Bogotá D.C., febrero 2 de 2017. Quizá desde las grandes ciudades no hemos sido aún suficientemente concientes del enorme paso que para la sociedad colombiana significa el tener a miles de insurgentes llegando a las zonas veredales transitorias con el ánimo de dejar sus armas y de emprender el camino de la reincorporación a una sociedad que mucha veces los privó de medios y de alternativas para llevar una vida digna en el campo.
Es pertinente reconocer la voluntad política y ánimo de cumplimiento de la organización guerrillera, que de conformidad con los acuerdos suscritos, está movilizando a la guerrillerada a los sitios donde en las siguientes semanas, deberá avanzar con ellos el proceso de inclusión como ciudadanos en la vida social, económica y política del país. Estas marchas de hombres y mujeres cuya cotidianidad durante medio siglo era la guerra, nos alegra, y reafirma la esperanza de que seamos capaces de construir una historia donde las armas no sean herramientas políticas.
Mucho se ha dicho que este proceso de negociación para la terminación del conflicto armado interno es singular en muchos aspectos, y no podría ser de otra manera si queremos que sea sostenible y duradero. Queremos creer que estamos recogiendo las lecciones aprendidas de otros procesos y sobretodo de sus errores. Particularmente en la fase inicial de desmovilización, dejación de armas e incorporación a la sociedad tenemos experiencias fallidas que nos deben ser útiles.
Nos preocupa entonces que en los últimos días se señalen de manera recurrente los atrasos en el montaje y adecuación de las zonas de transición a la normalización, que pueden estar generando dudas entre la guerrillerada. Nos preocupa que no hayamos avanzado mucho en la difícil coordinación interinstitucional, que en esta fase exige cambios en las lógicas y procedimientos institucionales, tan poco acostumbrados a coordinar acciones y a poner el máximo de sus esfuerzos en tareas comunes y urgentes.
Sabemos que estos procesos están cruzados por dificultades de distinta índole pero tambien estamos convencidos que si existe una real voluntad política para superarlas, se podrá avanzar al ritmo y en las condiciones de complementariedad que se requiere.
De otro lado volvemos a insistir en la necesidad de comprometer a las entidades territoriales (gobernaciones y municipios) que no pueden reducirse solo a hacer el monitoreo. Su primer compromiso debe estar dirigido a impedir que se recicle la violencia en las regiones y a garantizar la presencia y acción institucional, en concurso con la nación.
Así mismo las organizaciones sociales y gremiales en los territorios, son actores claves para dar sostenibilidad al proceso de reincorporación de los centenares de hombres y mujeres que quieren tener una vida digna y en paz.
Luego de las declaraciones hechas por el Comandante del Ejército, General Alberto Mejía, en la que reiteró el enfrentamiento de soldados con individuos armados y uniformados en Santa Rosa, sur de Bolívar, la preocupación por mantener el cese bilateral de hostilidades con las FARC se hizo inminente.
Para la senadora del Centro Democrático, Thania Vega, es alarmante la situación. “Los hechos deben ser sometidos a investigación, sin embargo el compromiso constitucional de las Fuerzas Militares de Colombia no puede ser paralizado frente a un cese bilateral. Estos hombres estaban delinquiendo, lo dijo claramente el Comandante del Ejército y es deber de nuestros soldados asegurar la defensa y soberanía del país”, expresó la senadora Vega.
Según comunicado oficial del Comando General de las Fuerzas Militares, la información sobre las actividades ilícitas adelantadas por los sujetos en la región, fue suministrada por la comunidad y la Red de Aliados para la Prosperidad, quienes señalaron, además, que se trataría de sujetos pertenecientes al ELN.
No obstante, uno de los desmovilizados manifestó por escrito, que él y los otros dos sujetos, pertenecían al Frente 37 de las FARC.
Por su parte el senador Marco Avirama expresó que “ causa mucha preocupación la ocurrencia de este evento, que nos muestra la fragilidad en que se encuentra el cese bilateral de hostilidades; esperamos que la Comisión Tripartita, conformada por Gobierno, FARC y ONU, que se encuentra haciendo seguimiento y verificación del cese al fuego pactado, rinda pronto informe que permita despejar estos hechos”.