IzquierdaDerecha•
Con solo repasar la secuencia y el entramado de acontecimientos políticos de los últimos años se aprecia claramente que la idea del polo democrático no es capricho. El Polo surge de la configuración de opciones políticas al término del gobierno de Andrés Pastrana cuando en el país han fracasado los diálogos de paz y el péndulo de la opinión se inclina al guerrerismo y a un régimen de autoridad fuerte, cuando a nivel global, a raiz del 11S, se abre camino la estrategia de la guerra antiterrorista global liderada por USA y las élites colombianas y norteamericanas coinciden en ubicar la lucha antidrogras y la lucha antisubversiva como parte de esa guerra contra el terrorismo en todo el mundo, cuando en América Latina se siente el impacto y se avizora el auge de los gobiernos de izquierda ya iniciados en Brasil (1998) y en Venezuela (1999). El proceso político de los años 90, abierto con la paz del M19 y otros destacamentos insurgentes y signado por la Constitución de 1991 que introdujo factores de modernización institucional y de democratización política sin cerrar compuertas frente a la avalancha del neoliberalismo y sin alcanzar a ser un pacto político y de paz plenamente incluyente, ya que no entraron en él las insurgencias mayores de las FARC y el ELN, desemboca al final del Gobierno de Andrés Pastrana, por las circunstancias anotadas antes, en la configuración de una opción de centro derecha mayoritaria liderada por Álvaro Uribe Vélez y de una opción de centro izquierda minoritaria liderada por Luis Eduardo Garzón. Lo que es preciso resaltar aquí es que ante el hecho de las derechas coaligadas, incluida la derecha paramilitar como al momento se sospechaba y luego se comprobará plenamente, surge de manera conciente y con sentido de respuesta estratégica una coalición análoga de las izquierdas, sectores sociales y democráticos. Sin vacilación puede decirse que la unidad de la derecha indujo la unidad de la izquierda. Cuando las élites tradicionales más reaccionarias configuran un proyecto regresivo de guerra y antidemocracia aliadas con el gobierno del republicano George W. Bush en Estados Unidos, las fuerzas de izquierda y progresistas, defensoras de la salida política al conflicto, de la Constitución de 1991, dispuestas a apoyar la resistencia al modelo neoliberal y a procurar la vigencia efectiva de los derechos sociales de la población, comparten la sensibilidad y la visión para construir un movimiento democrático pluralista, donde la izquierda está incluída pero no copando el espacio ni excluyendo, al contrario, reclamando la presencia de sectores de centro2 y de posiciones democráticas independientes y aún de liberales y conservadores que se opongan y busquen alternativas al leviatán que comienza forjarse en Colombia. Es una posición clarividente y consecuente que se abre camino a través de un proceso de 10 años: del Frente Amplio contra la Impunidad (1998), planteado a raíz del asesinato del abogado Eduardo Umaña Mendoza, defensor de presos políticos, y del Frente Social y Político, originado por iniciativa de CUT, que preside Luis Eduardo Garzón, en 1999, pasando por el Polo Democrático sin segundo apellido en el 2002 y el PDI y la AD en el 2005 y 2006, evoluciona, asciende y desciende, hasta el PDA de hoy desdibujado, menguado y tambaleante. Hay, entonces, una razón histórica, válida ayer y válida hoy, para la existencia del Polo Democrático con las características originales de pluralidad, amplitud y apertura y con la vocación de ser alternativa de poder y de gobierno frente al proyecto bonapartista de Nueva Regeneración liderado por Álvaro Uribe Vélez que hoy, no obstante sus relativos triunfos, sus enormes fracasos y su carencia de nervio moral, pretende perpetuarse como lo estamos viendo, con el empleo de todo tipo de medios, tratando de imponer la segunda reelección cuando ya fue espuria la primera. Pero la razón histórica para existencia del Polo Democrático no se aduce solamente en referencia al contexto de la historia reciente. La razón de ser de un movimiento democrático civilista y pluralista en Colombia hunde sus raíces por lo menos en la historia política de la segunda mitad del siglo veinte a raíz del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 con el cual se frenó el ascenso de la inconformidad popular, se impidieron reformas indispensables como la agraria y se instauraron sucesivas oleadas de violencia política desde arriba que aún no cesan. Colombia se ha poblado de causas democráticas en las últimas décadas en todos sus espacios geográficos y sociales. Los diferentes movimientos sociales y sus legítimos reclamos que se suceden sin interrupción dan cuenta de ello. En el país están historiados suficientemente el movimiento campesino por la tierra, el movimiento reciente de cocaleros y raspachines ante las fumigaciones y erradicaciones sin alternativa real, el movimiento de los trabajadores por los derechos sindicales y las condiciones de vida y de trabajo, el movimiento indígena por la cultura, la autonomía y el territorio, el movimiento de mujeres por igualdad de derechos y oportunidades, el movimiento de las regiones para ser autónomas en impulsar su desarrollo, el movimiento por democratizar la familia, la escuela, la universidad, la comunicación, el movimiento de derechos humanos frente a la barbarie, el exterminio y el imperio de la impunidad, el movimiento por la protección y conservación del medio ambiente y los recursos naturales, el movimiento por ganar tolerancia a las diferentes opciones sexuales, el movimiento por la paz