acuerdo, los elementos conocidos, que son muy generales, no nos permiten hacer precisiones sobre hasta dónde efectivamente se van a proteger los derechos de las víctimas. Todavía desconocemos cuáles serán los parámetros que se seguirán en cuanto a la justicia y a la restauración a los que debe llevar este acuerdo.

Sin duda alguna, el camino es la paz, y nosotros, las víctimas de las Farc, al alzar nuestra voz, hemos de encargarnos de que el temor de algunos de no perder esta oportunidad para firmar la paz, no lleve a que la ruta del proceso se aleje de los principios que lo deben regir. Ahora, para las víctimas, sigue el paso más difícil, que es el de lograr el cumplimiento de los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición, a los que debe apuntar el proceso.

Por tanto, las víctimas de las Farc organizadas, tenemos la misión de convertirnos en veedores de la observancia de los acuerdos y de que en ellos, efectivamente, se respeten los cuatro postulados que nos guían, indispensables para que estas negociaciones no conduzcan a una simple firma, sino a la consolidación de una paz duradera.

*Presidenta
Comisión de Derechos Humanos del Senado

Nuestras historias

La equidad entre los sexos, un asunto bidireccional

Columan de opinión de la senadora Sofía Gaviria

"Aconsejar a nuestros seres queridos de sexo masculino para que acudan a examinarse": senadora Sofía Gaviria.

Bogotá D.C., septiembre 8 de 2015.- A propósito del editorial de El Tiempo "Cáncer, urge un modelo integral", la semana pasada, tuvimos la satisfacción de lanzar, en el Congreso de la República, la exposición "Una mirada de apoyo", campaña nacional preventiva, cultural, artística y de reflexión contra el cáncer de próstata concebida por la Fundación Chrysos.

Cuando esta entidad me encomendó impulsar desde el Congreso, como embajadora de buena voluntad, estrategias para la promoción de la detección temprana de este cáncer, no dudé en aceptar la tarea, ya que, comprometida desde siempre con la lucha por la equidad entre los sexos, soy consciente de que la solidaridad entre los mismos, como la simple gramática lo indica, debe ser bidireccional.

Según el Ministerio de Salud, en Colombia, de una población de aproximadamente 24.000.000 de hombres, sólo se realizaron 14.500 biopsias de próstata, el año pasado, y, en el mismo período, fallecieron 2.400 personas por esta causa en nuestro país, lo cual equivale a, aproximadamente, una víctima fatal cada cuatro horas. Si es alarmante que sean los mismos hombres quienes desconocen el peligro que se cierne sobre ellos y por lo tanto no se apresten a practicarse los exámenes pertinentes oportunamente, también debe inquietarnos que tampoco las mujeres nos estemos preocupando por aconsejar a nuestros seres queridos de sexo masculino para que acudan a examinarse. Es, pues, imperioso hacer un llamado no solo a todos los hombres, sino también a las mujeres del país para que nos asociemos a la lucha contra este mal que amenaza a nuestros queridos hombres y para que los instemos con insistencia a que se realicen los chequeos requeridos y a que adoptemos, hombres y mujeres, modelos de vida saludables, alejados de los factores que incrementan la posibilidad de padecer de esta y otras enfermedades, como son el consumo elevado de carnes rojas y productos lácteos con altos contenidos de grasa, el sedentarismo y el exceso de peso, el abuso del alcohol y el tabaquismo.

Siguiendo con responsabilidad esas premisas, le ahorraríamos una grandísima presión económica y de atención al sistema de salud, que redundaría en recursos para el mejor tratamiento de muchas enfermedades no prevenibles.

Del mismo modo, invitamos a los medios de comunicación y a las ONG a que, así como se han comprometido en la lucha contra el cáncer de seno, lo hagan con el cáncer de próstata, el más frecuente entre nuestros varones.
En el caso que nos ocupa, los hombres de 50 años de edad tienen un riesgo del 42% de tener focos microscópicos de cáncer en la próstata, mientras que en los de 80 el riesgo puede sobrepasar el 70%. Sin embargo, está científicamente comprobado que un porcentaje definitivamente favorable de los pacientes diagnosticados y tratados a tiempo, alrededor del 97%, se salvan y que muchos de ellos no padecen ninguna consecuencia ulterior. Pero lo contrario ocurre en los casos de detección tardía: el cáncer de próstata es la mayor causa de mortalidad por cáncer en hombres, después del cáncer de pulmón y del de estómago.

En conclusión, en una sociedad equitativa, tiene que ser tan grave la muerte de una mujer por un cáncer que se pudo haber detectado tempranamente, como la de un hombre. Seamos fieles a ese principio de equidad y defendámoslo, mujeres y hombres.

Nuestras historias

Un proceso de espaldas a las víctimas

"El objetivo del proceso no puede ser el de firmar por firmar": senadora Sofía Gaviria.

Medellín, agosto 25 de 2015.- En los últimos días, el tema del llamado "Congresito" ha acaparado la agenda informativa. Las víctimas de las Farc creemos que las condiciones no están dadas para el establecimiento del mismo. Tampoco queremos que sea una comisión parlamentaria quien se encargue de la refrendación de los acuerdos. Tiene que ser el Congreso en pleno, y con unos parámetros claros de tiempo y de metodología.

El objetivo del proceso no puede ser el de firmar por firmar. La paz real, y no un simple acuerdo firmado con las Farc, no puede construirse si se ignoran los postulados de verdad, justicia, reparación y no repetición. Y, al parecer, las Farc no están dispuestas a reconocer ninguno de estos elementos fundamentales.

Las Farc no están diciendo la verdad. No han reconocido sus crímenes, no aceptan que han sido victimarios de manera sistemática. Esta actitud de vieja data de ese grupo guerrillero ha traído como consecuencia que los colombianos, especialmente las víctimas, no les creamos a las Farc. Y eso lo muestran las encuestas.

Y, sobre la justicia a la que debería llevar el proceso, las inquietudes no son menores. El doctor Humberto de la Calle ha afirmado que el secretariado de las Farc no sólo tendría que pagar una pena sino que esta debería ser una pena privativa de la libertad. Pero las Farc dicen que no van a ir a la cárcel. Por otra parte, se ha divulgado la postura del presidente de la Corte Suprema de Justicia, el magistrado Leonidas Bustos, quien se ha atrevido a decir que el secuestro y el narcotráfico pueden ser considerados como delitos políticos conexos.

