Columna de opinión del representante Edward Rodríguez.
Aunque el Gobierno se empeñe en decir que todo va por buen camino y que la paz está a la vuelta de la esquina, la verdad es que cada día que pasa el país tiene más problemas estructurales que corregir. Esto en parte se debe a la obstinación del Gobierno del Presidente Juan Manuel Santo,s por sacar adelante un proceso de paz que en los últimos tres años ha absorbido toda su atención dejando de lado temas como el fortalecimiento de la seguridad, la economía y los asuntos que no dan espera como es el caso de la salud de nuestros niños que siguen muriendo por desnutrición.
Esta situación nos lleva a pensar, que una buena parte de la estructura productiva del país va camino del colapso sino se toman las directrices para frenar su deterioro. La destrucción de bienes y recursos humanos y la alta dependencia de la economía del petróleo que hoy sigue de capa caída por los bajos precios en el mercado internacional y que han puesto a las finanzas del Estado a pasar aceite. Así las cosas, la economía no puede seguir sometida a las esporádicas bonanzas mineras, mientras la agricultura sigue siendo frágil y manejada con ligereza y la industria no logra despegar y mantiene bajos índices de crecimiento.
Por eso cuando exigimos al Gobierno que actué, no se trata de un capricho, sino de que enfrente los problemas estructurales y busque las soluciones, que no están en el derroche de recursos, ni en el maquillaje de las cifras.
La pérdida de competitividad es una realidad que el Gobierno no puede seguir tratando de esquivar, mientras habla de posconflicto y las guerrillas de las Farc y el Eln, siguen con su diatriba cuidadosamente elaborada para la guerra, a la vez que hablan de paz y de cambios sociales en medio de la prepotencia de una ideología nacionalista y reaccionaria que los mantiene sedientos de sangre y poder.
El Gobierno debe hacerle frente a estos retos a través de políticas que permitan recuperar la confianza inversionista, enfocándose en una economía donde no cree más impuestos y siga ahorcando a los empresarios que han comenzado a salir en desbandada.
Algo que podría corregir el rumbo del país sería, el tomar medidas para proyectar el emprendimiento, invirtiendo y creando nuevas oportunidades y plazas de empleo para los más de 1.1 millones de jóvenes menores de 29 años que hoy se encuentran desempleados y pueden ser víctimas fáciles de la delincuencia y el submundo del micrográfico.
Otro de los puntos en que el actual Gobierno ha perdido el terreno es en la lucha contra la delincuencia y las bandas criminales que poco a poco han comenzado a tomarse de nuevo las ciudades y las zonas rurales donde vienen delinquiendo, por lo que es necesario asumir medidas de choque a través de la creación y articulación de grupos especializados para combatir las bandas criminales y atacar de frente el microtráfico que sea convertido en el principal azote de los jóvenes en las ciudades.
Lo paradójico es que cuando ya se había avanzado en todos estos frentes, ahora Colombia vuelva a mostrar signos de ser un país económica y políticamente atrasado como antes del 2002, todo por haber caído en el doble juego de una guerrilla que termino llevando las negociaciones de paz hacia unos terrenos fangosos, en un pulso donde cada vez su posición toma un nuevo atajo para dilatar unos acuerdos que solo le sirven si las ventajas están a su favor.
Cada vez se hace más difícil creer en la voluntad de paz de las guerrillas de las Farc y el Eln, que siguen embriagados en la sangre de la guerra, mientras los problemas estructurales se alejan del radar del Gobierno que sigue como narcotizado en el espejismo de acabar un conflicto de más de 50 años…