para obtener una salida política del conflicto, el movimiento de víctimas por la verdad, la justicia y la reparación. Las marchas multitudinarias de los dos últimos años y la minga indígena que caminó y llegó hasta la Plaza de Bolívar en Bogotá para despertar a Colombia. Estos movimientos ocurridos en el ámbito amplísimo de la sociedad civil donde se generan, agitan y buscan salida los diferentes intereses de clase, y otros intereses de índole cultural, étnica y regional, no solo han protagonizado luchas, acciones y manifestaciones de diversa duración e impacto, sino que han reflexionado sobre su experiencia, han deliberado ampliamente, han construido convergencias y han hecho propuestas de cambios profundos, de establecimiento de políticas públicas y de formas de gobierno alternativas que tienen todas el sentido de un gran reclamo de derechos, paz, democracia y equidad. Diezmados, represados o relativamente triunfantes estos movimientos están presentes en la conciencia, en las resistencias y en la sangre de las nuevas generaciones. Sobre los movimientos sociales y su relación con el proyecto democrático observa acertadamente la conocida profesora de teoría política Chantal Mouffe quien vivió y enseñó por un tiempo en Colombia: “Desde nuestro punto de vista, la construcción de una nueva hegemonía implica la creación de una cadena de equivalencias entre la diversidad de luchas democráticas, viejas y nuevas, con el fin de formar una voluntad colectiva, un nosotros de las fuerzas democráticas radicales. Esto puede realizarse solo por la determinación de un ellos, el adversario que debe ser derrotado para hacer posible la nueva hegemonía” (Ch.M., 2007, 59). Volveré sobre la idea del nosotros que es la idea del sujeto, el nuevo sujeto. Sin embargo, las justas causas democráticas enumeradas, y otras que sin duda se quedan sin nombrar, no han tenido satisfacción ni salida a través de los proyectos de las élites tradicionales con su gatopardismo irredimible, ni tampoco a través de los proyectos de las insurgencias políticas que, a pesar de quererlo, no han logrado que la sociedad, ni siquiera la base popular, haya entendido y acogido su propuesta de acceso al poder por la vía armada. La sociedad colombiana, sus mayorías, en sus aspiraciones de mayor democracia, paz y justicia social, es una sociedad bloqueada. El Polo Democrático surge para desbloquear la sociedad, para decir que los únicos caminos de la nación no son los proyectos armados de la derecha ni los de la izquierda, que ante los proyectos desgastados y desvirtuados que se han disputado el espacio político hasta la confrontación extrema en más de medio siglo, es necesario y es posible construir una opción civilista que permita superar la crisis estructural y crear condiciones para transitar a un nuevo estadio de la lucha política, más humano y más productivo. Todos los proyectos de unidad o convergencia política, alternativos al bipartidismo liberal conservador, sin excepción, construidos en Colombia desde la izquierda y espacios independientes, a partir de los años 60, incluidos el MRL, el Frente Unido de Camilo Torres, la ANAPO, la UNO, la UP, Firmes, Colombia Unida, A Luchar, el Nuevo Liberalismo, la Alternativa Democrática-M19, han levantado plataformas de transformación democrática por medios de lucha civil para superar el conflicto armado y contar con instituciones legítimas al servicio de la nación y de su pueblo. Lo propio se puede observar de las conclusiones y propuestas de los Foros de Derechos Humanos que se realizan con amplia participación y pluralidad desde 1979. El Polo es depositario hoy de ese enorme legado de luchas sociales, iniciativas políticas y propuestas ciudadanas en la historia de Colombia. Su responsabilidad está en la lealtad con ese legado.
Son fines del Polo la construcción de una democracia participativa real donde prime la igualdad social, la defensa del espíritu democrático de la Constitución Política de 1991 y del Estado Social de Derecho, de un modelo alternativo de desarrollo sustentable y equitativo, la búsqueda democrática del poder para ejercerlo en beneficio de la nación; la defensa y promoción de los derechos humanos, la tolerancia y el respeto por la diferencia y el pluralismo ideológico, cultural, étnico, político, de orientación sexual y religiosa; la igualdad de género; la búsqueda de la consolidación de la paz y convivencia entre los colombianos; la defensa de los derechos de los colombianos en el exterior; la defensa y protección del ambiente, la biodiversidad, los recursos naturales, lo público y el patrimonio público, cultural y energético; la promoción de la ética pública, la transparencia y la lucha contra la corrupción; el fortalecimiento del poder local al servicio de la comunidad; la promoción de las organizaciones de base y redes sociales para ejercer el gobierno y la democracia y la difusión de los valores democráticos; la defensa de la autonomía, la soberanía y la autodeterminación de los pueblos en su lucha democrática y civilista contra la explotación, la opresión, el colonialismo, el neoliberalismo, el militarismo y la dictadura y por la defensa del equilibrio ambiental global.
Sep 072021
Jul 212020
Jul 212021
Jul 312019
Jul 202020
La información presentada a continuación corresponde a las actividades del partido o bancada como colectividad, mas no las de sus integrantes.
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Noviembre 03 de 2009
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Bogotá
dic. 1, 2005
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