Los máximos cabecillas de las Farc deben ir a la cárcel durante los mismos años que fueron los paramilitares, que cometieron atrocidades similares a las suyas. El secuestro, sobre todo el que ha sido realizado de manera sistemática, durante decenios, no puede dejar de ser catalogado como delito de lesa humanidad. Aquellos que han reducido a la esclavitud a los secuestrados y les han violando todos los derechos fundamentales tienen que entender que su pena no puede ser la de barrer calles o sembrar plantas, sino la cárcel.

El sedimento cultural de Colombia no puede ser la impunidad. Tenemos que recuperar la fe en la justicia. Es preocupante que la institución más desprestigiada de Colombia sea, actualmente, la Justicia, cuyo papel debería ser el de, precisamente, impartir justicia, castigar a quien ha atentado contra la comunidad. Como dice el conocido proverbio presocrático: "La estatura de un Estado se mide por su justicia".

Si hablamos de reparación, el abogado de las Farc, Enrique Santiago, dice que esa guerrilla no tiene dinero para restituir a sus víctimas. ¿Nos van a reparar, entonces, barriendo los parques? Si no tienen con qué reparar, entonces que se les sumen años de cárcel que se deben cuantificar según esa no reparación.

Es absurdo pensar que, aparte de que las Farc han atacado durante más de medio siglo al Estado, ahora sea el Estado (o sea, todos los colombianos, incluidas las víctimas) quien tenga que pagar por los daños que las Farc han perpetrado.
Por otra parte, si pensamos en la garantía de no repetición de los crímenes de las Farc, debemos referirnos a las múltiples violaciones al cese al fuego unilateral de las Farc durante los últimos días. Las Farc han dejado saber que, una vez firmada la paz, no entregarán las armas. ¿Qué garantía habrá de que no haya repetición?

Las víctimas de las Farc vemos como improcedente cualquier firma acelerada de un acuerdo y repetimos con dolor que no es cierto que este proceso haya tenido en cuenta a las víctimas. Nos parece ofensivo que eso se diga, no solo porque la mayoría de las poquísimas víctimas de las Farc que estuvieron en La Habana se sienten defraudadas, sino porque un proceso que ignora las mínimas reclamaciones de las víctimas no puede tratar de legitimarse diciendo que tuvo en cuenta a las víctimas.

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Qué hacemos por el país

Bogotá D.C., julio 29 de 2015.- La semana pasada, se cumplió un año de la posesión del nuevo Congreso de la República. Como homenaje al equipo que me ha acompañado y a mis electores, quiero hacer un somero resumen de algunos de nuestros logros a lo largo de este primer año en el Senado:

Presentamos el proyecto de Ley 54, por el cual se formaliza el Sistema Nacional para la Seguridad Alimentaria y Nutricional y se crea la Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, el cual ya está listo para pasar a tercer debate.

Al concretarse la creación del capítulo colombiano del Frente Parlamentario Contra el Hambre, con secretaría general de la FAO, los colegas me honraron al escogerme como coordinadora general de la nueva asociación en Colombia. Como tal, organicé, en el Capitolio Nacional, la exposición "Mata más el hambre que la guerra" y estamos gestionando la realización de la primera Feria Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, que tendrá lugar en Bogotá, en el próximo mes de diciembre.

Como miembro de la Comisión de Derechos Humanos, convoqué a congresistas de cinco partidos, y con ellos, creamos la Bancada de Congresistas Víctimas de las Farc. Desde allí, hicimos la planeación y realización del Foro Nacional "Colombia Abraza a las Víctimas de las Farc", en el cual reunimos a más de 1.500 víctimas de las Farc. En tal evento también se acordó la creación de la Federación Nacional de Víctimas de las Farc, FEVCOL, la cual me hizo el honor de nombrarme su presidente honoraria.

Hemos dado además intensa batalla por evitar la venta de Isagén. Para ello, redacté una constancia de oposición a tal venta, que fue firmada por 80 senadores. Y, también con congresistas de otras colectividades, demandé la nulidad del decreto por medio del cual el Gobierno autoriza la enajenación de sus acciones en Isagén.

Fui citante del gran debate de control político en plenaria del senado en el cual demostramos la inconveniencia de la venta de Isagén.

Como integrante de la Comisión Séptima del Senado de la República, fui coautora de la Ley de Financiamiento al Sistema de Salud, que busca fijar medidas de carácter financiero para avanzar en el proceso de saneamiento de deudas del sector y en el mejoramiento del flujo de recursos, y hemos trabajado de la mano de los representantes del gobierno, de las IPS y de las EPS, para buscar soluciones al estado crítico de muchas entidades de ese sector, en este momento.

En aras de apoyar la cultura, fui coautora del proyecto de Ley por medio de la cual se crea el Distrito Deportivo y Cultural de Cali, conseguí que el recinto de la Comisión V del Senado lleve el nombre del gran escritor, ideólogo y exministro liberal Otto Morales Benítez y organizamos la gran conmemoración, en el Capitolio Nacional, del centenario del magnicidio del insigne héroe liberal Rafael Uribe Uribe. Promovimos, además, dos grandes homenajes, en Medellín y en Bogotá, para reconocer los aportes de los mayores ideólogos y empresarios del liberalismo de los últimos decenios.

Una de las bases de mi proyecto legislativo es la lucha por la equidad entre los sexos y por el justo acceso de la mujer a la representación en el poder público. Así, propuse, en la Reforma de Equilibrio de Poderes, el establecimiento del modelo de lista cremallera, en las listas electorales, en pos de la equidad, alternancia y paridad entre los sexos. También defendí el establecimiento de listas cerradas, la financiación de los partidos por parte del Estado y el voto obligatorio.

A la hora de discutir el Plan Nacional de Desarrollo, presenté proposiciones en materia de vivienda, deporte, seguridad alimentaria, energía y defensa del patrimonio público (Isagén), víctimas, vivienda y cooperativismo.

En mi defensa de la descentralización, entre otras cosas, propuse la recuperación de curules en el Senado para todos los departamentos. Promoviendo esos principios, en el congreso y en el Partido Liberal, del que fui elegida codirectora nacional, recorrí 24 departamentos del país, en este año, buscando siempre reglas claras en el otorgamiento de avales y la desparlamentarización del partido.

Han sido tales el entusiasmo y el trabajo del equipo de Una Colombia Nueva, que necesitaríamos otras varias columnas para terminar de enumerar los logros conseguidos en esta primera legislatura. Pero dejemos aquí, con el compromiso de que en este segundo año, alcanzaremos muchos más.

Nuestras historias

1.123 nuevas concejalas

Medellín, julio 15 de 2015.- La ruta de las mujeres colombianas hacia la equidad, ha avanzado lentamente, desde los años cincuenta, cuando fueron protagonistas de la vida nacional Esmeralda Arboleda, primera mujer en el Congreso; Josefina Valencia, primera mujer ministra; Bertha Zapata Casas, primera magistrada; María Currea de Aya y Rosita Turizo de Trujillo, activistas de la igualdad entre los sexos, y tantas otras mujeres cívicas y políticas ejemplares que siguieron la ruta que sembró María Cano, en el decenio de 1920 y que nos abrieron camino a las colombianas de las generaciones posteriores.

Gracias a pioneras como ellas, en los últimos años, las posibilidades de educación, de gestión y de acción constructiva de las mujeres han aumentado sustancialmente en nuestro país. Cada vez es menos excepcional ver a mujeres en posiciones laborales destacadas.

A pesar de ello, y a pesar de que las mujeres somos mayoría, tanto en la demografía nacional, como en las instituciones de educación superior (somos más y estamos más educadas, desde hace más de 25 años), sólo ocupamos un porcentaje mínimo de los puestos de representación pública en el país. En los concejos municipales y en las asambleas departamentales, la mujer representa el 17.5% de las curules; en el Parlamento, el 20.9% (de 186 países, Colombia ocupa el puesto 108, en cuanto a la participación de la mujer en poder legislativo); gobernadoras sólo tenemos en dos de los 32 departamentos, y alcaldesas en 108 de los 1.123 municipios de Colombia.

Las congresistas del Partido Liberal tenemos fe en que el siguiente triunfo que alcancemos sea el justo y proporcional acceso de las mujeres al ejercicio de la política. En aras de superar este obstáculo y en pos de la renovación que necesita el Liberalismo, nuestro equipo se ha comprometido con la estrategia "1.123 nuevas concejalas". A través de ella, buscaremos que, en cada uno de los municipios de Colombia, en las elecciones de octubre próximo, sea elegida al menos una mujer adicional en el concejo municipal.

Y queremos que, entre esas nuevas concejalas, haya mujeres de todas las edades, que muestren lo mejor de las representantes de cada generación. Buscamos que haya presencia de las afrodescendientes, de las indígenas, de mujeres en condición de discapacidad y de mujeres pertenecientes a las minorías sexuales y a todas las demás minorías, a las cuales la participación política ha sido coartada.

Esta campaña será de todas las mujeres y de los hombres plurales que creen en la igualdad de derechos. La inclusión de estas mujeres en el sector político desde la base, contribuirá, sin duda, a que, gracias a un trabajo serio y responsable en los concejos municipales, en el próximo cuatrienio, muchas más mujeres estén preparadas para ser las diputadas, las alcaldesas y las gobernadoras que serán elegidas dentro de cuatro años.

Tenemos que lograr que en la opinión pública haya unanimidad respecto del derecho de las mujeres a ejercer su ciudadanía activa. Colombia entera debe celebrar el valor de sus mujeres, para que, en aras del desarrollo de la comunidad, se pueda aprovechar al máximo el inmenso potencial de este 51.8% de la sociedad, imperdonablemente soslayado hasta el momento.

Con la visión y la capacidad de la mujer, Colombia logrará cristalizar, de modo más integral, las reformas necesarias para la materialización de la libertad, la igualdad, la paz y la democracia, con las que todos soñamos. No por nada, la "Dama de Hierro", Margaret Thatcher decía: "En política, si quieres que se diga algo, pídeselo a un hombre. Si quieres que se haga algo, pídeselo a una mujer".

¿Queremos cambiar el mundo? ¿Queremos cambiar a Colombia? ¿Queremos una Colombia nueva? Hagámoslo, ¡hagámoslo!

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Cuatro años de la ley de víctimas: los tres retos

En la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc (FEVCOL), proponemos que, ahora, cuando el país se está enfocando en conocer la verdad, se tenga en cuenta, en el Registro Único de Víctimas y en las estadísticas oficiales, el origen de los victimarios, que, inexplicablemente, ha sido borrado de los registros. Si queremos la paz, lo peor que podemos hacer es tenerle miedo a la verdad. 

Estimamos también que es crucial el fortalecimiento de la acción local en el plan de observancia de la Ley de Víctimas:
- Notamos que ha sido insuficiente la pedagogía para la inscripción de las víctimas en el registro nacional. Esta se ha hecho principalmente desde las instituciones nacionales (Unidad de Víctimas, Ministerio del Interior, Ministerio de Justicia y del Derecho y Defensoría del Pueblo), pero como esta debe hacerse a nivel local y a menudo en lugares recónditos de Colombia, es fundamental la dedicación de los gobiernos municipales y de los personeros y, para ello, por supuesto, se requieren recursos.

- La implementación de la ley con programas de acción concretos y su necesaria descentralización pasa por profesionalizar al máximo los comités territoriales (departamentales y municipales) de justicia transicional, con recursos técnicos, con formación y con mecanismos de rendición de cuentas y evaluación.

- Es necesario vigorizar la coordinación del trabajo de actores estatales y no estatales (ONG), afianzar alianzas entre centros de formación con los gobiernos locales; entre grandes ONG internacionales con pequeñas ONG locales y, en definitiva, fomentar el trabajo en red para la implementación de las estrategias definidas según las necesidades de cada territorio. Hay que aplicar el principio de subsidiariedad: no remplazar sino fortalecer al poder local, no hacer a nivel superior lo que se puede hacer nivel inferior, entendiendo siempre que este principio va atado al de corresponsabilidad que, a su vez, nos indica que la sostenibilidad fiscal de la atención a víctimas pasa por reforzar los programas locales de atención a la población vulnerable.

A causa de esa falta de divulgación de la ley y de descentralización en la atención a las víctimas, muchas no han podido inscribirse en el registro único nacional. Y justamente ahora, cuando acaba de vencerse el plazo de inscripción en el mismo, cientos de miles de víctimas, que no han recibido la adecuada asesoría, se quedarán por fuera de la protección de esta ley. Por ello, hemos presentado dos proposiciones que no se tuvieron en cuenta en el Plan de Desarrollo, y la representante Clara Rojas presentó un proyecto de Ley, que estamos apoyando, para que el plazo de este registro se amplíe un año más. 

Nos han machacado, nacional e internacionalmente, que este es un proceso de paz que tiene en cuenta a las víctimas. Pero no podrá haber un proceso de paz satisfactorio mientras las víctimas sigan siendo ignoradas, soslayadas o revictimizadas y esto no podrá ser superado, mientras no se logren la descentralización y la verdad en el proceso y la inscripción de todas las víctimas.

Coda: Desde de la Federación Colombiana de Víctimas de las Farc, rechazamos la actitud arrogante demostrada por las Farc, en los últimos días. Si el secretariado de las Farc está comprometido con la paz, tiene que entender que tiene que ir a la cárcel, por ser resposable máximo de los delitos de lesa humanidad que las Farc han cometido durante cincuenta años.

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No más penalties al proceso

Medellín, junio 16 de 2015.- "La paz, como resultado de una victoria del país sobre sí mismo, es la más segura prenda de un futuro mejor", afirmaba el gran ideólogo del Liberalismo, Rafael Uribe Uribe, quien, tras comandar corajudos ejércitos insurrectos, se dio cuenta de que la revolución debía ser hecha a través de las armas pacíficas de la democracia. Fiel a este convencimiento, el Partido Liberal ha sido la colectividad más comprometida con la paz de Colombia.

Sin embargo, frente a la mano tendida y generosa del gobierno y de los partidos de la Unidad Nacional, los ataques irracionales de las Farc llevados a cabo en las últimas semanas han conducido al proceso de paz a un momento crítico.

La Dirección Nacional Liberal se encuentra desilusionada y sorprendida, al considerar que pareciera que las herramientas con las que las Farc buscan convencer a los colombianos de la necesidad y la conveniencia de las negociaciones son los mismos hechos de barbarie que han utilizado durante cincuenta años, en los cuales han aterrorizado a la población: matando policías, sembrando minas antipersona, dañando la infraestructura del país alevemente, derramando el petróleo sobre ríos y atentando contra la población civil (afectando, especialmente, a los más pobres) y contra el medio ambiente.

Claramente, eso de revolucionario no tiene nada. Como decía, en el siglo XIX, el presidente de la brevísima Primera República Española Francesc Pi i Margall: "La revolución es la paz".

Que las Farc, después de tres años de un proceso donde se les han dado todas las garantías, continúen actuando como si nada hubiera avanzado es un despropósito que no puede ser apoyado por ningún colombiano, mucho menos por el Partido Liberal.

Hemos visto, últimamente, que el Gobierno no está teniendo en cuenta el concepto del Partido Liberal. Ejemplo claro de ello fue la contundente y agresiva campaña de respuesta a la posición del partido frente a la venta de Isagén.

El Partido Liberal no quiere seguir siendo un convidado de piedra en este proceso, al cual ha querido contribuir decididamente. Como un partido que representa el sentir de millones de colombianos, queremos alzar la voz especialmente por los putumayenses, los caqueteños, los caucanos y los nariñenses, cuya cotidianidad hoy más que nunca se ha visto afectada por el actuar irracional de las Farc. Los hechos criminales cometidos por las Farc en este último año no pueden gozar de los beneficios de la negociación.

Exigimos un cese inmediato unilateral del actuar violento de las Farc, en todo el territorio nacional, y un compromiso de reparación particular con los cuatro departamentos mencionados. Demandamos, además, que las Farc respondan frente a la comunidad nacional e internacional si se van a sujetar a las reglas mínimas de la justicia internacional, de la cual Colombia es signataria.

Seguimos apostándole a la salida negociada del conflicto, pero necesitamos que el gobierno defina tiempos y criterios precisos para el desarrollo del proceso y que las Farc comprendan la necesidad de terminar el conflicto definitivamente y entiendan su responsabilidad en la recomposición del tejido social de este país y en la construcción democrática.

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Las razones de los congresistas

Bogotá D.C., junio 3 de 2015.- La semana pasada, doce congresistas de seis partidos distintos (de vertientes tan disímiles como el Centro Democrático y el Polo Democrático, el Partido Liberal y el Mais, Opción Ciudadana y el Partido Verde) presentamos ante el Consejo de Estado una demanda, basada en argumentos jurídicos sustanciales, que se suma a las otras nueve acciones que hoy cursan en los tribunales contra la venta de Isagén.

La demanda, que busca anular el decreto 1309 del 2013, por el cual el gobierno decreta la venta del 57.66% de las acciones de Isagén, se fundamenta en pruebas recolectadas sobre la inconsistencia en las posiciones que ha tenido el gobierno a lo largo del tiempo en el que ha querido enajenar dichas acciones.

Tal decreto no contempla ninguna de las motivaciones que en los últimos años ha aducido el Gobierno Nacional para dicha venta. No se refiere a la necesidad del dinero de la venta para la financiación de las obras 4G, porque en esa época no existían (el gobierno habló por primera vez de ese proyecto un mes después de la firma del decreto).

En entrevistas, boletines y declaraciones recientes, el Gobierno ha señalado, primero, que esos recursos irían a la Sociedad Fiduciaria, y, después, que irían a un fondo específico, el Fondes, para el cual se pondría un capital que correspondía al que cubre el riesgo mayor en la construcción de las obras de infraestructura que no asumirían los privados.

Es importante señalar que la Ley 226 de 1995 establece claramente que los recursos de cualquier enajenación de un bien de la Nación deben estar destinados dentro del Plan Nacional de Desarrollo.

Esto tampoco se cumple en el decreto citado del Gobierno, porque, en el momento de su firma, no había un plan de desarrollo que contemplara esta venta. Y, como es previsible que el Plan de Desarrollo que acaba de pasar en el Congreso (y que todavía no ha sido sancionado) se caiga, a causa de vicios de forma señalados por varios congresistas, esos recursos no están contemplados en ningún plan de desarrollo.

No menos grave es que el propio decreto de la venta justifica no estar sujeto a los lineamientos de la Ley 80 de 1993 (que rige la contratación estatal y, por tanto las compraventas), aduciendo que, el artículo 2 de la Ley 226 de 1995 exonera al Gobierno Nacional de la sujeción a la Ley 80, en cuanto a las enajenaciones.

Esto es falso, pues, si se revisa el citado artículo, nos damos cuenta de que nada del Gobierno queda exonerado de esta sujeción.

Por lo demás, el decreto no cumple con cuatro principios fundamentales que trae esa ley y que deben estar presentes en toda contratación estatal. Son ellos el principio de economía, el de responsabilidad, el de planeación y el de transparencia.

No se cumplió con el de planeación, porque no hubo estudios previos sobre la necesidad y conveniencia de esa venta.

Y la falta de planeación afecta, a su vez, directamente el principio de economía, porque, si no se tiene claridad sobre la imposibilidad de conseguir recursos sin tener que vender activos importantes, se está amenazando seriamente el patrimonio nacional, como está demostrado en todas las argumentaciones que numerosos congresistas le hemos señalado al Gobierno en reiteradas ocasiones (además del señalamiento claro de la Procuraduría y de la Contraloría General de la Nación de que dicha venta podría conllevar un detrimento patrimonial).

Por su parte, el principio de responsabilidad establece que, a mayor autonomía y mayor capacidad de gestión, mayor cuidado y mayor diligencia debe tener un funcionario. El principio de responsabilidad es el concerniente a la administración de lo ajeno.

Es norma mínima que, cuando se administra un bien ajeno, hay que justificar y motivar debidamente cualquier venta. Del mismo modo, en este caso, al estar falseada la motivación y al haberse violado los demás principios, se viola, notoriamente, el principio de responsabilidad.

E igualmente importante es el principio de transparencia, que establece que la motivación de la venta de los bienes públicos debe ser clara, veraz, detallada y exacta. Con nada de eso cumple el decreto que hemos demandado.

Por todo lo anterior, esperamos que el Consejo de Estado, una vez más, en un ejercicio de responsabilidad y de pureza del derecho, entierre para siempre el equivocado empecinamiento del Gobierno Nacional en vender un patrimonio tan querido por todos como es Isagén.

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Respondiendo a Cárdenas

El pasado miércoles, durante el debate que, a buena hora, convocó el Partido Liberal, para analizar a profundidad las razones por las cuales Isagén no debe ser privatizada, quedó muy claro que hay numerosas maneras de financiar los proyectos de infraestructura 4G sin tener que acudir a la venta de Isagén. Mis colegas senadores Viviane Morales, Horacio Serpa, Jorge Ivan Ospina, Mauricio Lizcano e Iván Duque y yo misma presentamos al ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, 22 opciones. Eso demuestra que, a la hora de manejar la economía de un país que quiere un futuro en el cual no tenga que depender de otras naciones para apalancar su desarrollo, hay que ser recursivos. En este caso, hay que tener interés en buscar alternativas para lograr el desarrollo vial del país, sin incurrir en retrocesos o riesgos que menoscaben la independencia energética y la soberanía nacional.

Las opciones que yo encontré (con la erudita asesoría de Camilo Díaz, Mario Valencia y José Roberto Acosta, de la organización Justicia Tributaria, de Sintraisagén y de mi equipo de trabajo) son las once siguientes, que respetan la ortodoxia económica y el afán del Gobierno por apretarse el cinturón:

- Enfrentar la evasión fiscal aumentando el personal de la DIAN. Con 277.000 millones de pesos (valor de las dividendos anuales de Isagén para la Nación), se podría reducir en más de dos billones la evasión fiscal, que hoy ronda los 30 billones de pesos, de los cuales doce billones son por evasión del IVA .

- Traer USD 2.500 millones de las Reservas Internacionales, de los más de 17.000 millones de dólares que tenemos por encima de las reglas económicas del comercio internacional establecidas para esta clase de reservas. Las nuestras hoy ascienden a USD 47.300 millones.

- Emitir Bonos de Infraestructura que permitan captar recursos de los fondos de pensiones, que tienen una capacidad de 175 billones de pesos; de los fondos de capital privado, que tienen capacidad de inversión de cuatro billones, y de los de inversión colectiva, con capacidad de inversión de 50 billones.

- Usar dos billones de la reserva de regalías de las regiones, los cuales a la fecha no están comprometidos en proyectos.

- Emitir Deuda en Pesos (TES) con grado de inversión de Colombia.

- Emitir Deuda en Dólares (o “bonos yankees”). Esta medida no modifica más de un 0.4% la relación deuda – PIB, de modo que no hay efecto en la Regla Fiscal.

- Propiciar la participación de organismos multilaterales internacionales, como el BID, la CAF, la IFC y el Banco Mundial, como avalistas o prestatarios en los proyectos viales 4G.

- Emitir bonos Fogafín, los cuales se usan como bonos garantía entregados a la Financiera Nacional de Desarrollo, para que, con base en estos, el Banco de la República capitalice el FONDES (propuesto también por el senador Iván Duque).

- Titularizar dividendos de diversas entidades, como ISA, Isagén, Ecopetrol o Telecom, a quince años. Se podrían, así, obtener más de tres billones de pesos, sin perder el capital de los activos (propuesto también por el senador Jorge I. Ospina).

- Usar un porcentaje de los recursos del Fondo de Ahorro y Estabilización. El fondo actualmente ha acumulado 2.5 billones de pesos (defendido también por la Contraloría General de la República).

- Enajenar empresas no estratégicas, tales como Telefónica-Telecom, en la cual la participación estatal asciende al 47.96%, y corresponde a un capital de 4.23 billones de pesos.

Combinar varias soluciones sería lo mejor. A través de una deuda mixta progresiva, el impacto sobre la regla fiscal se diluiría completamente. De este modo, no se forzarían los mercados, no se impactarían los precios de los activos, no se afectaría la inflación ni la percepción de riesgo del país y nos permitiría conservar la propiedad accionaria sobre Isagén y mantener la correlación de la deuda sobre el PIB.

Esperamos que el Gobierno revise estos mecanismos alternativos que le estamos ofreciendo y que entienda que la venta de Isagén va en contra del futuro de soberanía, prosperidad, equidad y bienestar que todos queremos para Colombia.  Por el momento, nos satisface constatar que, el pasado viernes, ante la arremetida del vicepresidente Vargas Lleras, el ministro Cárdenas se mostró presto a acoger nuestra fórmula de acudir a los fondos de pensiones para contribuir a la financiación de las obras 4G.  

Como afirmara el gran humanista francès Stéphane Hessel: "Si el Gobierno no escucha al pueblo, la democracia es una oligarquía".

P.S:  En su columna de opinión de esta semana, el exministro Rudolf Hommes me condena por oponerme a la venta de Isagén.  Entendemos que Hommes esté de acuerdo con esa transacción, ya que todos sabemos que él, cuando estaba al frente de la cartera de Hacienda, sólo utilizó una forma de conseguir recursos: vendiendo el patrimonio nacional.

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Cables con la electricidad en reversa

Bogotá D.C., marzo 24 de 2014.- Parece mentira, pero, en Colombia, hasta la electricidad está corriendo al revés. El nuevo anuncio del Gobierno de sacar a la venta a Isagén va claramente a contramarcha de la tendencia mundial, especialmente cuando observamos la experiencia de las naciones que la OCDE nos propone como paradigmas. Quisiera referirme, en lo que permite el espacio limitado de esta columna, a la protección de la energía eléctrica como bien público en algunas de las mayores potencias energéticas del mundo:

Francia: Cuenta con la mayor compañía de energía eléctrica del orbe, Électricité de France S.A. (EDF). Aunque esta empresa fue privada en sus inicios, pertenece hoy casi enteramente al Estado, gracias a un proceso que comenzó en 1946, cuando se produjo en Francia la nacionalización de los bienes de las empresas de producción, transporte y distribución de la energía eléctrica.

Canadá : su principal generadora de energía es Hydro Québec, la mayor compañía hidroeléctrica del mundo. Esta también es hija de una nacionalización. Para adquirir el monopolio de la energía en el Quebec, su gobierno hubo de acudir a créditos internacionales a veinte años, pagados con las ganancias de la compañía misma unificada, Hydro Québec.

Noruega: se sitúa como la sexta mayor potencia mundial en energìa hidràulica. Su mayor compañía de electricidad es laStatkraft, una empresa pública que se ha posicionado como la mayor productora de energía basada en recursos renovables en Europa.

Suecia: ocupa en la actualidad el décimo puesto en cuanto a producción de hidroenergía en el mundo, gracias a Vattenfall, comprada por el gobierno nacional, justamente cuando estaban de moda las privatizaciones.

Rusia: es el quinto mayor productor mundial de energía hidráulica. Cuenta con RusHydro, el segundo productor mundial de energía hidroeléctrica y mayor proveedor de Rusia, que pertenece al Estado.

En Corea del Sur, la más grande compañía de electricidad, la KEPCO, que genera el 93% de la energía del país, tiene al Estado como dueño mayoritario. Esta empresa es catalogada como la séptima mayor del mundo en su campo.

En la China, el Estado ejerce dominio sobre la producción y distribución de electricidad. Allí operan dos de las cinco mayores empresas generadoras de energía eléctrica del mundo, ambas pertenecientes al Estado: la China Datang Corporation (CDT) y el China Huaneng Group.

Brasil: uno de los grandes actores mundiales de la hidroelectricidad. Allí, el Estado tiene el control de la energía eléctrica, al tener mayoría accionaria en Electrobras, la principal electrificadora del país, décima en el mundo y cuarta, en cuanto a energía limpia.

Por su parte, en los Estados Unidos aprendieron la lección acerca de los riesgos que implica la privatización de las empresas de energía eléctrica. En California, en el decenio de 1990, se dio una desregulación estatal en cuanto a energía, se privatizó la industria y se abrió el mercado energético. Esto condujo a la peor crisis energética en la historia del Oeste Norteamericano. Aunque California vio aumentar su población en un 13% en el decenio de 1990 y conoció un fuerte crecimiento económico durante tal período, ni el Estado, ni la empresa privada construyeron ninguna nueva gran central eléctrica durante dicho lapso. La alta demanda fue correspondida por costos especulativamente altos de parte de las compañías generadoras. Ello, sumado a prácticas ilegales de la compañía Enron, llevó al colapso y a una penuria energética que provocó, en el 2001 y en el 2001, largos apagones que, además de afectar a la comunidad, generaron pérdidas por más de 40.000 millones de dólares. Luego de los innumerables apagones, el Estado tuvo que entrar al rescate de las compañías y financiar la compra de electricidad.

Este veloz vistazo nos muestra que las naciones líderes del mundo en el campo de la energía eléctrica han optado por defender la producción eléctrica como bien de principal interés nacional, que debe permanecer bajo custodia y dirección del Estado. Y, mientras tanto, aquí se insiste en buscar lo contrario, la privatización de la energía, a sabiendas de los grandes peligros que esto entraña, justo cuando se prevé que Colombia, con su inmenso potencial hídrico, se convierta en uno de los mayores exportadores latinoamericanos de energía.

Los colombianos deberíamos seguir el ejemplo de los uruguayos, que, en 1992, cuando el gobierno abrió las puertas a la privatización de las empresas de servicios públicos, salieron a votar en referendo y se pronunciaron en un 70% a favor de mantener las compañías en manos del Estado. Hoy, Uruguay es modelo para toda América Latina.

Si el Gobierno se negara a considerar las alternativas que se le han planteado, sería necesario que los colombianos acudiéramos a las urnas para defender la soberanía energética nacional y el inmenso patrimonio económico, social y ambiental que estaría en juego, si Isagén se vendiera.

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Mujer, no te mueves ¿es que no puedes?

Bogotá D.C., marzo 11 de 2015.- En estos días, en que rendimos homenaje a la mujer, quiero aplaudir y felicitar a las mujeres empoderadas, llenas de energía y de capacidad para movilizarse, que, día a día, luchan por nuestros derechos, y saludar a aquellas que no pueden explotar su potencial, pues padecen, día a día, el absurdo prejuicio del machismo, que todavía abunda en nuestra sociedad. Porque nadie puede negar que, en Colombia, la cultura del machismo está profundamente arraigada. Baste mirar las estadísticas rigurosas del Instituto Nacional de Medicina Legal, que indican que el 83 % de las víctimas de violencia sexual en Colombia son mujeres, y las de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS), que revelan que, en el último decenio, el 74,6 % de las mujeres colombianas han sido violentadas por su última pareja, y que, a pesar de esto, sólo el 1% ha denunciado su caso.

Personalmente, uno de los fundamentos de mi labor política ha sido siempre el de luchar por la igualdad y los derechos de las minorías. 

Para la promoción de la mujer en todos los espacios, ningún sector genera mayor impacto y mayor responsabilidad que el sector público porque tiene la capacidad de confrontar y transformar esa realidad ilógica que vivimos las mujeres colombianas, que, a pesar de que somos mayoría en la demografía y estamos más preparadas que los hombres (desde hace 25 años, somos mayoría en los centros de educación superior), sólo ocupamos el 14% de la representación política en el país. Las mujeres que hemos logrado llegar a cargos de representación pública venciendo esa distorsión cultural que es el machismo, tenemos que comprometernos para demoler las barreras culturales que impiden que las mujeres que, con derecho y capacidad moral y técnica, aspiran a participar activamente en la vida política del país, no puedan acceder al lugar que merecen.

De esto son prueba las vergonzosas cifras de representación política de la mujer en nuestro país: sólo en dos de los 32 departamentos, hay gobernadoras. De 1.123 municipios, sólo 108 tienen alcaldesas. De 12.663 curules para concejos municipales, sólo 2.006 están siendo ocupadas por mujeres, y de 418 escaños de asambleas departamentales, sólo 75 están en cabeza de mujeres. En el Congreso, la situación no es mejor: de 102 senadores, sólo 23 son mujeres, y de los 166 miembros de la Cámara de Representantes, sólo 29 son mujeres. En cuanto al poder ejecutivo, con la designación de cinco mujeres, de un total de 16 ministerios, el Gobierno nacional cumple a ras con la Ley de Cuotas.

Por eso, una iniciativa fundamental de la bancada liberal en el Senado fue la inclusión en la Reforma de Equilibrio de Poderes de la lista cremallera, que, a través de listas cerradas en las cuales hubiera alternancia entre hombres y mujeres, buscaba no una concesión o una discriminación positiva a la mujer, sino un mecanismo para que, en igualdad de condiciones, la mujer pudiera ejercer plenamente su ciudadanía. Este propósito no se pudo lograr. Y hay que decirlo, sin irnos por las ramas, que esto se debió al machismo, a la vieja política que todavía impera en el Congreso.

Por ello propongo, que si el Congreso no ha sido capaz de vencer el prejuicio del machismo, lo hagamos todos los ciudadanos, en las urnas, en las próximas elecciones de octubre.

Con el compromiso de hombres que entienden que este es un asunto de justicia social y de mujeres decididas a alcanzar la igualdad, tenemos que torcer las inquietantes estadísticas que acabo de enumerar, para mostrar que Colombia avanza hacia niveles más paritarios, no como los de Suecia o Bélgica, que ya no son ni siquiera nuestros paradigmas, sino como los de Nicaragua, Ecuador o México, que triplican nuestras tasas de representación femenina en el sector público, o de naciones africanas como Senegal o como Ruanda, un país que, tras enfrentar el más cruento genocidio de una mayoría que se rebeló contra una minoría que la gobernaba y la tenía sumida en la miseria (ocupaba el puesto 168 en cuanto a índice de pobreza), decidió enderezar su camino: hoy está alcanzando un pleno equilibrio de acceso a la representación entre los sexos, con un arrollador 63.8% de presencia de mujeres en su parlamento que está sellando un direccionamiento positivo del país. La misma solución justa es la meta que nos mueve.

Espero que, el 8 de marzo del año entrante, tras unas elecciones regionales donde triunfen la igualdad y el mérito, estemos celebrando que realmente haya un cambio sustancial en la representación política de la mujer para poder tener el orgullo de decir que vivimos en una verdadera democracia.

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La prioridad son los niños

Medellín, febrero 26 de 2015.- En Colombia, el Partido Liberal ha sido el mayor defensor de los derechos de las minorías de género. Baste decir que, en 1980, por decreto, el gobierno liberal de Julio César Turbay despenalizó la homosexualidad y que en 1991 se protegió a la comunidad Lgbti, al fijar los derechos sagrados a la intimidad y al libre desarrollo de la personalidad en la nueva Constitución Nacional, cuyo artífice fue el presidente César Gaviria. Por lo demás, desde el Congreso, el Liberalismo ha buscado garantizar los derechos de las parejas de un solo sexo, en proyectos de Ley como el 214 de 2007 de Senado y 005 de 2007, de Cámara.

Personalmente, he defendido la igualdad de derechos de los homosexuales, no de ahora, sino desde hace más de veinte años. Por lo tanto, estoy de acuerdo con la posibilidad de adopción por parte de parejas del mismo sexo. Sin embargo, creo que, en la discusión de este tema, a muchos se les ha olvidado que, en este caso, los más vulnerables son los niños y que a ellos es a quienes debe proteger el Estado de manera prioritaria, sin que esto pueda traducirse en la vulneración de los derechos de las minorías.

Para explicarme mejor, debo decir que me preocupa que la agenda nacional se esté volcando hacia la posibilidad de adoptar de las muy pocas parejas del mismo sexo que tengan intención de hacerlo, mientras que, en nuestro país, las cifras de maltrato infantil son más que alarmantes, la calidad de la educación primaria tiene mucho por mejorar, son muchas las poblaciones en las que los niños no pueden gozar del servicio de agua potable y, anualmente, mueren miles de niños por desnutrición y quedan otros cientos de miles con cicatrices biológicas por esa misma inseguridad alimentaria.

No salimos del asombro ante la noticia de una madre, en el Atlántico, que mató a sus tres hijos e intentó suicidarse y, desde hace dos semanas, estamos llorando el asesinato de cuatro niños en el Caquetá y de uno en el Valle del Cauca. Pero los líderes de opinión y los dirigentes nacionales, cuando hablan de infancia, han decidido concentrarse en derechos que interesarían a la minoría de una minoría, en vez de hacer la necesaria presión para que la atención general se torne hacia el deber del Estado de asegurar la protección y el ejercicio de todos los derechos fundamentales de ese colectivo sagrado que son los niños.

Es cierto que en países como Austria, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Francia, Noruega, Nueva Zelanda, Inglaterra, Suecia y en buena parte de los Estados Unidos, las parejas homosexuales tienen derecho a adoptar. Y también es cierto que, con los años, como han probado entidades de la talla de la American Psychological Association, la Child Welfare League of America, la American Sociological Association, la American Psychiatric Association y la American Academy of Pediatrics, se han ido desdibujando los pronósticos y los argumentos de algunas comunidades de esos países que temían que el desarrollo psíquico y emocional de un niño pudiera verse afectado por haber sido criado por dos padres o dos madres. Pero no podemos negar que esas naciones se han ocupado de este espinoso asunto cuando ya habían garantizado a todos los niños una debida seguridad alimentaria y nutricional, una educación pública de calidad, un acceso excelente al sistema de salud y estructuras integrales de cultura y deporte que les aseguraran la optimización de sus ratos de esparcimiento.

Para mí, es prioritario que, antes de continuar con esta clase de discusiones, el Estado asegure la observancia de los derechos fundamentales de los niños. Es un principio constitucional que los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos de los de los demás.

Y, si estamos hablando de derechos de adopción, me parece también que la Corte Constitucional debería reconsiderar el fallo equívoco en el que solicita verificar que ningún familiar de los niños que pudieran ser objeto de adopción, hasta el sexto grado de consanguinidad, tuviera interés en asumir la patria potestad de esos menores, antes de proceder a procesos de adopción por parte de otras parejas. Debido a esa sentencia, miles de niños están hoy en un limbo y se están quedando sin el derecho fundamental de tener una familia.

Esperemos que el país sepa orientar esta discusión sobre la adopción, con base en el sentido común, para iniciar realmente un riguroso análisis de la situación dramática de la niñez colombiana.

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Sí a la "lista cremallera"

 

(Prensa senadora Sofía Gaviria). Nuestro Partido Liberal, a lo largo de 166 años, ha hecho énfasis en proclamar la igualdad entre los sexos. Así, el Liberalismo ha logrado, en su historia, la concesión de la ciudadanía a las mujeres, el voto femenino, la autonomía patrimonial de la mujer, el acceso de ésta a la universidad, la protección de la maternidad, el control de la natalidad y la creación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, entre otras muchas victorias.

Siguiendo este derrotero que ha llevado a las cumbres los empeños de nuestro partido, que deben merecer la gratitud y simpatía de todas las mujeres de Colombia, propusimos, durante nuestra pasada campaña al Senado, una reforma política que asegurara que en las listas cerradas de todos los partidos hubiera al menos un 50% de participación femenina. El nombre del modelo, "lista cremallera", ayuda a vislumbrar mejor, metafóricamente, la figura de este tipo de lista, en la cual hombres y mujeres alternan posiciones.

La semana pasada, celebramos con entusiasmo la buena nueva de la aprobación en primer debate de tal idea, en la Comisión Primera del Senado, como parte de la Reforma de equilibrio de poderes.

A pesar de que la mujer constituye el 51.6% de nuestra población y de que, desde hace más de veinte años, es mayoría en los centros de educación universitaria en Colombia, ocupa sólo el 12% de la representación política en el país. Esta cifra debería avergonzarnos, ya que las barreras de discriminación de género están siendo superadas hasta en países tan pobres y subdesarrollados como Ruanda, en el cual, gracias a una decisión política, el año pasado, las mujeres lograron una representación del 60% en el parlamento.

Las mujeres hemos cumplido con toda curia el papel de cuidadoras, especialmente de los niños, de los adultos mayores y de las personas en condición de discapacidad (que, así mismo, representan un alto porcentaje de nuestra población). Con la implementación de la "lista cremallera", las políticas públicas gozarían con mucha mayor eficacia del aporte de la visión y la misión de las mujeres, siempre a la defensa de la familia y de la paz. La falta de atención para con estos parámetros, por parte del Estado, se ve en la ausencia de políticas sociales que realmente hayan beneficiado a la familia y hayan garantizado la protección infantil, en aras de disminuir el índice de marginación y pobreza en nuestro país.

Es increíble que, a pesar de que la mujer es mayoría en la población, haya sido aislada del poder a causa de absurdas distorsiones culturales que no hacen parte del espíritu de nuestro tiempo. De esos mismos vicios ideológicos centenarios, como son el machismo, el racismo, la discriminación por motivos físicos y la homofobia, han sido víctimas otros grupos poblacionales cuya reivindicación también demandamos. El Liberalismo se ha ocupado ya de estos segmentos de la sociedad cuando ha logrado, por ejemplo, la protección constitucional de los indígenas y de los afrodescendientes, o cuando consiguió la despenalización de las relaciones homosexuales y el reconocimiento del derecho al libre desarrollo de la personalidad. Pero nuestros esfuerzos deben ir más allá y deben perseguir la custodia efectiva del sagrado derecho a la igualdad de estas comunidades y, sobre todo, del derecho de estos grupos a gozar de una participación política.

Es hora de darles visibilidad a las minorías de la patria y de hacer cumplir sus derechos. El Estado no sólo debe escuchar la voz de estas poblaciones, sino también concederles la representación que éstas merecen en la administración pública. Buscamos que los porcentajes de las comunidades indígenas, afrocolombianas, LGBTI y de discapacitados, en la sociedad, se reflejen en los cargos estatales, para que nutran las políticas públicas con su visión y sus preocupaciones, que son de vital importancia para llegar a un panorama integral que lleve a una justa concepción de cuáles deben ser las políticas que guíen a Colombia.

La aprobación de la "lista cremallera" en primer debate es un logro para las colombianas. Pero necesitamos que esta propuesta sea aprobada en los siete debates siguientes, para que nosotros, con otros colegas, cualquiera sea su filiación política, podamos prontamente trabajar con mayor soporte en la lucha por hacer valer los derechos de los demás grupos poblacionales anteriormente mencionados.

Esperamos que nuestros colegas de ambas cámaras, especialmente los hombres de avanzada, tomen conciencia de la ineludible necesidad de esta reforma que mejoraría nuestra democracia.

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